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China entra de lleno en la carrera espacial

Andrei Kisliakov
Redacción
jueves, 23 de junio de 2005, 01:31 h (CET)
A primeros de junio, Rusia y China presentaron en la sesión anual de la Conferencia de Desarme, en Ginebra, un documento de trabajo en el que proponen renunciar legislativamente a cualquier despliegue de armas en el espacio cósmico.

El documento se refiere a la terminología que figuraría en los respectivos papeles jurídicos. En particular, se ofrecen definiciones para tales términos clave como "objetivo espacial", "espacio cósmico" y "armas en el espacio".

Objetivamente, el tema de un espacio cósmico sin armas ha llegado a ser muy importante para Rusia y China, y ojalá también lo sea para los demás países para así poder alcanzar un acuerdo sobre la renuncia al despliegue de armas espaciales.

Hoy día el espacio cósmico se considera cada vez más como un posible teatro de guerra, y en esta situación sólo dos países -Rusia y China- instan a la comunidad internacional a renunciar legislativamente a cualquier despliegue de armas en el espacio extraterrestre.

Tal actitud no se debe a que la cosmonáutica china hunda sus raíces en la cosmonáutica rusa. Más bien, se debe a la filosofía de la colaboración ruso-china basada en la comunidad de intereses estatales. Al mismo tiempo, son intereses nada ajenos al espíritu de la rivalidad comercial.

En Rusia, los representantes de los círculos espaciales tienen una idea bien clara de las ventajas que ofrece la cooperación con China. Si intentar definir con una sola palabra el programa espacial de China, el primer término que viene a la mente también sirve para caracterizar ese país asiático en general: autosuficiencia. Pues China es autosuficiente a tal medida que ya muy pronto formará la "troika" de superpotencias espaciales junto con Rusia y Estados Unidos. De allí que es tan importante para estos dos desarrollar sus relaciones con China en materia de investigaciones espaciales.

China dispone hoy de tres bases espaciales, en Jiuquan, Taiyuan y Xichang. En marzo, la Agencia "Xinhua" había comunicado que muy pronto sería construida una cuarta base en el territorio de la provincia insular de Hainan, en el sur del país. Un mes después, el diario "Renmin ribao" había informado que en la zona de la megalópolis china de Shanghai, en un territorio de 80 hectáreas, se estaba construyendo un nuevo centro espacial llamado a acelerar la ejecución del programa nacional espacial.

La primera etapa del nuevo centro quedará terminada para 2007, mientras que la obra completa será construida en 2010. Permitirá intensificar los trabajos de investigación y desarrollo que lleva a cabo la Academia China de Tecnología Espacial, que es donde se elaboran los sistemas de comunicación y se desarrollan los propulsores para lanzadores y cosmonaves tripuladas. En particular, se trata del nuevo cohete "Changzheng-2D" (Gran Marcha) y de la nave "Shenzhou-6" (Barca Sagrada), en la cual dos cosmonautas realizarán en otoño que viene el segundo vuelo espacial de China. Permanecerán en la órbita varios días y ensayarán el módulo orbital de la nave. Se supone que las estructuras que serían montadas con los módulos de las naves "Shenzhou" servirán en un futuro próximo para construir una estación espacial propia.


Además, China tiene lo siguiente:

- Naves automáticas con módulo recuperable destinadas para tomar fotografías y realizar experimentos científicos. Aparte de China, sólo Rusia y EE UU saben recuperar los cargamentos que se encuentran en la órbita;
- Satélites no recuperables para fines científicos, comunicación y teledifusión;
- Satélites meteorológicos, incluidos los de prevención de terremotos;
- Satélites del sistema de navegación "Beidou" similar al sistema norteamericano GPS NAVSTAR y al ruso-europeo COSPAS-SARSAT.
De manera que la China de hoy es todo una potencia espacial que, tomando en cuenta los medios y recursos que aprovecha para desarrollar la cosmonáutica, podrá convertirse muy pronto en un líder absoluto en determinados aspectos de esa actividad.

En lo que toca a la cooperación que desarrolla Pekín con Rusia y Estados Unidos, cabe destacar un importante detalle. A pesar de que Washington muestra un evidente interés hacia el programa espacial de China y valora sensatamente el potencial que representa dicho sector, sigue dejándose llevar por los temores que le infunde el componente militar de los desarrollos espaciales chinos. Claro está que a Pekín no le agrada que EE UU le mire con desconfianza incluso si los dos países mantienen una estrecha colaboración en materia de altas tecnologías.

En cuanto a Rusia, no le queda más que aprovechar esta situación y consolidar sus posiciones en los proyectos espaciales que desarrolla con China.

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Andrei Kisliakov es comentarista en cuestiones políticas de la Agencia Rusa de Información 'Novosti' (www.rian.ru).

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Lo que voy a decir no se apoya -no lo pretende, además lo rechaza- en ningún argumento científico. Rechazo en general lo científico porque proviene, tal caudal de conocimiento, de la mente humana matemática, fajada y limitada, sobre todo no mente libre sino observante desde muchos filtros atascados de prejuicios.

No es ninguna novedad que vivimos en un tiempo donde el pulso de la coexistencia social parece haberse acelerado en una deriva incomprensible, enfrentándonos con la paradoja de una humanidad cada vez más próxima, sin que ello se traduzca necesariamente en la cercanía o comprensión mutua.

El filólogo humanista Noam Chomsky decía que “si no se está de acuerdo con una cuestión, el hecho de formular y escuchar críticas, forma parte de la convivencia, y así se espera que sea”. De este modo, Chomsky argumenta el derecho y obligación a ejercer la crítica como proceso para la construcción de la convivencia.

 
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