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John Mantle, experto en redes sociales desde hace más de 5 años, se ha iniciado en el mundo literario con una obra de no ficción titulada Marketing (en Twitter) para escritores. En ella, ofrece técnicas y recursos sobre cómo promocionar un libro en la red social de Twitter. La característica que distingue esta obra de otras del género, es que John no se deja nada en el tintero. Incluso hoy, se ha prestado a charlar con nosotros acerca de un tema delicado: el marketing y el spam. Muchas gracias a John por su intervención en nuestro medio.
Por John Mantle:
¿Se puede hacer marketing sin hacer spam? Difícil pregunta, con fácil respuesta: por supuesto que sí.
Quien más, quien menos, sobre todo los más «talluditos» del lugar (y sino, búscalo en Youtube), recordamos al escritor Francisco Umbral (DEP) muy indignado en un programa de entrevistas de TV, presentado por Mercedes Milá, pregonando a los cuatro vientos: «Yo he venido aquí a hablar de mi libro». Solo le faltó añadir: «Y sino, me enfado y no respiro».
¿Es lícito venir a hablar de tu libro? Por supuesto que sí. ¿Es peligroso hacerlo? También, pero depende de cómo, cuándo, y ante quién lo hagas.
No es lo mismo hablar de tu libro con alguien a quien no le interesa, que hacerlo con alguien que forme parte del rango de edad,. o sector de población, que forma tu público objetivo, ¿verdad? Por supuesto, vaya tontería, estarás pensando ahora. Ya, pero una tontería, y una perogrullada, que muchos autores olvidan demasiado a menudo.
Si no se te ocurriría ir por la calle hablando de tu libro a diestro y siniestro con gente de cualquier lugar, tipo, sexo o condición, ¿qué te hace pensar que las redes sociales son distintas? Aunque hay mucha gente que, gracias al anonimato, usa las redes sociales para hacer o decir las cosas (buenas o malas) que no se atrevería a decir o hacer en la vida real, en general, las redes son un reflejo de la sociedad (por algo se llaman «sociales») y quienes las habitan no reaccionan de formas muy diferentes a cómo lo harían en en el mundo real.
Entonces, el bombardeo masivo de las redes sin control, no sirve para nada. Hay que saber manejar tiempos, personas y contenidos, y ser capaz de gestionarlos con inteligencia. Sé que uso mucho el término «inteligencia» en mis artículos, pero es que no os imagináis la cantidad de prácticas estúpidas que veo a diario en las redes sociales, sobre todo en Twitter y Facebook, y seguro que vosotros también habéis visto alguna. Vamos con un par de ejemplos de malas prácticas:
Como explico en mi libro «Marketing en Twitter para escritores» (esta cuña publicitaria no es spam, puesto que viene al caso) lo que hay que crear no es publicidad sin más, sino contenidos interesantes que te consigan seguidores. Entre estos contenidos interesantes (y relevantes, no lo olvides) irán las menciones a tu libro, y en ese contexto no solo encajarán, sino que muchos usuarios las agradecerán. Es lo mismo que acabo de hacer en este artículo: mientras te hablo de lo que sé sobre marketing, te recomiendo que eches un vistazo a mi libro, donde podrás ampliar estos conceptos, y otros más.
La publicidad bien hecha es aquella que va bien dirigida, no solo la más espectacular. Si tu super anuncio de tu nueva novela negra acaba en un grupo de Facebook sobre novela histórica del sigo XVII, más vale que esté ambientada en dicho siglo, o será contraproducente. Primero conoce a tu público, y una vez que lo tengas identificado y sepas dónde está y cómo llegar a él, sé gentil. Comparte cosas, información útil, ideas, y, solo de vez en cuando, deja ver que tú también tienes algo que aportar al tema y que escribes como los ángeles. Entonces, tendrás una gran parte del trabajo ya hecho, y muchos hasta te lo agradecerán.
Y fuera de las redes sociales, cuando estés en la calle, bien sea en una presentación o en una feria del libro, o donde sea, sé cercano. Tampoco debes perder una venta por ser demasiado prudente, pero deja que el lector se sienta querido, no como un simple cliente. Una sonrisa abre muchas puertas. Eso sí, cuando veas a una persona revisando todos los libros de novela histórica, no trates de meterle con calzador tu historia de zombis, salvo que esté ambientada en la antigua Roma.
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
El hombre ocupa el área ocre de la pista. La mujer, el área aceituna. El hombre, debajo de una mesa liviana. Cerca y silencioso, un enanito disfrazado de enanito de jardín. El haz del “buscador”, quieto, lo ilumina. Se enloquece. Se pasea por el área ocre. Se detiene en el hombre: Romeo, el italiano. Habrán de imaginárselo: candor.
Resulta admirable encontrarse con un libro que guarda sus raíces en la investigación académica y en la fusión de las pasiones por la tradición oral y la ilustración. La cantidad de datos, citas, reflexiones minuciosas, relatos, trazos y nombres aparecen de una manera tan acertada, que en conjunto configuran ese terreno seguro donde entregarnos confiadamente a la lectura.
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