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Forrest Gump for President

Tontos, son los que hacen tonterías

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Decía el memorable Forrest Gump que “tonto es el que hace tonterías”. Se lo había dicho su mamá, y su mamá tenía mucha razón. Era una mujer sabia, a pesar que no conocía España –no nos consta, al menos-, cosa que si hubiera conocido habría sido para ella como un máster en sabiduría donde podría ver convertida en realidad a nivel universal su cuestionable postulado. En España somos muy excedentarios en tontos y los tenemos por todas partes –seríamos la primera potencia mundial si nos dedicáramos a exportarlos-, pero sobre todo son superabundantes en los desolados páramos de la política.

Hay quienes sostienen que los políticos no tienen cerebro, sino dos culos que les configuran como las únicas criaturas capicúas de nuestro universo inmediato, y creo que quienes afirman esto tienen al menos tanta sabiduría como la mamá de Forrest Gump. En este sentido, se podría retocar el Principio de Peter y afirmar que “todo tonto tiende a ocupar un puesto de relevancia en la política y un alto cargo en la Administración”, y rematarlo con el siguiente corolario: “cuanto más tonto es el tonto, su culo craneal tiende a tomar el control del cuerpo, y el tonto, entonces, defeca en forma de decisiones de Estado.” Así, más o menos quedaría la cosa, a tenor de lo que vemos cada día en este país que se está cayendo a pedazos como si tuviera la lepra, gracias a todos los tontos que nos descuartizan desde el paraíso del poder.

Primero fue la Secretaria de Estado, Carmen Vela, la que salió como si tal cosa con la materia excrementicia ésa de que “para reforzar un sistema de investigación, primero hay que reducirlo”, cargándose de un plumazo la investigación en España, como corresponde a un país que por el rumbo que toman estas autoridades aspira, como poco, a hacer la competencia a Madagascar (sin faltar). Luego, fueron todos los demás políticos los que, en vista de la hermosa peralta de la Secretaria de Estado, se lanzaron a recortar como locos allá donde recortar era un atentado a la inteligencia más elemental. No es que uno esperara que estos políticos –sin formación, ni capacidad y con dos culos que los hacen capicúas- cuadren el círculo, ni mucho menos; pero tampoco que se arrancaran por peteneras con estas gracias, con resultados más que previsibles.

Estos ano-malos, con tal de salvarse a sí mismos y su privativo estado de superbienestar, han sido capaces, verbigracia, de recortar los recursos preventivos y combativos para enfrentar los incendios forestales, y se ahorraron un par de milloncetes de euros en primera instancia, que no estaba nada mal para el incomparable proceso intelectivo (es un decir) de estos talentos, pero el resultado (y lo que vendrá, morena) han sido cerca de setenta mil hectáreas achicharradas, dos helicópteros caídos y un excelente piloto muerto. Niquelao. Estos listos, han recortado en Sanidad, dejando fuera del sistema a la mayoría de los inmigrantes y a buena parte de nuestros abueletes y desempleados, de modo que, lo mismo que con los incendios, tendremos en breve auténticas pandemias por falta de sanidad preventiva, pudiendo ser que nos alcance ese apocalipsis zombi que está haciendo estragos por esos mundos de Dios, o quizás lo hayan hecho para que se mueran todos esos miserables que cobran algo de la Administración para así aliviar las cuentas del Estado (genocidio programado) y que ellos puedan seguir chupando del bote o trincar a dos manos, regalándose una vida desenfrenada de heno y cuadra. Estos sabios han recortado en asistencia social, y se han disparado los crímenes. Estos cerebritos han recortado en investigación, y han disparado el desempleo de nuestros jóvenes titulados (ya por encima del 65% del total) y han sentenciado a nuestro porvenir como un inmenso meublé de esparcimiento europeo, convirtiendo a la España de los tontos en la neo-Cuba de Batista de los EEUU de Europa. Estos culipensantes han recortado salarios y van a subir precios, impuestos e IVA, sabiendo que por cada 20000 euros menos en consumo es un parado más, conduciéndonos a una situación sin otro remedio que la disolución de España en el soluto alemán. Y estos ridí-culos, han tomado la senda del recorte de lo imprescindible, de modo que todos los resultados son y serán, en el mejor de los casos, catastróficos, así en Educación como en Justicia o como en lo que sea, porque sólo se importan a sí mismos y tapar sus trampas, como con lo de Bankia y todos los demás atracos. Son legión, como los diablejos aquellos del poseso de la Biblia, los que infectan España. Casi medio millón, ni más ni menos, con salarios astronómicos y todos los gastos pagados. Por ejemplo, cuestan más los teléfonos móviles y los consumos de toda esa recua de señorías que el conjunto de todos esos recortes. Ya de su despampanante parque móvil ni hablamos, como no lo hacemos de sus dietas (la paja está carísima), sus salarios de ricachones o sus incontables prebendas. Son, en definitiva, el enemigo. ¿Y como podemos ir con medidas tomadas con el culo (superior, por supuesto)?... Pues así mismo.

