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Durante el gobierno del destituido Fernando Lugo no mejoró la situación de las mujeres detenidas

Propaganda luguista y presas políticas

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Escribió Marianne Moore que todos somos libres hasta que una convicción suprema nos hace prisioneros, pero ese no es el caso de los seguidores del fracasado gobierno luguista.

La mayoría de quienes siguieron al gobierno de Fernando Lugo, destituido por mal desempeño de sus funciones, hoy consideran que la tragedia de su caída supera a la de los veinte campesinos muertos en Curuguaty, donde el cura papá mandó a las fuerzas públicas en defensa del latifundista vinculado a la dictadura,  Blas N. Riquelme.

Desde la destitución de su líder, la mayoría de los luguistas considera que en Paraguay se vive en “dictadura”, pero se olvidan mencionar a las presas políticas por las que no hicieron absolutamente nada cuando estuvieron en el poder.  Nada, más que censurar libros donde se ponía en entredicho la integridad de su fracasado líder, como “El Pastor Mentiroso” de Hortensia Morán.

En ese contexto, la gremial de abogados de la Argentina denunció recientemente la terrible situación de las “compañeras presas paraguayas”, sometidas a todo tipo de abusos y afectación de sus derechos carcelarios.  Citan entre ellas a Carmen Villalba, Francisca Andino y Graciela Samaniego.

La gremial de abogado  hace notar que estas presas políticas nunca son mencionadas en los comunicados de repudio al supuesto golpe que destituyó a Lugo. “Les pedimos que las incluyan en sus petitorios, en sus Congresos, en sus reclamos de repudio al golpe en Paraguay”.

También solicitan que “no las ignoren, que las mencionen.  Les pedimos que no se colabore con el régimen represivo paraguayo haciendo como que no existen.  Les pedimos que si van a Paraguay, las visiten”.

La gremial de abogados hace notar la escasa solidaridad del luguismo con estas presas, y que apenas un puñado de militantes se mantiene firme junto a ellas, a pesar de que se trata de “militantes de organizaciones políticas con alto nivel de compromiso con la causa y las luchas del pueblo paraguayo”. La gremial aclara que no piden “acuerdo político con sus organizaciones” dado que “seguramente habrá diferencias con las organizaciones que integran y/o con los proyectos políticos que abrazaron.  Pero acaso alguna vez pedimos análisis de sangre para la solidaridad con los presos?” concluye el comunicado.

Tal vez la principal diferencia política radique en que la mayoría de las organizaciones que respaldaron al proyecto del cura Fernando Lugo, como Tekojoja o Pmas, son conglomerados de personeros de ONG que reciben dinero de embajadas extranjeras, y sobre todo de USAID, para sus actividades asistencialistas.

Evidentemente, para este tipo de “izquierda” luchar por convicciones auténticas es considerado algo totalmente fuera de lugar.

Decía Nietzche que toda convicción es ya de por sí una cárcel, por lo cual muchos militantes convencidos supieron sobrellevar el encierro.  No puede decirse lo mismo de quienes ante los gritos histéricos de un puñado de narcos y fascistas reunidos en asamblea, pusieron los pies en polvorosa.

Propaganda luguista y presas políticas

Durante el gobierno del destituido Fernando Lugo no mejoró la situación de las mujeres detenidas
Luis Agüero Wagner
jueves, 23 de agosto de 2012, 07:01 h (CET)
Escribió Marianne Moore que todos somos libres hasta que una convicción suprema nos hace prisioneros, pero ese no es el caso de los seguidores del fracasado gobierno luguista.

La mayoría de quienes siguieron al gobierno de Fernando Lugo, destituido por mal desempeño de sus funciones, hoy consideran que la tragedia de su caída supera a la de los veinte campesinos muertos en Curuguaty, donde el cura papá mandó a las fuerzas públicas en defensa del latifundista vinculado a la dictadura,  Blas N. Riquelme.

Desde la destitución de su líder, la mayoría de los luguistas considera que en Paraguay se vive en “dictadura”, pero se olvidan mencionar a las presas políticas por las que no hicieron absolutamente nada cuando estuvieron en el poder.  Nada, más que censurar libros donde se ponía en entredicho la integridad de su fracasado líder, como “El Pastor Mentiroso” de Hortensia Morán.

En ese contexto, la gremial de abogados de la Argentina denunció recientemente la terrible situación de las “compañeras presas paraguayas”, sometidas a todo tipo de abusos y afectación de sus derechos carcelarios.  Citan entre ellas a Carmen Villalba, Francisca Andino y Graciela Samaniego.

La gremial de abogado  hace notar que estas presas políticas nunca son mencionadas en los comunicados de repudio al supuesto golpe que destituyó a Lugo. “Les pedimos que las incluyan en sus petitorios, en sus Congresos, en sus reclamos de repudio al golpe en Paraguay”.

También solicitan que “no las ignoren, que las mencionen.  Les pedimos que no se colabore con el régimen represivo paraguayo haciendo como que no existen.  Les pedimos que si van a Paraguay, las visiten”.

La gremial de abogados hace notar la escasa solidaridad del luguismo con estas presas, y que apenas un puñado de militantes se mantiene firme junto a ellas, a pesar de que se trata de “militantes de organizaciones políticas con alto nivel de compromiso con la causa y las luchas del pueblo paraguayo”. La gremial aclara que no piden “acuerdo político con sus organizaciones” dado que “seguramente habrá diferencias con las organizaciones que integran y/o con los proyectos políticos que abrazaron.  Pero acaso alguna vez pedimos análisis de sangre para la solidaridad con los presos?” concluye el comunicado.

Tal vez la principal diferencia política radique en que la mayoría de las organizaciones que respaldaron al proyecto del cura Fernando Lugo, como Tekojoja o Pmas, son conglomerados de personeros de ONG que reciben dinero de embajadas extranjeras, y sobre todo de USAID, para sus actividades asistencialistas.

Evidentemente, para este tipo de “izquierda” luchar por convicciones auténticas es considerado algo totalmente fuera de lugar.

Decía Nietzche que toda convicción es ya de por sí una cárcel, por lo cual muchos militantes convencidos supieron sobrellevar el encierro.  No puede decirse lo mismo de quienes ante los gritos histéricos de un puñado de narcos y fascistas reunidos en asamblea, pusieron los pies en polvorosa.

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