Dos y dos, cuatro, cuatro aromas bellos...

Tú y yo, senderos de tierra batida, de nuestro querer.

Con letra sincera Ángel habla claro, Profundidad en su alma observo...

Me enamoro de quien menos debo, de aquel cuyas cualidades...

En tu saber está aún mi presencia.

Es sol, está cerca de Dios, es santo, es el verdadero amor.

Esta rosa está fundida de tanto olerla.

Sólo su recuerdo me hace sentir feliz en un sueño me dijo "pronto estarás junto a mí" y es que me estaba llevando...

Laberintos, de mil caminos cerrados, sin tu querer, laberintos...

Aquel día gris, Dios me empujó por la espalda con un golpe suave,

Sé amor, libre como el viento las mejillas me toca y yo pienso en él de quien no puedo aún ser su entrega.

Al final de mí, caminas descalza, sobre los poros de mi piel.

Su madrina la crió, ella era especial, siempre iba arreglada, maquillada, con joyas y bien peinada.

El sin tú de ti en mí...

Brindis de café con gatos Que se mueven entre uno.

Cuando te miro llega la salvación a mi pobre y enfermo corazón.

El pasado retorna sobre tus retinas.

​Por un instante ha callado todo y la tarde se ha vuelto de oro. En los tejados, el reflejo de las ramas moviéndose rompe la fotografía de una tarde de tránsito. Es la cadencia de un viento que quiere ser calma, de un viento al que el otoño obliga a ser rudo, un viento suave, de paso entre tormentas.

Mañana será otro día...

Mil veleros claman "libertad".