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La soga en la casa del ahorcado

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Mientras la ciudadanía presenció atónita cómo en el nombre de los mayores delincuentes de la Historia se les condenaba a la miseria, tuvo que soportar, además, que los diputados, puestos en pie, aplaudieran a rabiar su condena.

En su día me llenó de estupor que en una de las Comunidades Autónomas más corruptas del Estado, la de Valencia, se saldara el galopante latrocinio público con un ridículo pero muy mediatizado juicio en plan circense por tres trajes, y listo, ahí no pasó nada. De manera parecida, me llena de indignación que la perversa actitud de sus señorías del PP aplaudiendo fervorosamente puestos en pie en el congreso de los diputados la condena a la miseria del grueso del pueblo llano español, encarnado en sus clases medias y bajas, se haya saldado con una amonestación a una diputada que exteriorizó el ya archiconocido “que se jodan”, cuando fue en su total y absoluta integridad el PP quienes lo estaban gritando con sus festivas palmas y alegres vítores, que sólo les quedó cambiarlas en plan flamenco.

Estas imágenes funestamente execrables figurarán ya para siempre en el inconsciente colectivo del pueblo, como figurará, además, esa burla del presidente del gobierno y su infumable vicepresidenta cuando aseguraron que sus medidas fueron “sensibles”, abofeteando la inteligencia de los ciudadanos. La "sensibilidad", si la tuvieren, deben esconderla dentro de su ropa interior. Esto, de alguna manera, no es nombrar la soga en la casa del ahorcado, sino obligar a sus moradores a que la pongan en un cuadro o la cuelguen de la lámpara del salón. No es que estos tipejos sean insensibles al sufrimiento del pueblo llano, sino que se descojonan de él en su cara. Pero es lo que tenemos. De usar frases hechas, como esa de Ortega y Gasset que empleó el presidente para ilustrar su sensibilidad, en fin, no voy a decir sino que no se hicieron las flores para la boca de los... sensibles.

No me canso de decir que este país, con PP y PSOE, además de con esos deplorables partidos visagra que son el PNV y CiU –los demás partidos, por supuesto, pueden considerarse inclusos en el vacile al pueblo por colaboración necesaria-, han perdido no el Norte, sino la Rosa de los Vientos. El descojone generalizado de los ricos y políticos contra el pueblo llano, no puede ser más insultante en todos los sentidos y todos los ámbitos. En un país donde casi diez millones de personas están instalados en la pobreza más solemne y casi el hambre en crudo, teniéndose que alimentar con inusitada frecuencia en comedores sociales o gracias a Cáritas, que haya en televisión no sólo mil programas de alta cocina y hasta canales dedicados íntegramente al tema no puede ser considerado como colgar entre carcajadas la soga en la lamparita de la casa del ahorcado. O que en un país donde casi la mitad de la población infantil y juvenil no sólo es pobre, sino que no tiene expectativa alguna en el resto de su vida de alcanzar los llamados límites de la normalidad económica, que no cesen de invitarles al "ten", "disfruta", "posee", "diviértete" o cosa por el estilo, bien por medio de las estupidizantes y antinaturales series americanas, bien a través de la infamante y mentirosa publicidad, no deja de ser un insulto que linda con la crueldad, si es que no una invitación al “sírvase usted mismo” que les empuje a apropiarse de lo que no es suyo, así que puedan y sus fuerzas y mañas se lo permitan.

Y es que de que el gobierno y sus parásitos le quieran meter a los ahorcados del pueblo llano la soga en casa, no se libra ni Dios…, de ese pueblo llano, se entiende. Las medidas del gobierno, además de asfixiar a la población más vulnerable, sólo sirven para hacer más ricos a los muy ricos, como todos sabemos, y más rostrosportland a los políticos, pero debemos aguantar que sólo y únicamente se creen puestos de trabajo en los cuerpos represivos para mayor seguridad de los ahorcadores, esos verdugos que en vez de capirotes que preserven su identidad usan siglas de partidos para enmascararse. La gente ya no tiene ni para comerse los mocos, pero tiene que soportar que éste o aquél presuman de chalé –en televisión (¡serán ridículos!)-, que vayan por la autopista este y aquel descerebrado haciendo ostentación de su automóvil de superlujo y arrollando a los “inferiores”, o que tengamos que desayunarnos cada día conque este ricachón o aquel delincuente se han hecho un recorte del sueldo, que ni merecen ni lo merecerán jamás, porque se han restado unos centimillos a sus incontables ingresos. Es un gesto dicen, cuando el único gesto posible es el de, como decía don Mariano Rajoy el otro día en su congreso del partido, llevar la cabeza muy alta, unos dos metros más o menos –esto lo añado yo- pero para ponerla en una pica.