Los resultados a todos estos recortes irracionales aúllan que las consecuencias de estos despropósitos son escatológicos, pero a ellos no les importa. Son así, qué le vamos a hacer. Y como la evidencia se la refanfunfla a dos manos, pues en vez de pensar (cosa que no pueden hacer porque los glúteos no hacen bien esa tarea) y corregir, lo único que son capaces de hacer es detectar que el cabreo generalizado (de los que tienen trabajo y de los que no, de jóvenes, maduros y ancianos, y hasta de la santa madre del misterio) es de tal magnitud que se están temiendo no que los echen a la oposición o algo así, sino que haya una revuelta de uno momento a otro que ponga sus cabezas en picas a las entradas de parlamentos y comunidades, y están preparando unidades del Ejército como antidisturbios y modificando leyes para que este mismo Ejército (profesional, por supuesto, porque esto sería inviable con milicias) pueda intervenir en las ciudades para calmar los ánimos de los más exaltados, y lo están haciendo a toda prisa porque la cosa puede estallar como una santabárbara en cualquier momento. Tienen un cagazo, con perdón, que les hace temblar como si tuvieran el baile de San Vito.

Sus leyes y ordenanzas, aún las tan cacareadas por nuestra salud y bienestar, son para esta piara de intelectuales como para ciscarse en ella, como bien hemos visto con la cosa del tabaco y lo que nos dice su ilustrísima doña Esperanza, al afirmar que si hay que cambiar eso para se instale en Madrid la mafia de los casinos y putas, pues que se hace y punto. ¡Faltaría más! Aquí la ley es para los pobres, y para satisfacer los hígados de todos estos jerarcas que están liquidando España como país, y, entretanto coronan su objetivo, lo dirigen como un cortijo propio, como su propiedad, como su cosa de ellos. Los propietarios del ramo de hostelería, a este respecto, están como unas pascuas de contentos después de que les forzaron a hacer dos enormes gastos por la cosa del tabaco y que han perdido entre un 25 y un 30% de su clientela habitual, como están superencantados los propietarios de casinos y bingos españoles, buena parte de los cuales ha quebrado por esta medida, entretanto a ese capo se le doblan las leyes y se le besa en negro para que instale su supercasa de citas.

Bueno, pues ahí lo tienen. Universalizada la unidad de los españoles (de centro, izquierdas, derechas e independientes: ¡joder, qué logro!) ante estos exabruptos irracionales de quienes nos comandan con tan incólume desacierto, la cosa está que revienta, según se colige por las medidas de autoprotección legislativa que están tomando, temiéndose lo peor. Los ciudadanos, entretanto, sin salir de su cabreo, piensan en la mamá de Forrest Gump y la razón que tenía al afirmar: “Tontos, son los que hacen tonterías.” Claro que quienes las pagan y las sufren son los ciudadanos: los que no tienen, porque les quitan incluso la esperanza; y los que tienen, porque se les revuelve el patio y se puede liar la de Dios es Cristo.

En fin: Forrest Gump for President.

