En el ciclismo todo es extraordinario: recorridos kilométricos, ascensiones con porcentajes inhumanos, calendarios cargados de competiciones, descensos y caídas vertiginosas, tecnologías de última generación, aficionados agolpados en las cunetas, escándalos consecuencias del dopaje… Todo es a lo grande. Todo excepto el dinero de los ciclistas. En comparación a otros deportes, éstos no son millonarios y sí trabajadores de la bicicleta. El ganador del Tour de Francia se embolsará unos 450.000 euros; en Roland Garros, el vencedor supera el millón de euros.