Juan Carlos Navarro. Jugador de otra galaxia. Esto no es nuevo porque cuenta en su bagaje con unas cuantas exhibiciones. Lo importante es saber mantenerse en la cumbre durante tantos y tantos encuentros con sabor a historia. Sus 26 puntos son una mera estadística. Lo fundamental radica en cómo se echó al equipo en la espalda, justamente cuando el Caja Laboral buscó plantear batalla. Si el Barça tuvo estrella; los vasconistas sí echaron en falta el protagonismo de San Emeterio y Teletovic. Por consiguiente, el 75º aniversario de la Copa del Rey obtiene como regalo una final entre el aspirante Real Madrid y el campeón Barcelona.
Las derrotas sirven como aprendizaje. Bien lo saben en Barcelona, donde aún se recuerda el varapalo sufrido a manos del Caja Laboral en la final de la última edición de la Copa del Rey. Por eso mismo, cuanto antes se encauzara el encuentro mucho mejor para la salud mental de los azulgranas. Se evitan fantasmas. Sólo así se explica el arranque en quinta velocidad de los pupilos de Xavi Pascual. Cuando sólo se habían disputado 7 minutos de juego, las diferencias ya eran notables en los marcadores (17-6). No sólo eso, porque aunque sea un dato importante, lo fundamental estaba en la intensidad del juego y en la claridad de ideas, con Ricky Rubio como cerebro de operaciones ofensivas.
El partido pareció finiquitado cuando se cerró el primer cuarto: 21-11. El Barcelona estaba actuando como un conjunto coral, con rápidos movimientos, tiros certeros y una defensa asfixiante, como si se tratasen de los últimos segundos de una Euroliga. El Caja Laboral no era capaz de frenar sus diferentes hemorragias, concentradas en su obtuso juego de balón y en sus erráticos porcentajes de tiro: 27% en tiros de 2 y 33 en triples.
El Caja Laboral plantea batalla
Por sorprendente que parezca, el Caja Laboral se presentó al descanso con más vida de la esperada tras los diez primeros minutos. Es decir, sólo perdían de 3 puntos (39-36). La reacción fue antológica. Más a base de garra que de juego, con mejor intensidad en defensa, donde ya no tenían un coladero, y con una mayor precisión en los pases y en los tiros a canasta. El artífice estuvo en Logan, cuya dirección aportó más frescura que un discreto Huertas. A los méritos del estadounidense se suma el aporte de Barac y Bjelica.
El Barça sufrió. No en exceso, pero se veía más incómodo. Quizá pensando en el pasado. Fue entonces cuando apareció la figura de Navarro. Lanzado a por su primer MVP en Copa del Rey, Navarro se echó al equipo a su espalda. Lo mantuvo en el encuentro. Lo sostuvo en el marcador con 15 puntos entre los dos primeros cuartos y unos porcentajes de escándalo. Su clase de baloncesto prosiguió tras el perceptivo descanso. Comenzó con un triple, con unas cuantas asistencias y controlando todos los ataques, mancando los tiempos, convirtiéndose en el amo de un encuentro que sí murió durante el tercer cuarto.
Anderson, el escudero
El Barcelona despertó de su descanso y apretó nuevamente el acelerador a fondo. Ésta vez sin opción de retorno para el Caja Laboral, cuyos sueños de finales sólo estaban concentrados en Barac, una pesadilla para los jugadores interiores del Barcelona hasta que le acabaron secando. Lógicamente Navarro no ganó en solitario el billete hacia la final. Fueron momentos para Anderson, un extraordinario fichaje que convirtió sin fallo siete puntos consecutivos como preludio de una segunda parte para enmarcar. Y acabó con 17 puntos, de los cuales sólo 2 fueron en la primera parte.
El Caja Laboral, sin la energía de costumbre, sin los puntos de San Emeterio (primera canasta a algo más de 3 minutos para la conclusión), sin el polivalente Teletovic, sin el eléctrico Huertas, sin fondo de armario… se fue diluyendo víctima de sus ausencias y del enorme poderío del Barcelona. El campeón defenderá trofeo ante su mayor enemigo, un Real Madrid crecido desde el sufrimiento. ¿Renovará corona el Barcelona? ¿Acabarán los de Messina con su doble maleficio de 18 años de sequía y su carrusel de derrotas en los clásicos? La solución, en menos de veinticuatro horas. La Copa del Rey ya tiene su final soñada.