Nos han amiseriado y han incendiado las calles, pero esto no es sino el prolegómeno de lo que se viene encima, porque la cosa no ha hecho sino empezar. Acuérdense. Y lo de los insultos a la inteligencia estos que he mencionado, que sepan que son por “sensibilidad” y porque nos conviene, para que nos vayamos acostumbrando a lo que va a ser normal de aquí en más, porque estamos abocados, si Dios mismo no lo remedia –y no lo hará-, a un mundo de amos y esclavos, literalmente. Conviene, pues, que aprendamos a digerir nuestra rabia y a controlar nuestra ira, porque esto es algo así como un cursillo de verano, por más que se esté repitiendo la Historia y el rencor comience a llenar las calles en forma igual o parecida a como me contaba mi abuelo que sucedía en los tiempos previos a la Guerra Civil, cuando quien llevaba alpargatas miraba con un resentimiento sin fronteras a quien llevaba corbata, y quien usaba corbata miraba con un desprecio insopotablemente superior a quien calzaba alpargatas. La cosa se repite, aunque ahora con el aplauso enardecido de las bancadas conservadoras que han perpetrado el último daño, del cual no son ajenos, aunque no hayan rubricado este expolio en concreto, los de las otras bancadas, a quienes su turno de joder se les terminó hace apenas unos meses, pero que hicieron su buen trabajo en este mismo sentido.

La soga en la casa del ahorcado

Ángel Ruiz Cediel
jueves, 19 de julio de 2012, 06:45 h (CET)
Mientras la ciudadanía presenció atónita cómo en el nombre de los mayores delincuentes de la Historia se les condenaba a la miseria, tuvo que soportar, además, que los diputados, puestos en pie, aplaudieran a rabiar su condena.

En su día me llenó de estupor que en una de las Comunidades Autónomas más corruptas del Estado, la de Valencia, se saldara el galopante latrocinio público con un ridículo pero muy mediatizado juicio en plan circense por tres trajes, y listo, ahí no pasó nada. De manera parecida, me llena de indignación que la perversa actitud de sus señorías del PP aplaudiendo fervorosamente puestos en pie en el congreso de los diputados la condena a la miseria del grueso del pueblo llano español, encarnado en sus clases medias y bajas, se haya saldado con una amonestación a una diputada que exteriorizó el ya archiconocido “que se jodan”, cuando fue en su total y absoluta integridad el PP quienes lo estaban gritando con sus festivas palmas y alegres vítores, que sólo les quedó cambiarlas en plan flamenco.

Estas imágenes funestamente execrables figurarán ya para siempre en el inconsciente colectivo del pueblo, como figurará, además, esa burla del presidente del gobierno y su infumable vicepresidenta cuando aseguraron que sus medidas fueron “sensibles”, abofeteando la inteligencia de los ciudadanos. La "sensibilidad", si la tuvieren, deben esconderla dentro de su ropa interior. Esto, de alguna manera, no es nombrar la soga en la casa del ahorcado, sino obligar a sus moradores a que la pongan en un cuadro o la cuelguen de la lámpara del salón. No es que estos tipejos sean insensibles al sufrimiento del pueblo llano, sino que se descojonan de él en su cara. Pero es lo que tenemos. De usar frases hechas, como esa de Ortega y Gasset que empleó el presidente para ilustrar su sensibilidad, en fin, no voy a decir sino que no se hicieron las flores para la boca de los... sensibles.

