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Científicos rusos ofrecen un nuevo enfoque al problema de los incendios forestales

Tatiana Sinitsina
Redacción
martes, 16 de agosto de 2005, 03:47 h (CET)
Este año, en agosto, el mes más peligroso de la temporada en el sentido de ignición, en Rusia arden de 250 a 300 incendios forestales al día, o 2 veces menos que en agosto del año pasado. En total, desde el comienzo de la temporada de incendios (que de costumbre empieza en marzo) se declararon 10 058 incendios forestales, que se propagaron a 219 981 hectáreas.

Contra el período análogo de 2004, su número se redujo en el 47,4 por ciento, y el área afectada por el fuego, en el 41,2 por ciento. Si lo comparamos con los datos obtenidos a lo largo del último decenio, el resultado impresionará aún más: durante ese período anualmente se registraban 34 mil incendios, como término medio, en los que perecían hasta dos millones de hectáreas de bosques por temporada, o el 0,2 por ciento de los fondos forestales. Son unas cifras que parecen ser chocantes, pero según la Doctora en Biología, Tatiana Potapova, son indicadores mejores que el término medio mundial: el 0,5 por ciento anual.

Verdad que las valoraciones cuantitativas de los incendios no siempre reflejan el cuadro verídico. El académico Alexander Isaev sostiene, por ejemplo, que en realidad en Rusia el fuego abrasa áreas dos veces mayores, pero en ciertas regiones septentrionales de Siberia y Lejano Oriente los incendios simplemente no se registran. En total, en el país hay 2,7 millones de hectáreas de bosques por los que no responde nadie y que no se controlan por faltar allí la respectiva infraestructura.
Pero las tendencias positivas en la lucha contra los incendios están a la vista. Según Roman Schipov, asesor del director de la Agencia Federal de Economía Forestal, la actual situación favorable es resultado de las medidas que se adoptan enérgicamente este año. En primer lugar, se duplicaron los recursos destinados para la profilaxis y para extinguir incendios en la etapa inicial.

La Agencia asignó para estos fines 800 millones de rublos. Otros 900 millones se invirtieron para la realización de un proyecto piloto en materia de usufructo de bosques, para la adquisición y suministro de maquinaria pesada de extinción de incendios en las regiones que presentan el mayor peligro: los Territorios de Jabarovsk y Krasnoyarsk (en el Este del país) y las provincias de Arjanguelsk y de Leningrado (en la parte europea). Las inyecciones financieras han permitido intensificar los vuelos de inspección de la aviación antiincendios, mejorar el sistema de aviso y la limpieza de los bosques de árboles secos y caídos.

Este año ha empezado a realizarse en la práctica la Concepción de Protección de los Bosques contra Incendios, elaborada por los científicos del Centro para los Problemas Ecológicos y de Productividad de Bosques, de la Academia de Ciencias de Rusia, la que recoge enfoques nuevos por principio de la lucha contra el fuego. Por ejemplo, se propone clasificar incendios, distinguiendo entre aquellos que hace falta apagar y aquellos que deben desarrollarse espontáneamente.

Se trata de un principio práctico que tiene fundamentación científica. Lo de dedicarse a la extinción de incendios que han escapado al control es el más irracional método de gastar recursos en la protección de los bosques, si el fuego no presenta peligro para la población local o las dependencias económicas, sostiene Gueorgui Korovin, director del Centro para los Problemas Ecológicos y de Productividad de los Bosques. Él califica de errónea la política de extinción total de los incendios, sin excepción alguna, aplicada en los años pasados.

La ciencia enfoca hoy día los incendios como un factor natural de acción permanente, el que garantiza el desarrollo natural de procesos en los sistemas ecológicos forestales. Al quemar la hierba vieja y los matorrales, el fuego libera espacio para las plantas jóvenes, ayudando de este modo a mejorar el hábitat de los animales silvestres y liquidando los focos de concentración de muchos parásitos y plagas. Para ciertos sistemas ecológicos el fuego es de necesidad vital. Por ejemplo, las piñas de muchos tipos de pinares se abren para arrojar semillas sólo bajo efectos del fuego. Según científicos, la taiga siberiana y otros macizos de coníferos de la parte asiática del continente deben su origen precisamente a los incendios.

La Concepción prevé también introducir más enérgicamente el método de aplastar incendios con la ayuda del fuego, el cual hasta hace poco no era muy popular en Rusia. Pero ya lo utilizan en el Territorio de Krasnoyarsk bajo la dirección de científicos del Instituto de los Bosques Sukachev, de la Academia de Ciencias de Rusia, ubicado en el Territorio. El jefe del laboratorio de la pirología forestal del Instituto, Erik Valendik, Doctor en Ciencias Agrícolas, afirma que el incendio controlado es el método más eficaz y más barato de conservar y formar la estructura forestal.

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Lo que voy a decir no se apoya -no lo pretende, además lo rechaza- en ningún argumento científico. Rechazo en general lo científico porque proviene, tal caudal de conocimiento, de la mente humana matemática, fajada y limitada, sobre todo no mente libre sino observante desde muchos filtros atascados de prejuicios.

No es ninguna novedad que vivimos en un tiempo donde el pulso de la coexistencia social parece haberse acelerado en una deriva incomprensible, enfrentándonos con la paradoja de una humanidad cada vez más próxima, sin que ello se traduzca necesariamente en la cercanía o comprensión mutua.

El filólogo humanista Noam Chomsky decía que “si no se está de acuerdo con una cuestión, el hecho de formular y escuchar críticas, forma parte de la convivencia, y así se espera que sea”. De este modo, Chomsky argumenta el derecho y obligación a ejercer la crítica como proceso para la construcción de la convivencia.

 
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