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Mientras una ingenua campaña advierte que el narcotráfico se prepara para volver al poder en Paraguay, lo cierto es que nunca lo dejó

El Narcotráfico ya está en el gobierno

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Uno de los más inconsistentes discursos que ha sido lanzada a la palestra política paraguaya en los últimos tiempos es el que afirma que de la mano de la partidocracia corrupta, el narcotráfico se prepara para volver al poder en Paraguay.  No es difícil descubrir que en realidad, quienes en este pais declaran la guerra a las drogas en realidad lo hacen para monopolizar ellos el negocio.

La mayoría de quienes emiten estos hilarantes discursos son quienes acompañaron hasta hace poco al cura Fernando Lugo en el gobierno, y olvidan que fue precisamente durante su administración que los paraguayos pudieron corroborar que el mismo jefe de la policía también ejercía la jefatura del narcotráfico.  Fue también bajo el gobierno de marras que fue nombrado jefe de la Inteligencia de la Fuerza Aérea un coronel que había pasado años en las cárceles argentinas por narcotráfico.

Los insurgentes del EPP, la guerrilla que aterroriza a la oligarquía paraguaya, opina que “El peor "crack ", el que destruye el sistema nervioso central y los pulmones de los paraguayos, el que causa sensación de angustia, frustración e inseguridad a los pobres, es el dominio de la oligarquía y sus sicóticos politiqueros. Estos son los responsables de la destrucción de miles de niños y jóvenes por las drogas. Sus socios, los narcotraficantes, no son sino capitalistas que manejan un negocio ilegal. Forman parte del club de los ricachones”.

Para el EPP, el narcotráfico hace tiempo está en el gobierno: “En el Paraguay, el narcotráfico está íntimamente ligado a los órganos de seguridad del Estado y a los políticos de diversos colores” dicen con seguridad.

El doble discurso respecto a las drogas es desnudado por los insurgentes en los siguientes términos: “Los grandes magnates de los bancos no viven como pandilleros, pero se benefician más que ellos con el negocio de las drogas”.  También señalan que el problema no tendrá solución “Mientras la sociedad paraguaya siga siendo manejada por los miserables oligarcas subordinados a los imperialistas, y el gobierno esté al servicio de ellos”. Sólo la revolución socialista podrá acabar con el flagelo de las drogas en nuestro país acabando con el dominio de los oligarcas y los imperialistas, asegura la guerrilla.

El EPP también ironiza sobre la guerra a las drogas invocada por Estados Unidos para intervenir en países como Paraguay:  “El "argumento " favorito del gobierno norteamericano para entrometerse en nuestro país es el de su pretendida lucha contra el narcotráfico. Un gobierno que tiene dentro de sus fronteras a los mayores narcotraficantes, lavadores de dinero y adictos viene a "luchar " aquí contra el narcotráfico. ¿No les resulta llamativo ? Disfrazar las intervenciones en los asuntos internos de nuestro país bajo un ropaje de humanitaria lucha contra las drogas es un gastado ardid que los imperialistas vienen utilizando desde hace tiempo. Lo que se asegura, teniendo a la oligarquía, a sus políticos y a los imperialistas como Comandantes en la "guerra contra las drogas", son derrotadas y más derrotar, puesto que estos, en realidad, "pelean " por el bando contrario”.

Abonan la tesis del EPP varios hechos históricos documentados de manera indiscutible.

Richard Nixon había prometido destruir la amenaza a las drogas allá por junio de 1971. Ese mismo año fueron arrestados un diplomático filipino, el hijo del embajador de Panamá ante Taiwán, un general laosiano y el embajador de Laos ante el gobierno francés por traficar una suma de 220 kilos de heroína. Todos eran activistas anticomunistas financiados por la administración Nixon.

El diplomático laosiano, el príncipe Sopsaisana, era la cabeza de la Liga anticomunista asiática y asesor político del jefe de la CIA en Laos. La heroína había sido refinada a partir del opio en el cuartel general de la CIA en Long Tieng y transportada desde allí por el general M. Secord, de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Las tropas laosianas del general Vang Pao pudieron así combatir a los comunistas de Vietnam del Norte gracias a los dividendos que obtenían traficando heroína, del mismo modo que los chinos nacionalistas habían podido hacer lo mismo ante las fuerzas maoístas merced a la heroína del ocupado “Triángulo Dorado” de Birmania.

Esta era sólo la reedición de la estrategia que había funcionado por primera vez en 1946, cuando la inteligencia estadounidense que ya contaba por entonces con asesores ex SS nazis como Reinhard Gehlen, había obtenido el indulto del mafioso Lucky Luciano y lo había enviado a organizar la mafia siciliana como método alternativo para enfrentar a la amenaza comunista en Italia. Luciano aprovechó las franquicias para organizar la ruta del narcotráfico de Medio Oriente a New York, con escala en Marsella.