Tontos, son los que hacen tonterías

Forrest Gump for President
Ángel Ruiz Cediel
jueves, 5 de julio de 2012, 16:58 h (CET)
Decía el memorable Forrest Gump que “tonto es el que hace tonterías”. Se lo había dicho su mamá, y su mamá tenía mucha razón. Era una mujer sabia, a pesar que no conocía España –no nos consta, al menos-, cosa que si hubiera conocido habría sido para ella como un máster en sabiduría donde podría ver convertida en realidad a nivel universal su cuestionable postulado. En España somos muy excedentarios en tontos y los tenemos por todas partes –seríamos la primera potencia mundial si nos dedicáramos a exportarlos-, pero sobre todo son superabundantes en los desolados páramos de la política.

Hay quienes sostienen que los políticos no tienen cerebro, sino dos culos que les configuran como las únicas criaturas capicúas de nuestro universo inmediato, y creo que quienes afirman esto tienen al menos tanta sabiduría como la mamá de Forrest Gump. En este sentido, se podría retocar el Principio de Peter y afirmar que “todo tonto tiende a ocupar un puesto de relevancia en la política y un alto cargo en la Administración”, y rematarlo con el siguiente corolario: “cuanto más tonto es el tonto, su culo craneal tiende a tomar el control del cuerpo, y el tonto, entonces, defeca en forma de decisiones de Estado.” Así, más o menos quedaría la cosa, a tenor de lo que vemos cada día en este país que se está cayendo a pedazos como si tuviera la lepra, gracias a todos los tontos que nos descuartizan desde el paraíso del poder.

Primero fue la Secretaria de Estado, Carmen Vela, la que salió como si tal cosa con la materia excrementicia ésa de que “para reforzar un sistema de investigación, primero hay que reducirlo”, cargándose de un plumazo la investigación en España, como corresponde a un país que por el rumbo que toman estas autoridades aspira, como poco, a hacer la competencia a Madagascar (sin faltar). Luego, fueron todos los demás políticos los que, en vista de la hermosa peralta de la Secretaria de Estado, se lanzaron a recortar como locos allá donde recortar era un atentado a la inteligencia más elemental. No es que uno esperara que estos políticos –sin formación, ni capacidad y con dos culos que los hacen capicúas- cuadren el círculo, ni mucho menos; pero tampoco que se arrancaran por peteneras con estas gracias, con resultados más que previsibles.

Estos ano-malos, con tal de salvarse a sí mismos y su privativo estado de superbienestar, han sido capaces, verbigracia, de recortar los recursos preventivos y combativos para enfrentar los incendios forestales, y se ahorraron un par de milloncetes de euros en primera instancia, que no estaba nada mal para el incomparable proceso intelectivo (es un decir) de estos talentos, pero el resultado (y lo que vendrá, morena) han sido cerca de setenta mil hectáreas achicharradas, dos helicópteros caídos y un excelente piloto muerto. Niquelao. Estos listos, han recortado en Sanidad, dejando fuera del sistema a la mayoría de los inmigrantes y a buena parte de nuestros abueletes y desempleados, de modo que, lo mismo que con los incendios, tendremos en breve auténticas pandemias por falta de sanidad preventiva, pudiendo ser que nos alcance ese apocalipsis zombi que está haciendo estragos por esos mundos de Dios, o quizás lo hayan hecho para que se mueran todos esos miserables que cobran algo de la Administración para así aliviar las cuentas del Estado (genocidio programado) y que ellos puedan seguir chupando del bote o trincar a dos manos, regalándose una vida desenfrenada de heno y cuadra. Estos sabios han recortado en asistencia social, y se han disparado los crímenes. Estos cerebritos han recortado en investigación, y han disparado el desempleo de nuestros jóvenes titulados (ya por encima del 65% del total) y han sentenciado a nuestro porvenir como un inmenso meublé de esparcimiento europeo, convirtiendo a la España de los tontos en la neo-Cuba de Batista de los EEUU de Europa. Estos culipensantes han recortado salarios y van a subir precios, impuestos e IVA, sabiendo que por cada 20000 euros menos en consumo es un parado más, conduciéndonos a una situación sin otro remedio que la disolución de España en el soluto alemán. Y estos ridí-culos, han tomado la senda del recorte de lo imprescindible, de modo que todos los resultados son y serán, en el mejor de los casos, catastróficos, así en Educación como en Justicia o como en lo que sea, porque sólo se importan a sí mismos y tapar sus trampas, como con lo de Bankia y todos los demás atracos. Son legión, como los diablejos aquellos del poseso de la Biblia, los que infectan España. Casi medio millón, ni más ni menos, con salarios astronómicos y todos los gastos pagados. Por ejemplo, cuestan más los teléfonos móviles y los consumos de toda esa recua de señorías que el conjunto de todos esos recortes. Ya de su despampanante parque móvil ni hablamos, como no lo hacemos de sus dietas (la paja está carísima), sus salarios de ricachones o sus incontables prebendas. Son, en definitiva, el enemigo. ¿Y como podemos ir con medidas tomadas con el culo (superior, por supuesto)?... Pues así mismo.

