“Estamos asistiendo al espectáculo de ver cómo aquellos que nos han llevado a la ruina nos aseguran que ellos y sólo ellos nos pueden sacar de la ruina en que nos han metido. Qué jeta.”
Extraño mes de agosto el que acaba de empezar. Claro que nos encontramos en una situación excepcional. Mientras que los asesores de lo políticamente correcto recomiendan encarecidamente a sus clientes que nada de posar de vacaciones, no sea que empeore aún más su imagen ante los ciudadanos, y mientras el respetable las pasa canutas y lo que te rondaré morena, tanto PP como PSOE habrían dado órdenes a sus diputados para estar disponibles hacia el 15 de agosto. Los rumores apuntan a dicha fecha como la más probable para la petición, si se hace, del rescate total de España. Llegar a octubre parece ya una quimera.
El personal, por su parte, anda con la mosca detrás de la oreja. Con un mosqueo monumental. Con unos y con otros. El colmo de los colmos, lo del gobierno de Cataluña, en donde los niños tendrán que pagar dinero por llevarse la comida de casa al cole y se deja desasistidos a ancianos y enfermos mentales mientras se mantienen embajadas, asesores, televisiones públicas y despilfarros nacionalistas varios. A los dirigentes valencianos, otros que han llevado a su región a la quiebra, la idea no les disgusta. Ya no saben qué hacer para recaudar. Tomás Gómez, el líder del PSM que cada vez que abre la boca provoca una subida de votos de Esperanza Aguirre, habla de “tupper predemocrático”. Y aspira a suceder a Rubalcaba. Qué poco futuro tiene el PSOE.
En Madrid la policía municipal acosa al ciudadano. Multas hasta por respirar y el consabido y socialdemócrata “es por tu bien”. El gobierno, toma estado policial, ha reparado los radares estropeados para poder recaudar a gusto a costa de los veraneantes que viajan por carretera. Las autonomías ahí siguen, rebelándose contra el gobierno, que, impotente por eso de que el partido que lo sostiene hace tiempo que dejó de ser un partido nacional para articularse en baronías, se deja chulear.
Decía Ronald Reagan aquello de que "las nueve palabras más terroríficas en lengua inglesa son: `Soy del Gobierno y aquí estoy para ayudar´". Y tenía razón, pero no causan terror sólo en lengua inglesa. También en español. Porque resulta que en España estamos asistiendo al espectáculo de ver cómo aquellos que nos han llevado a la ruina –piensen en las cajas de ahorros, banca pública en todo su esplendor y aún hay quien pide más, que se repartía toda la clase política- nos aseguran que ellos y sólo ellos nos pueden sacar de la ruina en que nos han metido. Qué jeta. Y qué poca credibilidad.
