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Baloncesto
Etiquetas | COPA DEL REY - CUARTOS DE FINAL
La Penya, digno adversario, fue víctima de su juventud y del arsenal azulgrana

El Barcelona ejerce de campeón ante el Joventut (86-66)

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La Copa del Rey es un torneo donde se requiere de contar con gente experta en encuentros a vida o muerte y con la mente muy fría. El talento, lógicamente, cuanto más mejor. Los dos primeros ingredientes, sin embargo, son básicos en cualquier entidad que desee aspirar a la corona de una competición de digestión rápida. El Barcelona reúne todos estos factores en su organismo y más. Todo lo contrario sucede en el DKV Joventut, donde su imberbe, y prometedora, plantilla carece actualmente de este aprendizaje en sus genes. Consecuentemente, tampoco hubo sorpresa.

FICHA TÉCNICA
86 –Regal Barcelona: Ricky Rubio (6), Navarro (9), Anderson (5), Lorbek (5) y Perovic (2) -quinteto-; Sada (2), Lakovic (8), Fran Vázquez (2), Ingles (15), Ndong (18), Morris (4) y Grimau (10).
66 – DKV Joventut: Robinson (11), Franch (11), Hosley (13), Trias (8) y Mcdonald (13) -quinteto-; Homs (0), Ventura (-), Tomás (8), Suárez Castro (-), Flis (0) y Jelinek (2).
Parciales: 24-18, 19-15, 15-19, 28-14.
Árbitros: Redondo, Bultó y Perea.
Incidencias: Partido correspondiente a los cuartos de final de la Copa del Rey, disputado en el Palacio de los Deportes ante 12.950 espectadores.

DATOS DESTACABLES

Lo mejor:El Barcelona, aunque tarde, exhibió todo su armamento. Tiene escasos puntos débiles. Anotaron todos sus jugadores y sus últimos minutos fueron de gran brillantez, aunque ya por entonces, el encuentro estaba ya muerto.
Lo peor: Los porcentajes de tiro de dos puntos del Joventut (un irrisorio 38%) y sus 16 pérdidas de balón. Desde el triple sólo obtuvieron un 36%. Ya se sabe, en baloncesto, los números son importantes. No engañan.
La clave:La experiencia del Barcelona mezclada con la ansiedad de los imberbes del DKV resultó determinante a la hora de inclinar el resultado a favor del campeón. Se notó en los momentos decisivos del este último cruce de cuartos.
El dato:Madrid, una ciudad muy cosmopolita, empieza a vivir a fondo la Copa del Rey. El colorido y los cánticos de las aficiones realzan este deporte conocido como baloncesto. Varias disciplinas deportivas deberían aprender de cómo se potencia el deporte.

Rafael Merino / Palacio de los Deportes (Madrid)

El descaro es un arma muy recurrente en los conjuntos con gente con edad prometedora, como sucede en el club de Badalona. De los doce convocados, ocho son canteranos. El futuro es suyo; el presente, sin embargo, les queda grande, máxime cuando enfrente está el Barcelona, donde los recursos abundan en todos los sentidos. El Joventut, pese a caer derrotado, fue un digno adversario, puesto que alcanzó unos límites impensables cuando el balón se fue al aire.

A falta de dos minutos para la conclusión del tercer cuarto, la Penya soñó con la proeza. Un mate de Trías, continuación a dos acciones magistrales de Franch, situaron el marcador en un apretado 52-51. La situación era completamente anómala. Nunca se pensó en esos guarismos después de tantos minutos. Pero así es esta Copa y así es el descaso de los jóvenes verdinegros.

Porque hasta ese momento, el Barcelona apenas necesitó de sudar la camiseta. Le bastó con hacer un baloncesto de abecedario, muy administrativo, y aprovecharse de los defectos del conjunto de Pepu Hernández. Es decir, concentrados en la inexperiencia y el saber manejarse en este tipo de citas. La defensa era un flan (apenas hicieron faltas en el primer tiempo), sus transiciones eran precipitadas, sus lanzamientos en situaciones incómodas y se echaba en falta a un hombre anotador como English. El Barcelona, con poco, se puso arriba desde el comienzo. En el segundo cuarto, en un visto y no visto, alcanzaron los 10 puntos de diferencia.

Avalancha final
Todo parecía decidido. El descanso, sin embargo, refrescó las ideas del Joventut. O mejor dicho, se convirtieron en un equipo más disciplinado. Y tiraron de descaro. De esta manera se pusieron a un solo punto. Tocaron, sin embargo, su límite. Sus fuerzas se cayeron en cadena, echaron en falta un fondo de armario más bonito. Y sobre todo, fueron víctimas de un pisotón de acelerador del Barcelona. Éstos sintieron que el panorama olía a sorpresa y, ya con el público en contra, decidieron jugar como un grupo coral. Es decir, juego de memoria y canastas en cadena. Y defendiendo fuerte. Al Joventut, lógicamente, se le hizo de noche. Se acabó su sueño; no su aprendizaje. En próximas citas quizá sí puedan hacer frente al campeón.

