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La Constitución irakí no resuelve todos los problemas

Marianna Belenkaya
Redacción
martes, 18 de octubre de 2005, 22:31 h (CET)
La Constitución de Iraq se ha aprobado. Todavía faltan los datos oficiales definitivos de los resultados que ha arrojado el referéndum que se celebró en el país el 15 de octubre, pero los resultados preliminares dan fundamento para afirmarlo.

La promulgación de la Constitución es, sin lugar a dudas, un avance en el camino de edificación de un nuevo Estado iraquí. El problema consiste en cómo van a disponer de los frutos de su victoria las nuevas autoridades de Iraq. Hoy día su tarea fundamental consiste en lograr la consolidación de la sociedad.

En contra de la aprobación de la Constitución la aplastante mayoría de los votantes se manifestó en dos provincias. El hecho de que en otras 16 la Constitución haya sido respaldada (menos del 100 por 100, pero un apoyo considerable) no aligera mucho la tarea de los dirigentes iraquíes. Los "protestantes" viven en el "triángulo sunita", que es el foco principal de resistencia a las autoridades. Además, ciertos representantes de la comunidad sunita manifiestan que los resultados del referéndum fueron falsificados. Ellos no pueden probar su justedad, porque la comunidad mundial ha aprobado y respaldado el sistema de organización de la votación, pero tales afirmaciones complican la situación, la que de por sí es intranquila.

La mayoría de los iraquíes que votaron en contra de la Constitución no reconocen el camino elegido por las nuevas autoridades del país. Mas ello no significa que ellos se nieguen a dialogar. Y si se menosprecia la opinión de esta parte de la población y no se la integra en los procesos de construcción del nuevo Estado, no podrá tratarse de conseguir estabilidad y tranquilidad. El referéndum celebrado en torno a la Constitución de Iraq es un paso que hacía falta dar para cumplir el horario de desarrollo del proceso político en el país, fijado en la resolución 1546 del Consejo de Seguridad de la ONU, así comentan la situación en el Ministerio de Exteriores de la Federación de Rusia. No importan las dudas y recelos que expresen expertos internacionales y los propios iraquíes con respecto al texto de la Constitución, todo el mundo reconoce que sin ese documento el desarrollo de Iraq se pararía. Sin la Constitución es imposible formar autoridades permanentes que asuman la responsabilidad por sus acciones y con las que se podría sostener negociaciones, por ejemplo sobre la firma de contratos económicos, que es un problema muy actual para Moscú.

La Constitución aprobada por la mayoría de los iraquíes deviene base de desarrollo del país. Pero tampoco se debe olvidar que de igual modo podría provocar la escisión de Iraq. Es positivo que las autoridades iraquíes empiecen a comprender tal peligro. Por fin, ellas han empezado a dar pasos para no admitir el desarrollo de acontecimientos según ese trágico guión que lleva a una guerra civil. "Sabemos que existe polarización. Iraq es una familia grande. Y si una parte de la familia no se siente feliz, la vida se hace difícil en la casa", manifestó el portavoz del Gobierno iraquí Laith Kubba.

Es simbólico que de hecho inmediatamente después de la aprobación de la Constitución en Iraq se inaugure la conferencia de unidad nacional bajo presidencia del ex primer ministro Ayiad Alaui, la que está llamada a unir a representantes de diversas organizaciones políticas y trata de zanjar los litigios que hay en la sociedad iraquí. De la feliz culminación de ese foro depende en mucho grado el futuro desarrollo de Iraq.

Permite esperar el logro de la concordia en la sociedad iraquí también el que en vísperas de la celebración del referéndum se haya tomado la decisión de que la Constitución podría ser enmendada en un futuro. En Moscú han valorado positivamente tal decisión. Esperamos que los iraquíes sigan buscando la solución de los más importantes problemas de la futura organización de su sociedad por medio de sostener diálogo a nivel nacional, hacer concesiones y considerar los intereses de todos los grupos étnicos y comunidades religiosas, manifestó el Ministerio de Exteriores de Rusia.

Es de señalar que los diplomáticos rusos, desde el momento mismo del derrocamiento del régimen de Sadam Husein hablan de que el proceso político en Iraq debe descansar sobre el consenso entre diversas capas de la sociedad iraquí.

Pero en vez de alcanzar consenso en el país, puede producirse un brusco empeoramiento de la situación. El 19 de octubre empieza el proceso contra Sadam Husein. En relación con ello se pronostica intensificación de la actividad terrorista. Pero el peligro más grave no consiste en el empeoramiento de la situación en materia de seguridad, sino en que una parte de los iraquíes puedan percibir dicho proceso como una farsa y empiecen actos de venganza entre varios grupos de la población.

De hecho nadie pone en tela de juicio la culpabilidad de Sadam Husein. La cuestión consiste en el grado de la objetividad, el profesionalismo y la legitimidad que va a tener el tribunal. No se debe olvidar que la resistencia iraquí y los terroristas internacionales pueden utilizar en su favor el que el proceso se desarrolle en una época en que en territorio de Iraq siguen permaneciendo tropas extranjeras. El exitoso desenlace del proceso depende en gran medida del comportamiento digno y la contención que muestren las nuevas autoridades iraquíes. En esencia, el proceso será una prueba tanto para ellas como para la nueva Constitución del país.

Algo más tarde, en diciembre, deben celebrarse las elecciones al parlamento iraquí, el cual a su vez va a formar un Gobierno permanente, el que cargará con todos los problemas pendientes que le dejaron sus antecesores, tales como el desempleo, el suministro de electricidad y agua, sin hablar ya de las garantías de seguridad.

O sea que la Constitución de por sí no cambia nada en la vida de Iraq.

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Marianna Belenkaya es analista de RIA "Novosti".

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