La célebre “Conexión Francesa” se construyó sobre las bases que sentó Luciano y se alimentó en gran parte del dinero que generaba su aparato de distribución montado en Sudamérica por el ex agente de la Gestapo Auguste Ricord. Este luego caería en desgracia, no por introducir montos siderales de la “nieve blanca de Marsella” en Estados Unidos, sino por una interna en la inteligencia francesa que enfrentó al jerarca de la SDECE, Roger Barberot, con el presidente Georges Pompidou y la CIA.

Fastidiado, Nixon retiró la protección con que contaban los laboratorios de Marsella, terminando la comedia con el arresto en Paraguay del dueño del motel “Paris-Nizza”, a cuyos protectores la embajada norteamericana había defendido con tanto entusiasmo.

Cuando el 24 de mayo de 1972 el influyente columnista del Washington Post, Jack Anderson, publicó su recordado artículo –reproducido en 600 periódicos de todo el mundo- donde implicaba en el tráfico de drogas a Patricio Colmán, Andrés Rodríguez, Sabino A. Montanaro y otros impolutos filántropos de la fauna vernácula, el embajador norteamericano en Asunción y Raymond Ylitalo desmintió airado las acusaciones afirmando que “el ataque sobre los funcionarios del gobierno de Paraguay es irresponsable y de brocha gorda”.

Es decir, la misma diplomacia norteamericana venía en defensa de los capos del negocio en Paraguay, en retribución por la ayuda que entonces la dictadura prestaba al imperio norteamericano en la región.

Desde entonces hasta hoy, ha cambiado muy poco la estructura del negocio de las drogas en el Paraguay, dado que sería ingenuo pensar en los narcotraficantes como delincuentes que se manejan marginados por la sociedad.

Ya lo advertía en un famoso discurso en activista por los derechos civiles Malcom X, los pobres y oprimidos no tienen aviones, ni barcos, ni pistas de aterrizaje. El narcotráfico internacional requiere flotas de aviones de carga, pistas de aterrizaje, redes de contactos, grandes cantidades de dinero para realizar inversiones y mecanismos para lavar dinero.

Mal que esa realidad contradiga a quienes desean escenificar en Paraguay el mismo “micro-militarismo teatral” que Felipe Calderón impuso a México.

El Narcotráfico ya está en el gobierno

Mientras una ingenua campaña advierte que el narcotráfico se prepara para volver al poder en Paraguay, lo cierto es que nunca lo dejó
Luis Agüero Wagner
martes, 18 de septiembre de 2012, 07:27 h (CET)
Uno de los más inconsistentes discursos que ha sido lanzada a la palestra política paraguaya en los últimos tiempos es el que afirma que de la mano de la partidocracia corrupta, el narcotráfico se prepara para volver al poder en Paraguay.  No es difícil descubrir que en realidad, quienes en este pais declaran la guerra a las drogas en realidad lo hacen para monopolizar ellos el negocio.

La mayoría de quienes emiten estos hilarantes discursos son quienes acompañaron hasta hace poco al cura Fernando Lugo en el gobierno, y olvidan que fue precisamente durante su administración que los paraguayos pudieron corroborar que el mismo jefe de la policía también ejercía la jefatura del narcotráfico.  Fue también bajo el gobierno de marras que fue nombrado jefe de la Inteligencia de la Fuerza Aérea un coronel que había pasado años en las cárceles argentinas por narcotráfico.

Los insurgentes del EPP, la guerrilla que aterroriza a la oligarquía paraguaya, opina que “El peor "crack ", el que destruye el sistema nervioso central y los pulmones de los paraguayos, el que causa sensación de angustia, frustración e inseguridad a los pobres, es el dominio de la oligarquía y sus sicóticos politiqueros. Estos son los responsables de la destrucción de miles de niños y jóvenes por las drogas. Sus socios, los narcotraficantes, no son sino capitalistas que manejan un negocio ilegal. Forman parte del club de los ricachones”.

Para el EPP, el narcotráfico hace tiempo está en el gobierno: “En el Paraguay, el narcotráfico está íntimamente ligado a los órganos de seguridad del Estado y a los políticos de diversos colores” dicen con seguridad.

El doble discurso respecto a las drogas es desnudado por los insurgentes en los siguientes términos: “Los grandes magnates de los bancos no viven como pandilleros, pero se benefician más que ellos con el negocio de las drogas”.  También señalan que el problema no tendrá solución “Mientras la sociedad paraguaya siga siendo manejada por los miserables oligarcas subordinados a los imperialistas, y el gobierno esté al servicio de ellos”. Sólo la revolución socialista podrá acabar con el flagelo de las drogas en nuestro país acabando con el dominio de los oligarcas y los imperialistas, asegura la guerrilla.