El Barcelona ejerce de campeón ante el Joventut (86-66)

La Penya, digno adversario, fue víctima de su juventud y del arsenal azulgrana
Redacción
viernes, 11 de febrero de 2011, 22:19 h (CET)
La Copa del Rey es un torneo donde se requiere de contar con gente experta en encuentros a vida o muerte y con la mente muy fría. El talento, lógicamente, cuanto más mejor. Los dos primeros ingredientes, sin embargo, son básicos en cualquier entidad que desee aspirar a la corona de una competición de digestión rápida. El Barcelona reúne todos estos factores en su organismo y más. Todo lo contrario sucede en el DKV Joventut, donde su imberbe, y prometedora, plantilla carece actualmente de este aprendizaje en sus genes. Consecuentemente, tampoco hubo sorpresa.

FICHA TÉCNICA
86 –Regal Barcelona: Ricky Rubio (6), Navarro (9), Anderson (5), Lorbek (5) y Perovic (2) -quinteto-; Sada (2), Lakovic (8), Fran Vázquez (2), Ingles (15), Ndong (18), Morris (4) y Grimau (10).
66 – DKV Joventut: Robinson (11), Franch (11), Hosley (13), Trias (8) y Mcdonald (13) -quinteto-; Homs (0), Ventura (-), Tomás (8), Suárez Castro (-), Flis (0) y Jelinek (2).
Parciales: 24-18, 19-15, 15-19, 28-14.
Árbitros: Redondo, Bultó y Perea.
Incidencias: Partido correspondiente a los cuartos de final de la Copa del Rey, disputado en el Palacio de los Deportes ante 12.950 espectadores.

DATOS DESTACABLES

Lo mejor:El Barcelona, aunque tarde, exhibió todo su armamento. Tiene escasos puntos débiles. Anotaron todos sus jugadores y sus últimos minutos fueron de gran brillantez, aunque ya por entonces, el encuentro estaba ya muerto.
Lo peor: Los porcentajes de tiro de dos puntos del Joventut (un irrisorio 38%) y sus 16 pérdidas de balón. Desde el triple sólo obtuvieron un 36%. Ya se sabe, en baloncesto, los números son importantes. No engañan.
La clave:La experiencia del Barcelona mezclada con la ansiedad de los imberbes del DKV resultó determinante a la hora de inclinar el resultado a favor del campeón. Se notó en los momentos decisivos del este último cruce de cuartos.
El dato:Madrid, una ciudad muy cosmopolita, empieza a vivir a fondo la Copa del Rey. El colorido y los cánticos de las aficiones realzan este deporte conocido como baloncesto. Varias disciplinas deportivas deberían aprender de cómo se potencia el deporte.

Rafael Merino / Palacio de los Deportes (Madrid)

El descaro es un arma muy recurrente en los conjuntos con gente con edad prometedora, como sucede en el club de Badalona. De los doce convocados, ocho son canteranos. El futuro es suyo; el presente, sin embargo, les queda grande, máxime cuando enfrente está el Barcelona, donde los recursos abundan en todos los sentidos. El Joventut, pese a caer derrotado, fue un digno adversario, puesto que alcanzó unos límites impensables cuando el balón se fue al aire.

A falta de dos minutos para la conclusión del tercer cuarto, la Penya soñó con la proeza. Un mate de Trías, continuación a dos acciones magistrales de Franch, situaron el marcador en un apretado 52-51. La situación era completamente anómala. Nunca se pensó en esos guarismos después de tantos minutos. Pero así es esta Copa y así es el descaso de los jóvenes verdinegros.

Porque hasta ese momento, el Barcelona apenas necesitó de sudar la camiseta. Le bastó con hacer un baloncesto de abecedario, muy administrativo, y aprovecharse de los defectos del conjunto de Pepu Hernández. Es decir, concentrados en la inexperiencia y el saber manejarse en este tipo de citas. La defensa era un flan (apenas hicieron faltas en el primer tiempo), sus transiciones eran precipitadas, sus lanzamientos en situaciones incómodas y se echaba en falta a un hombre anotador como English. El Barcelona, con poco, se puso arriba desde el comienzo. En el segundo cuarto, en un visto y no visto, alcanzaron los 10 puntos de diferencia.

Avalancha final
Todo parecía decidido. El descanso, sin embargo, refrescó las ideas del Joventut. O mejor dicho, se convirtieron en un equipo más disciplinado. Y tiraron de descaro. De esta manera se pusieron a un solo punto. Tocaron, sin embargo, su límite. Sus fuerzas se cayeron en cadena, echaron en falta un fondo de armario más bonito. Y sobre todo, fueron víctimas de un pisotón de acelerador del Barcelona. Éstos sintieron que el panorama olía a sorpresa y, ya con el público en contra, decidieron jugar como un grupo coral. Es decir, juego de memoria y canastas en cadena. Y defendiendo fuerte. Al Joventut, lógicamente, se le hizo de noche. Se acabó su sueño; no su aprendizaje. En próximas citas quizá sí puedan hacer frente al campeón.

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