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La prensa hegemónica paraguaya fue humillada por los bolivarianos en toda la línea

Aldo Zucolillo y Rubin humillados por Hugo Chávez

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Una humorada en boga por estos días en Paraguay dice que la Venezuela bolivariana de Hugo Chávez no se conformó con dejar a Paraguay fuera del Mercosur y Unasur, sino que además lo dejó fuera de la Copa del Mundo.  Se alude con ella a la victoria de la organizada y trabajada selección venezolana de Fútbol ante el  equipo de Paraguay, el cual una vez más pagó tributo a la desorganización, improvisación y desatino de su dirigencia futbolera, tan incapaz como la empresarial y política.

Para los voceros y exponentes de la retrógrada derecha criolla, la realidad que hoy padece este país sudamericano es tan humillante que no la hubieran esperado en la peor de sus pesadillas.  Incapaces de ponerse al día y adaptarse a un mundo cambiante, no pudieron jamás medir la correlación de fuerzas en el plano internacional, y siguieron estancados en el pasado de las guerras frías y las dictaduras intolerantes.

Durante largas décadas de dictadura anticomunista, inspirada y sufragada por el imperio norteamericano en el Paraguay, predominó en el mundillo político paraguayo la idea de que las relaciones “carnales” con Estados Unidos aseguraban gobernabilidad y estabilidad política al gobierno.  Esta idea fue abonada sobre todo por la prensa hegemónica, que en Paraguay se encuentra hasta el día de hoy dominada por los propagandistas del dictador Alfredo Stroessner, sobre todo personajes como Aldo Zucolillo y Humberto Rubin.

Es conocido que el primero defendió por muchos años la dictadura de Stroessner desde sus editoriales. Y no sólo eso, exteriorizó sus simpatías por Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla y muchos otros exponentes del despotismo deslustrado que asolaron hasta no hace muchos años la región. En cuanto a Humberto Rubin, los memoriosos recuerdan que incluso trabajó como animador de los cumpleaños del dictador Stroessner, recibiendo en pago tierras que deberían haberse destinado a la reforma agraria.  Como era costumbre en los círculos cercanos al tirano, su cercanía al poder permitió a Rubin introducirse en las familias poderosas de la época, y contrajo matrimonio con la sobrina de uno de los ministros más poderosos del régimen. Desde esa privilegiada posición, se abocó a lucrar con la propaganda oficial y otras dádivas dignas de mejor suerte, en pago por difundir y promover los sofismas de la oligarquía.

La noticia de que hoy constituyen un parque jurásico enclavado en el corazón del Mercosur les llegó cuando fueron incapaces de instalar que el impeachment con el cual se destituyó al cura papá Fernando Lugo no fue un golpe de estado..

Considerando que la partidocracia corrupta y sus propagandistas como Zucolillo y Rubin no merecen otra cosa que una comedia, Hugo Chávez y los suyos decidieron darles un poco de farsa, y montaron el “Golpe de estado” en Paraguay, para que les sirva de cortina a su ingreso irregular al Mercosur. El aparato de propaganda chavista vapuleó a los reaccionarios defensores de la partidocracia corrupta, al punto que no hubo forma de convencer a nadie que la destitución se realizó en el marco constitucional e institucional.

La prensa militante 2.0 siguió atiborrando redes sociales y sitios web con adjetivos descalificadores al “golpe” paraguayo, los representantes paraguayos siguieron siendo rechazados en cónclaves y foros internacionales, y hasta el canciller del gobierno “golpista” acabó expulsado de una sociedad de abogados activistas por los derechos humanos de prestigio internacional.

Decía el pensador argentino Arturo Jauretche que cuando la prensa provee opiniones como si fueran noticias, el lector no sólo se entera de cómo ocurrieron los hechos, sino también de cómo debieron ocurrir. Decía un popular cantautor de rock que los dinosaurios iban a desaparecer indefectiblemente, pero en el caso paraguayo se pasó de optimista. En este país los dinosaurios siguen tan vivos que hasta pueden dictar el más reaccionario discurso desde sus editoriales y desencadenar un eco interminable de voces desde arcaicas emisoras de radio, indiferentes a la opinión del resto del mundo.

Eso no significa que tengan algún eco más allá de las fronteras paraguayas, espacio suspendido fuera de la historia donde la autonomía de pensamiento escasea tanto como abunda a filosofía posmoderna.

Es evidente que los políticos necesitados de prensa que siguieron los retorcidos divagues de los catequizadores de la prensa paraguaya, sobre todo sus sesgadas opiniones sobre la Venezuela bolivariana, sólo han sido conducidos hacia un callejón sin salida por su afán de destaque periodístico.

Ya advertía Jauretche que para defender a la patria es conveniente saber tirar, pero imprescindible saber quién es el enemigo.  Eso es difícil cuando quienes manejan la agenda mediática en lugar de ayudar a identificar al enemigo, contribuyen a camuflarlo.