No me canso de decir que este país, con PP y PSOE, además de con esos deplorables partidos visagra que son el PNV y CiU –los demás partidos, por supuesto, pueden considerarse inclusos en el vacile al pueblo por colaboración necesaria-, han perdido no el Norte, sino la Rosa de los Vientos. El descojone generalizado de los ricos y políticos contra el pueblo llano, no puede ser más insultante en todos los sentidos y todos los ámbitos. En un país donde casi diez millones de personas están instalados en la pobreza más solemne y casi el hambre en crudo, teniéndose que alimentar con inusitada frecuencia en comedores sociales o gracias a Cáritas, que haya en televisión no sólo mil programas de alta cocina y hasta canales dedicados íntegramente al tema no puede ser considerado como colgar entre carcajadas la soga en la lamparita de la casa del ahorcado. O que en un país donde casi la mitad de la población infantil y juvenil no sólo es pobre, sino que no tiene expectativa alguna en el resto de su vida de alcanzar los llamados límites de la normalidad económica, que no cesen de invitarles al "ten", "disfruta", "posee", "diviértete" o cosa por el estilo, bien por medio de las estupidizantes y antinaturales series americanas, bien a través de la infamante y mentirosa publicidad, no deja de ser un insulto que linda con la crueldad, si es que no una invitación al “sírvase usted mismo” que les empuje a apropiarse de lo que no es suyo, así que puedan y sus fuerzas y mañas se lo permitan.

Y es que de que el gobierno y sus parásitos le quieran meter a los ahorcados del pueblo llano la soga en casa, no se libra ni Dios…, de ese pueblo llano, se entiende. Las medidas del gobierno, además de asfixiar a la población más vulnerable, sólo sirven para hacer más ricos a los muy ricos, como todos sabemos, y más rostrosportland a los políticos, pero debemos aguantar que sólo y únicamente se creen puestos de trabajo en los cuerpos represivos para mayor seguridad de los ahorcadores, esos verdugos que en vez de capirotes que preserven su identidad usan siglas de partidos para enmascararse. La gente ya no tiene ni para comerse los mocos, pero tiene que soportar que éste o aquél presuman de chalé –en televisión (¡serán ridículos!)-, que vayan por la autopista este y aquel descerebrado haciendo ostentación de su automóvil de superlujo y arrollando a los “inferiores”, o que tengamos que desayunarnos cada día conque este ricachón o aquel delincuente se han hecho un recorte del sueldo, que ni merecen ni lo merecerán jamás, porque se han restado unos centimillos a sus incontables ingresos. Es un gesto dicen, cuando el único gesto posible es el de, como decía don Mariano Rajoy el otro día en su congreso del partido, llevar la cabeza muy alta, unos dos metros más o menos –esto lo añado yo- pero para ponerla en una pica.

Nos han amiseriado y han incendiado las calles, pero esto no es sino el prolegómeno de lo que se viene encima, porque la cosa no ha hecho sino empezar. Acuérdense. Y lo de los insultos a la inteligencia estos que he mencionado, que sepan que son por “sensibilidad” y porque nos conviene, para que nos vayamos acostumbrando a lo que va a ser normal de aquí en más, porque estamos abocados, si Dios mismo no lo remedia –y no lo hará-, a un mundo de amos y esclavos, literalmente. Conviene, pues, que aprendamos a digerir nuestra rabia y a controlar nuestra ira, porque esto es algo así como un cursillo de verano, por más que se esté repitiendo la Historia y el rencor comience a llenar las calles en forma igual o parecida a como me contaba mi abuelo que sucedía en los tiempos previos a la Guerra Civil, cuando quien llevaba alpargatas miraba con un resentimiento sin fronteras a quien llevaba corbata, y quien usaba corbata miraba con un desprecio insopotablemente superior a quien calzaba alpargatas. La cosa se repite, aunque ahora con el aplauso enardecido de las bancadas conservadoras que han perpetrado el último daño, del cual no son ajenos, aunque no hayan rubricado este expolio en concreto, los de las otras bancadas, a quienes su turno de joder se les terminó hace apenas unos meses, pero que hicieron su buen trabajo en este mismo sentido.

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