| ||||||||||||||||||||||
Donald Trump ha encendido la mecha de una guerra comercial global, al imponer aranceles desmesurados a las importaciones de prácticamente todos los países. Con un aumento de la tasa arancelaria con promedio hasta el 22%, la más alta en más de un siglo, el presidente apuesta por una política proteccionista que, lejos de beneficiar a Estados Unidos, podría provocar efectos devastadores en su propia economía.
La imposición por parte de EE.UU. de aranceles al acero y aluminio procedente de la Unión Europea y las contramedidas anunciadas desde Bruselas han marcado el inicio de la guerra comercial transatlántica. Se prevé como escenario de referencia que en 2025 Estados Unidos aplique aranceles entre el 10% y el 25% sobre diversos productos europeos que serán contestados de forma rápida y contundente por los líderes europeos con la esperanza de obligar a EE.UU. a negociar.
Unos seis millones de personas probablemente morirán víctimas de VIH/sida en los próximos cuatro años al cesar los programas de lucha contra la enfermedad sostenidos por Estados Unidos, según se advierte desde Onusida. EEUU ha sido el mayor contribuyente para las campañas de Onusida, incluso con más de 5.000 millones de dólares anuales y un total de 110.000 millones en el período 2003-2023, según cifras de su Agencia para el Desarrollo Internacional (Usaid).
Jeanette Vizguerra comprende demasiado bien la injusticia inherente al sistema de inmigración de Estados Unidos. El lunes pasado, agentes del Servicio de Inmigración arrestaron a Jeanette frente a su lugar de trabajo, en el estado de Colorado. Según se informó, los agentes se le “reían en la cara” mientras la llevaban a una cárcel para inmigrantes de la ciudad de Aurora.
Madrid in Game, iniciativa del Ayuntamiento de Madrid para impulsar la industria del videojuego y la gamificación, continúa su estrategia de expansión internacional con su participación en la Game Developers Conference (GDC) de San Francisco y en eMerge Americas de Miami, dos de las ferias más importantes del ecosistema tecnológico y del videojuego a nivel mundial.
La geopolítica de Afganistán se ha vuelto propicia para peligrosos juegos de seguridad. A la sombra de la competencia entre China y Estados Unidos por cambiar la naturaleza del sistema internacional, Afganistán, como país vecino y ruta de fácil acceso a China desde Estados Unidos, adquiere mayor importancia.
Desde la vuelta de Trump a la Casa Blanca, los pueblos del mundo sentimos una gran incertidumbre y una profunda consternación ante cómo los EEUU con tal presidente a la cabeza ha lanzado una ofensiva global que nos está sacudiendo de nuevas y diversas maneras, desde Gaza a Ucrania, desde los aranceles al impulso de la ultraderecha, y siempre con la guía del saqueo económico y el dominio político-militar del planeta.
Las palabras importan. Cuando los poderosos las utilizan con malicia, las palabras pueden causar daño e incluso matar. Por ello, las palabras que el congresista republicano del estado de Texas Keith Self pronunció recientemente al presidir una audiencia de un subcomité de la Cámara de Representantes de Estados Unidos deben ser condenadas con especial firmeza.
El presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, acaba de declarar que “estamos trayendo la riqueza a EEUU de nuevo”. Por lo que se va viendo, lo fundamental de la política de Trump no son sus delirios ni sus excentricidades, son expresión de los intereses del núcleo mayoritario de burguesía monopolista estadounidense -porque no hablamos de la recién descubierta “tecnooligarquía”-.
El odio a Trump tiene elementos de despecho y rabieta adolescentes. Como si tuviéramos enfrente de nuevo a ese abusón de clase, a aquel amor que nos daba portazo de repente o al severo padre que nos castigaba sin paga. Trump es un tipo difícil de querer y fácil de odiar. Empiecen preguntando a su madre, mujer y amantes.
Durante décadas, Estados Unidos ejerció un papel hegemónico en la escena internacional, asumiendo en gran medida el rol de “sheriff del mundo”. Tras la Segunda Guerra Mundial y a lo largo de la Guerra Fría, su presencia militar y política proporcionó un paraguas de seguridad a muchos países, especialmente en Europa. Sin embargo, en los últimos años —y de forma más notoria bajo el mandato de Donald Trump— se ha observado un cambio en esta estrategia.
En el discurso que pronunció el martes ante la sesión conjunta del Congreso estadounidense, el presidente Donald Trump dijo muchas mentiras y, con arrogancia, afirmó: “No hemos hecho más que empezar”. Los tribunales federales tampoco han hecho más que empezar y ya hay decenas de demandas en curso contra las órdenes ejecutivas emitidas por Trump.
Los dirigentes europeos, con el eco de todos los grandes medios de comunicación y del poder financiero, se empeñan en decirnos que Europa debe multiplicar sus presupuestos para gastos militares como única forma de tener seguridad y autonomía y, además, que eso ha de hacerse reduciendo el Estado de Bienestar. A mi juicio, están completamente equivocados.
La historia está plagada de rincones oscuros y pasajes olvidados que rara vez encuentran espacio en los manuales y, entre ellos, brilla el decisivo papel de España en la independencia de Estados Unidos. Mientras los nombres de Washington o Franklin se graban con letras doradas en los anales de la revolución norteamericana, pocos recuerdan que un astuto gobernador español, Bernardo de Gálvez, tejía una red de apoyo fundamental para los rebeldes.
Desde la era de Ronald Reagan hasta la presidencia de Donald Trump, la psicología colectiva en Estados Unidos ha experimentado cambios significativos. A medida que el uso de antidepresivos ha aumentado un 400 % desde 1994, es evidente que la infelicidad y la ansiedad se han convertido en problemas crecientes en la sociedad estadounidense.
Cualquier persona normal y con los más elementales visos de educación habrá sentido vergüenza por el espectáculo tan denigrante y ofensivo que ofrecieron al mundo Trump y J.D. Vance, en el que acorralaron al presidente de Ucrania, sometiéndolo a una humillación jamás vista en la Diplomacia.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el hombre más rico del mundo, Elon Musk, han desatado un caos a nivel internacional con las medidas que están adoptando en su intento de desguazar el Estado federal estadounidense, que incluyen despidos en masa y congelación de fondos.
Estamos presenciando, de la forma más clara y más rotunda, cómo el dinero, los negocios, las conquistas, las supremacías por raza, riqueza, armamento... se han convertido en las nuevas armas para conquistar y reorganizar el nuevo mundo.
El estallido de la guerra del Chaco, en 1932, fue el fracaso final de la Comisión de Neutrales de Washington, gestada en tiempos del aislacionismo que signó la política exterior norteamericana en la década de 1920. La doctrina aislacionista, fundacional de EEUU, fundamentada en expresiones de George Washington, determinó el alejamiento de Estados Unidos de la Liga de las Naciones.
Sencillamente, no, no toca hoy mirar a otro lado mientras el mundo se adentra en el abismo de la sinrazón, el totalitarismo, el fascismo y el conflicto de la radicalidad entre polos. No, no toca hoy aparecer impávido ante la muerte de la libertad y al asesinato en directo del significado mismo del principio de igualad a golpe de talonario de los nuevos ideólogos del nazismo patrio 4.0 que con su riqueza quieren hacer claudicar el espíritu mismo de la democracia en el mundo actual.
|