Los resultados a todos estos recortes irracionales aúllan que las consecuencias de estos despropósitos son escatológicos, pero a ellos no les importa. Son así, qué le vamos a hacer. Y como la evidencia se la refanfunfla a dos manos, pues en vez de pensar (cosa que no pueden hacer porque los glúteos no hacen bien esa tarea) y corregir, lo único que son capaces de hacer es detectar que el cabreo generalizado (de los que tienen trabajo y de los que no, de jóvenes, maduros y ancianos, y hasta de la santa madre del misterio) es de tal magnitud que se están temiendo no que los echen a la oposición o algo así, sino que haya una revuelta de uno momento a otro que ponga sus cabezas en picas a las entradas de parlamentos y comunidades, y están preparando unidades del Ejército como antidisturbios y modificando leyes para que este mismo Ejército (profesional, por supuesto, porque esto sería inviable con milicias) pueda intervenir en las ciudades para calmar los ánimos de los más exaltados, y lo están haciendo a toda prisa porque la cosa puede estallar como una santabárbara en cualquier momento. Tienen un cagazo, con perdón, que les hace temblar como si tuvieran el baile de San Vito.

Sus leyes y ordenanzas, aún las tan cacareadas por nuestra salud y bienestar, son para esta piara de intelectuales como para ciscarse en ella, como bien hemos visto con la cosa del tabaco y lo que nos dice su ilustrísima doña Esperanza, al afirmar que si hay que cambiar eso para se instale en Madrid la mafia de los casinos y putas, pues que se hace y punto. ¡Faltaría más! Aquí la ley es para los pobres, y para satisfacer los hígados de todos estos jerarcas que están liquidando España como país, y, entretanto coronan su objetivo, lo dirigen como un cortijo propio, como su propiedad, como su cosa de ellos. Los propietarios del ramo de hostelería, a este respecto, están como unas pascuas de contentos después de que les forzaron a hacer dos enormes gastos por la cosa del tabaco y que han perdido entre un 25 y un 30% de su clientela habitual, como están superencantados los propietarios de casinos y bingos españoles, buena parte de los cuales ha quebrado por esta medida, entretanto a ese capo se le doblan las leyes y se le besa en negro para que instale su supercasa de citas.

Bueno, pues ahí lo tienen. Universalizada la unidad de los españoles (de centro, izquierdas, derechas e independientes: ¡joder, qué logro!) ante estos exabruptos irracionales de quienes nos comandan con tan incólume desacierto, la cosa está que revienta, según se colige por las medidas de autoprotección legislativa que están tomando, temiéndose lo peor. Los ciudadanos, entretanto, sin salir de su cabreo, piensan en la mamá de Forrest Gump y la razón que tenía al afirmar: “Tontos, son los que hacen tonterías.” Claro que quienes las pagan y las sufren son los ciudadanos: los que no tienen, porque les quitan incluso la esperanza; y los que tienen, porque se les revuelve el patio y se puede liar la de Dios es Cristo.

En fin: Forrest Gump for President.

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