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Creo, sinceramente, que sólo existen tres armas para poder descubrir y destruir el avasallamiento, y conseguir, de esa forma, una realidad social justa que predomine en una democracia moderna: el careo, primero, las manifestaciones pacíficas, segundo y, llegado el caso, la desobediencia civil.
El famoso “incognito social” ha desaparecido. El individuo del siglo XXI, puede presumir de legislación de derechos universales, al mismo tiempo que llevar bajo el brazo los rollos de demandas interpuestas por incumplimientos de los mismos.
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