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Cuando se empieza a discutir la posible formación de un nuevo gobierno de coalición progresista en España vuelve a hablarse de medidas económicas que suelen concitar bastante desacuerdo entre economistas. Con los precios de muchos bienes y servicios básicos, como los alimentos o la vivienda, todavía subiendo, aunque el índice general se haya frenado, desde la izquierda se proponen controlarlos legalmente.
Muchas de las personas que lean estas líneas quizá no hayan oido hablar nunca de los «fondos buitres» o no sepan a qué se dedican y por qué se llaman así. Voy a explicar a continuación de una manera muy sencilla y elemental cómo operan y el daño tan grande que hacen, porque es tanto el silencio habitual que suele haber en torno a ellos que bien se les podría aplicar el verso de Dante: «No meditáis en cuánta sangre cuesta».
En la web de articulos de lujo pagerie.com se presenta la bolsa para recoger la caca del perro que vale 146,95 euros como “un complemento imprescindible para su paseo”. Es barata, si se tiene en cuenta que la de Valentino Garavani cuesta 370 euros. Otras firmas ofrecen productos mucho más caros para las mascotas. Para las mascotas de los ricos, se entiende.
Uno de los mitos más extendidos en nuestra sociedad es que la economía capitalista en la que vivimos funciona o puede funcionar guiada tan sólo por una mano invisible que, a partir de la simple iniciativa individual, organiza todo el orden económico garantizando -automáticamente y sin necesidad de ninguna otra intervención- estabilidad y plena satisfacción de los intereses generales.
El 19 de octubre del año pasado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, escribió (con toda la razón) el siguiente mensaje en la red X (antes Twitter): «Los ataques de Rusia contra infraestructura civil, especialmente eléctrica, son crímenes de guerra. Los cortes de agua, electricidad y calefacción cuando llega el invierno a hombres, mujeres y niños son actos de terror».
Una investigación de hace un par de años calculó que de 1960 a 2018 los países del Norte se han apropiado de 62 billones de dólares procedentes de Africa, lo que hubiera representado 152 billones si se hubieran quedado allí y hubieran ayudado al crecimiento económico del continente. Es una cantidad 15 veces superior a lo que se necesitaría para acabar con la pobreza en toda Africa.
El vicesecretario y responsable de economía del Partido Popular, Juan Bravo Laguna, acaba de publicar un video (aquí) en el que demuestra que no tiene ni idea de economía. No se pueden decir más barbaridades en menos tiempo. Dice Juan Bravo: «Debemos aplicar esa sabiduría popular, eso que todos hacemos en nuestras casas, a las cuentas públicas… no gastar lo que no se tiene».
El semanario The Economics calculó en un informe publicado el pasado mes de febrero que las empresas, hogares y gobiernos de 58 países que en conjunto representan el 90% del PIB mundial pagaron en 2022 un total de 13 billones de dólares en intereses a las entidades financieras, 2,6 billones más que en 2021. Casi lo mismo que el dinero destinado a salud y educación en todo el mundo.
Como bien sabe quien me lea, no sólo mantengo bastantes discrepancias con Podemos por sus posiciones políticas. También, porque creo que quien dirige una formación política debe cuidar y querer a la gente y yo no me sentí así cuando elaboré el famoso documento de debate para su programa económico. Sin embargo, me siento en la obligación moral de manifestar mi solidaridad con sus dirigentes tras la cacería judicial y mediática a la que han sido sometidos.
Han causado sorpresa unas recientes declaraciones de un promotor inmobiliario australiano, Tim Gurner, sobre el desempleo y se están comentando como si fuesen la simple salida de tono de un millonario excéntrico. Ha dicho Gurner en un congreso de su sector: «Necesitamos que aumente el desempleo (…) Tiene que aumentar un 40-50%. Necesitamos ver dolor en la economía. Necesitamos recordar a la gente que son ellos los que trabajan para el empresario y no al revés».
Dicen que el alpujarreño Natalio Rivas fue el último de los caciques. Abogado, juez y académico, ocupó todo tipo de cargos políticos (presidente de diputación, concejal, teniente de alcalde, director general, subsecretario, ministro, diputado y procurador en Cortes en el franquismo) y algunos de ellos en diversas ocasiones.
Hagamos, en primer lugar, la prueba del algodón: Si la amnistía de los delitos cometidos por Puigdemont y otras personas fuera realmente una solución democrática y auténtica de los problemas de Cataluña ¿por qué ni el PSOE ni Sumar llevaban esta «solución» en sus programas electorales?
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