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Diríase que la atención ciudadana es algo real —al menos en lo presencial, porque no queda otro remedio para los oficiantes—, pero el hecho es que no se tiene en cuenta otras dosis de irrealidad del asunto, cuando lo que se publicita como atención, en ocasiones, resulta ser desatención.
Las dificultades nos acorralan, hasta el extremo que toda la humanidad está siendo puesta a prueba, con un aluvión de amenazas y dejadeces que nos suelen sacrificar con la más tremenda de las desolaciones, afectando de manera desproporcionada a los ascendientes, exacerbando así su vulnerabilidad.
Estamos en un momento de verdadero atropello, por mal llamarlo de alguna forma, en cuanto a las personas mayores y también de los que por problemas de cualquier otro tipo, como económico, no tienen acceso ninguno a realizar telemáticamente los procesos que les piden, en los diversos organismos, con lo cual no pueden acceder ni a las ayudas, ni a nada, porque están dentro de esa brecha digital donde no se admite nada personalizado como antes.
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