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El “golpe” que destituyó a Fernando Lugo fue el primero en el cual el golpeado intentó sobornar a los golpistas para salvarse

Intentando sobornar a los golpistas

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Fernando Lugo sigue denunciando ante los medios internacionales que fue víctima de un golpe de estado, aunque eso no exista por vía del Parlamento.  De haber existido un golpe de estado, fue la primera vez en la historia que quien estaba siendo invitado a abandonar el poder ofreció un soborno a los golpistas.

El presidente del Senado paraguayo, Jorge Oviedo Matto, denunció ante los medios que el destituido presidente Fernando Lugo había ofrecido al Partido Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (Unace) cinco ministerios a elegir y millones de dólares para que senadores del mencionado partido no apoyaran el juicio político que lo destituyera del Poder Ejecutivo.

El congresista esclareció que la condición era que nueve senadores de la bancada del partido Unace se retiren de la sala de ese tribunal que fue el que lo condenó, y detrás de esos había otros que se iban a retirar. Esta denuncia la hizo  en rueda de prensa, tras su reunión con el jefe de Estado Federico Franco en Palacio de López.

Según las versiones más difundidas, los militares paraguayos habían acordado con el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, defender la presidencia de Fernando Lugo con el respaldo internacional de todos los cancilleres, pero como en tantas otras oportunidades, al cura papá le faltó temperamento. “Yo no soy Salvador Allende” habría dicho, antes de claudicar y optar por no defender su “causa”, con la cobardía y el espíritu claudicante  que lo caracterizó siempre.  Intentar sobornar a los “golpistas” habría sido uno de sus últimos manotazos de ahogado, según se sabe hoy.

Uno de los últimos golpes de Lugo y sus cortesanos, según denuncias de las nuevas autoridades, fue llevarse hasta los cubiertos de la residencia presidencial.

Ya en setiembre del año 2008 una el entonces recién investido Fernando Lugo había hecho una ridícula denuncia de un supuesto intento de golpe de estado.

En aquella oportunidad el “golpe” había sido una simple reunión entre el titular del Congreso Nacional, Enrique González Quintana, el ex presidente Nicanor Duarte Frutos, el general retirado Lino Oviedo, el fiscal Rubén Candia Amarilla y el ministro Juan Manuel Morales, miembro del Tribunal Superior de Justicia Electoral. Dicha reunión tuvo lugar en la casa de Lino Oviedo, en el domicilio particular de uno de ellos.

Ya por aquel entonces había sido notorio que Lugo y sus seguidores, así como su equipo de propagandistas del Foro de Sao Paulo y beneficiarios del dinero dulce de las ONG, no tenían muy en claro cuál era el concepto de golpe de estado.

Repetir y repetir hasta el cansancio que en Paraguay hubo un golpe, parece ser el único argumento para convencer del cual disponen, así que debe reconocerse que algún golpe existió.

Después de todo, desde esta columna no somos quiénes para discutir eso.  Es imposible negar, al final de cuentas, de que muchos bolsillos de zoqueteros salieron golpeados del episodio.

Intentando sobornar a los golpistas

El “golpe” que destituyó a Fernando Lugo fue el primero en el cual el golpeado intentó sobornar a los golpistas para salvarse
Luis Agüero Wagner
miércoles, 18 de julio de 2012, 07:04 h (CET)
Fernando Lugo sigue denunciando ante los medios internacionales que fue víctima de un golpe de estado, aunque eso no exista por vía del Parlamento.  De haber existido un golpe de estado, fue la primera vez en la historia que quien estaba siendo invitado a abandonar el poder ofreció un soborno a los golpistas.

El presidente del Senado paraguayo, Jorge Oviedo Matto, denunció ante los medios que el destituido presidente Fernando Lugo había ofrecido al Partido Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (Unace) cinco ministerios a elegir y millones de dólares para que senadores del mencionado partido no apoyaran el juicio político que lo destituyera del Poder Ejecutivo.

El congresista esclareció que la condición era que nueve senadores de la bancada del partido Unace se retiren de la sala de ese tribunal que fue el que lo condenó, y detrás de esos había otros que se iban a retirar. Esta denuncia la hizo  en rueda de prensa, tras su reunión con el jefe de Estado Federico Franco en Palacio de López.

Según las versiones más difundidas, los militares paraguayos habían acordado con el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, defender la presidencia de Fernando Lugo con el respaldo internacional de todos los cancilleres, pero como en tantas otras oportunidades, al cura papá le faltó temperamento. “Yo no soy Salvador Allende” habría dicho, antes de claudicar y optar por no defender su “causa”, con la cobardía y el espíritu claudicante  que lo caracterizó siempre.  Intentar sobornar a los “golpistas” habría sido uno de sus últimos manotazos de ahogado, según se sabe hoy.

Uno de los últimos golpes de Lugo y sus cortesanos, según denuncias de las nuevas autoridades, fue llevarse hasta los cubiertos de la residencia presidencial.

Ya en setiembre del año 2008 una el entonces recién investido Fernando Lugo había hecho una ridícula denuncia de un supuesto intento de golpe de estado.

En aquella oportunidad el “golpe” había sido una simple reunión entre el titular del Congreso Nacional, Enrique González Quintana, el ex presidente Nicanor Duarte Frutos, el general retirado Lino Oviedo, el fiscal Rubén Candia Amarilla y el ministro Juan Manuel Morales, miembro del Tribunal Superior de Justicia Electoral. Dicha reunión tuvo lugar en la casa de Lino Oviedo, en el domicilio particular de uno de ellos.

Ya por aquel entonces había sido notorio que Lugo y sus seguidores, así como su equipo de propagandistas del Foro de Sao Paulo y beneficiarios del dinero dulce de las ONG, no tenían muy en claro cuál era el concepto de golpe de estado.

Repetir y repetir hasta el cansancio que en Paraguay hubo un golpe, parece ser el único argumento para convencer del cual disponen, así que debe reconocerse que algún golpe existió.

Después de todo, desde esta columna no somos quiénes para discutir eso.  Es imposible negar, al final de cuentas, de que muchos bolsillos de zoqueteros salieron golpeados del episodio.

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