Aldo Zucolillo y Rubin humillados por Hugo Chávez

La prensa hegemónica paraguaya fue humillada por los bolivarianos en toda la línea
Luis Agüero Wagner
viernes, 14 de septiembre de 2012, 06:58 h (CET)
Una humorada en boga por estos días en Paraguay dice que la Venezuela bolivariana de Hugo Chávez no se conformó con dejar a Paraguay fuera del Mercosur y Unasur, sino que además lo dejó fuera de la Copa del Mundo.  Se alude con ella a la victoria de la organizada y trabajada selección venezolana de Fútbol ante el  equipo de Paraguay, el cual una vez más pagó tributo a la desorganización, improvisación y desatino de su dirigencia futbolera, tan incapaz como la empresarial y política.

Para los voceros y exponentes de la retrógrada derecha criolla, la realidad que hoy padece este país sudamericano es tan humillante que no la hubieran esperado en la peor de sus pesadillas.  Incapaces de ponerse al día y adaptarse a un mundo cambiante, no pudieron jamás medir la correlación de fuerzas en el plano internacional, y siguieron estancados en el pasado de las guerras frías y las dictaduras intolerantes.

Durante largas décadas de dictadura anticomunista, inspirada y sufragada por el imperio norteamericano en el Paraguay, predominó en el mundillo político paraguayo la idea de que las relaciones “carnales” con Estados Unidos aseguraban gobernabilidad y estabilidad política al gobierno.  Esta idea fue abonada sobre todo por la prensa hegemónica, que en Paraguay se encuentra hasta el día de hoy dominada por los propagandistas del dictador Alfredo Stroessner, sobre todo personajes como Aldo Zucolillo y Humberto Rubin.

Es conocido que el primero defendió por muchos años la dictadura de Stroessner desde sus editoriales. Y no sólo eso, exteriorizó sus simpatías por Augusto Pinochet, Jorge Rafael Videla y muchos otros exponentes del despotismo deslustrado que asolaron hasta no hace muchos años la región. En cuanto a Humberto Rubin, los memoriosos recuerdan que incluso trabajó como animador de los cumpleaños del dictador Stroessner, recibiendo en pago tierras que deberían haberse destinado a la reforma agraria.  Como era costumbre en los círculos cercanos al tirano, su cercanía al poder permitió a Rubin introducirse en las familias poderosas de la época, y contrajo matrimonio con la sobrina de uno de los ministros más poderosos del régimen. Desde esa privilegiada posición, se abocó a lucrar con la propaganda oficial y otras dádivas dignas de mejor suerte, en pago por difundir y promover los sofismas de la oligarquía.

La noticia de que hoy constituyen un parque jurásico enclavado en el corazón del Mercosur les llegó cuando fueron incapaces de instalar que el impeachment con el cual se destituyó al cura papá Fernando Lugo no fue un golpe de estado..

Considerando que la partidocracia corrupta y sus propagandistas como Zucolillo y Rubin no merecen otra cosa que una comedia, Hugo Chávez y los suyos decidieron darles un poco de farsa, y montaron el “Golpe de estado” en Paraguay, para que les sirva de cortina a su ingreso irregular al Mercosur. El aparato de propaganda chavista vapuleó a los reaccionarios defensores de la partidocracia corrupta, al punto que no hubo forma de convencer a nadie que la destitución se realizó en el marco constitucional e institucional.

La prensa militante 2.0 siguió atiborrando redes sociales y sitios web con adjetivos descalificadores al “golpe” paraguayo, los representantes paraguayos siguieron siendo rechazados en cónclaves y foros internacionales, y hasta el canciller del gobierno “golpista” acabó expulsado de una sociedad de abogados activistas por los derechos humanos de prestigio internacional.

Decía el pensador argentino Arturo Jauretche que cuando la prensa provee opiniones como si fueran noticias, el lector no sólo se entera de cómo ocurrieron los hechos, sino también de cómo debieron ocurrir. Decía un popular cantautor de rock que los dinosaurios iban a desaparecer indefectiblemente, pero en el caso paraguayo se pasó de optimista. En este país los dinosaurios siguen tan vivos que hasta pueden dictar el más reaccionario discurso desde sus editoriales y desencadenar un eco interminable de voces desde arcaicas emisoras de radio, indiferentes a la opinión del resto del mundo.

Eso no significa que tengan algún eco más allá de las fronteras paraguayas, espacio suspendido fuera de la historia donde la autonomía de pensamiento escasea tanto como abunda a filosofía posmoderna.

Es evidente que los políticos necesitados de prensa que siguieron los retorcidos divagues de los catequizadores de la prensa paraguaya, sobre todo sus sesgadas opiniones sobre la Venezuela bolivariana, sólo han sido conducidos hacia un callejón sin salida por su afán de destaque periodístico.

Ya advertía Jauretche que para defender a la patria es conveniente saber tirar, pero imprescindible saber quién es el enemigo.  Eso es difícil cuando quienes manejan la agenda mediática en lugar de ayudar a identificar al enemigo, contribuyen a camuflarlo.

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