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Algunas Administraciones han izado la enseña LGTBI desoyendo al Tribunal Supremo. Alegan que no cuelgan banderas sino lonas arcoíris en los balcones. Picaresca medieval para pasar por encima del bien y del mal, pero con prácticas propias de “talibanes” para que nadie se atreva a atacar su ideología, sus formas de actuar y su incumplimiento al veto del Tribunal Supremo.
No es momento de los occidentales de incrementar la xenofobia hacia los musulmanes pues muchos de ellos promueven valores como la tolerancia, la compasión y el amor y son activistas directos de asociaciones humanitarias que ayudan a los más vulnerables independientemente de creencias religiosas y pensamientos.
Dejemos que los niños puedan ser niños, y no salten etapas de la vida, de manera que asimilen vitalmente hasta sus propios sueños, en la compañía de sus progenitores. A menudo nos falta tiempo para actos tan esenciales como sonreír y dialogar en familia. Junto a esta irresponsabilidad social, también somos conscientes que vivimos una época de crecientes y sistemáticos ataques hacia todo aquello que es unión de amor y vida.
Según el Diccionario de uso del español de María Moliner: Privilegio es la excepción de una obligación, o posibilidad de hacer o tener algo que a los demás les está prohibido o vedado, que tiene una persona por una circunstancia propia o por concesión de un superior. Por el contrario, Derecho es la circunstancia de poder exigir una cosa porque es justa.
Nada de lo que estamos viviendo y soportando los españoles durante estos ya largos meses de pandemia sigue las reglas de la lógica y de la razón: un virus extraño y desconocido que ha cambiado de raíz nuestros usos, costumbres e incluso nuestros hábitos sociales, culturales o religiosos; un vertiginoso derrumbe de nuestra economía que ha originado ya una peligrosa caída del 18,5 % del PIB durante el segundo trimestre de este año.
Sin embargo, en ocasiones la blasfemia se pronuncia sin plena intención de ofender a Dios, cuando una determinada persona está movida por la ira o por el mal hábito culpablemente contraído, pero contra el que se está luchando; pero, si no se ha retractado de ese mal hábito, no disminuye la culpabilidad, sino que la aumenta.También rechazamos las palabras irreverentes tan frecuentes en famosillos en entrevistas, películas y galas, además de las imágenes, que mezclan lo sagrado con lo mundano e incluso erótico.
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