El EPP también ironiza sobre la guerra a las drogas invocada por Estados Unidos para intervenir en países como Paraguay:  “El "argumento " favorito del gobierno norteamericano para entrometerse en nuestro país es el de su pretendida lucha contra el narcotráfico. Un gobierno que tiene dentro de sus fronteras a los mayores narcotraficantes, lavadores de dinero y adictos viene a "luchar " aquí contra el narcotráfico. ¿No les resulta llamativo ? Disfrazar las intervenciones en los asuntos internos de nuestro país bajo un ropaje de humanitaria lucha contra las drogas es un gastado ardid que los imperialistas vienen utilizando desde hace tiempo. Lo que se asegura, teniendo a la oligarquía, a sus políticos y a los imperialistas como Comandantes en la "guerra contra las drogas", son derrotadas y más derrotar, puesto que estos, en realidad, "pelean " por el bando contrario”.

Abonan la tesis del EPP varios hechos históricos documentados de manera indiscutible.

Richard Nixon había prometido destruir la amenaza a las drogas allá por junio de 1971. Ese mismo año fueron arrestados un diplomático filipino, el hijo del embajador de Panamá ante Taiwán, un general laosiano y el embajador de Laos ante el gobierno francés por traficar una suma de 220 kilos de heroína. Todos eran activistas anticomunistas financiados por la administración Nixon.

El diplomático laosiano, el príncipe Sopsaisana, era la cabeza de la Liga anticomunista asiática y asesor político del jefe de la CIA en Laos. La heroína había sido refinada a partir del opio en el cuartel general de la CIA en Long Tieng y transportada desde allí por el general M. Secord, de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Las tropas laosianas del general Vang Pao pudieron así combatir a los comunistas de Vietnam del Norte gracias a los dividendos que obtenían traficando heroína, del mismo modo que los chinos nacionalistas habían podido hacer lo mismo ante las fuerzas maoístas merced a la heroína del ocupado “Triángulo Dorado” de Birmania.

Esta era sólo la reedición de la estrategia que había funcionado por primera vez en 1946, cuando la inteligencia estadounidense que ya contaba por entonces con asesores ex SS nazis como Reinhard Gehlen, había obtenido el indulto del mafioso Lucky Luciano y lo había enviado a organizar la mafia siciliana como método alternativo para enfrentar a la amenaza comunista en Italia. Luciano aprovechó las franquicias para organizar la ruta del narcotráfico de Medio Oriente a New York, con escala en Marsella.

La célebre “Conexión Francesa” se construyó sobre las bases que sentó Luciano y se alimentó en gran parte del dinero que generaba su aparato de distribución montado en Sudamérica por el ex agente de la Gestapo Auguste Ricord. Este luego caería en desgracia, no por introducir montos siderales de la “nieve blanca de Marsella” en Estados Unidos, sino por una interna en la inteligencia francesa que enfrentó al jerarca de la SDECE, Roger Barberot, con el presidente Georges Pompidou y la CIA.

Fastidiado, Nixon retiró la protección con que contaban los laboratorios de Marsella, terminando la comedia con el arresto en Paraguay del dueño del motel “Paris-Nizza”, a cuyos protectores la embajada norteamericana había defendido con tanto entusiasmo.

Cuando el 24 de mayo de 1972 el influyente columnista del Washington Post, Jack Anderson, publicó su recordado artículo –reproducido en 600 periódicos de todo el mundo- donde implicaba en el tráfico de drogas a Patricio Colmán, Andrés Rodríguez, Sabino A. Montanaro y otros impolutos filántropos de la fauna vernácula, el embajador norteamericano en Asunción y Raymond Ylitalo desmintió airado las acusaciones afirmando que “el ataque sobre los funcionarios del gobierno de Paraguay es irresponsable y de brocha gorda”.

Es decir, la misma diplomacia norteamericana venía en defensa de los capos del negocio en Paraguay, en retribución por la ayuda que entonces la dictadura prestaba al imperio norteamericano en la región.

Desde entonces hasta hoy, ha cambiado muy poco la estructura del negocio de las drogas en el Paraguay, dado que sería ingenuo pensar en los narcotraficantes como delincuentes que se manejan marginados por la sociedad.

Ya lo advertía en un famoso discurso en activista por los derechos civiles Malcom X, los pobres y oprimidos no tienen aviones, ni barcos, ni pistas de aterrizaje. El narcotráfico internacional requiere flotas de aviones de carga, pistas de aterrizaje, redes de contactos, grandes cantidades de dinero para realizar inversiones y mecanismos para lavar dinero.

Mal que esa realidad contradiga a quienes desean escenificar en Paraguay el mismo “micro-militarismo teatral” que Felipe Calderón impuso a México.

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