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El cura papá se encuentra en la escalerilla para su último vuelo oficial en helicóptero

Lugo y Richard Nixon

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La historia norteamericana nos recuerda cómo terminó el escándalo Watergate. Enfrentado a un desafuero inevitable, Nixon anunció apesadumbrado en cadena nacional: “Mañana al mediodía renunciaré a la presidencia, inmediatamente después, el vicepresidente rendirá el juramento de ley”. Al día siguiente, a la hora señalada, abandonó la oficina oval y frente a una multitud de periodistas trepó al helicóptero que lo trasladaría al juicio inflexible de la posteridad.

Con los brazos abiertos y haciendo una inoportuna “V” de la victoria en la escalerilla, el controvertido mandatario dijo adiós, solo que ahora aquella enigmática sonrisa de Tricky Dick (Ricardito Tramposo), que se había hecho tan famosa como la del cura papá Fernando Lugo, revelaba una tristeza infinita.

Era el epílogo de un cerco político tejido por la prensa y la justicia y que, tras dos años de engorrosas audiencias legislativas y titulares en tipografía catástrofe, acorraló al presidente y su círculo de incondicionales, algunos de los cuales como Harry Robbins, John Ehrlichman y John Dean fueron a prisión.

Desde tiempos de Emile Zolá y el caso Dreyfus, la palabra escrita no vivía un momento más glorioso como el que disfrutó luego de las denuncias de los famosos periodistas del Washington Post, Woodward y Carl Bernstein.

En la última semana de marzo de 1999, se produjo el asesinato del vicepresidente paraguayo Luis María Argaña y la espiral de violencia que se desató concluyó días después con la renuncia del entonces presidente de la república, Raúl Cubas Grau.

Al igual que en el caso del presidente norteamericano Richard Nixon, en la gestión del juicio político los medios de comunicación y la opinión pública jugaron un papel decisivo.

Tanto el Partido Colorado como el Liberal, aprobaron esta semana en Paraguay el impeachment al cura presidente Fernando Lugo, tras mucho dilatar el tema.

Los votos están cantados en favor de la destitución, por la vía constitucional del juicio político, pero el gobierno de Lugo como manotazo de ahogado, amenazó con resistencia violenta de sus matones prebendarios, en demostración de su congénita falta de sensatez y grandeza.

Evidentemente, la farsa está cerca de su epílogo, cualquiera sea el resultado de esta pulseada. Al parecer, el helicóptero que trasladó a Nixon al exilio político y la aeronave de la Fuerza Aérea Brasileña que llevó al Brasil a Raúl Cubas Grau, hacen su sobrevuelo fantasma por estas fechas sobre el Palacio de López Perito.

El cura papá Fernando Lugo al menos tendrá como consuelo una oportunidad más de dar un paseo en helicóptero a los que es tan aficionado, solo que este lo llevará para no volver hacia el juicio de la historia.

Que sin duda, tendrá pocos atenuantes para ser benevolente con quien hoy se encuentra en el banquillo de los acusados.

Lugo y Richard Nixon

El cura papá se encuentra en la escalerilla para su último vuelo oficial en helicóptero
Luis Agüero Wagner
viernes, 22 de junio de 2012, 07:26 h (CET)
La historia norteamericana nos recuerda cómo terminó el escándalo Watergate. Enfrentado a un desafuero inevitable, Nixon anunció apesadumbrado en cadena nacional: “Mañana al mediodía renunciaré a la presidencia, inmediatamente después, el vicepresidente rendirá el juramento de ley”. Al día siguiente, a la hora señalada, abandonó la oficina oval y frente a una multitud de periodistas trepó al helicóptero que lo trasladaría al juicio inflexible de la posteridad.

Con los brazos abiertos y haciendo una inoportuna “V” de la victoria en la escalerilla, el controvertido mandatario dijo adiós, solo que ahora aquella enigmática sonrisa de Tricky Dick (Ricardito Tramposo), que se había hecho tan famosa como la del cura papá Fernando Lugo, revelaba una tristeza infinita.

Era el epílogo de un cerco político tejido por la prensa y la justicia y que, tras dos años de engorrosas audiencias legislativas y titulares en tipografía catástrofe, acorraló al presidente y su círculo de incondicionales, algunos de los cuales como Harry Robbins, John Ehrlichman y John Dean fueron a prisión.

Desde tiempos de Emile Zolá y el caso Dreyfus, la palabra escrita no vivía un momento más glorioso como el que disfrutó luego de las denuncias de los famosos periodistas del Washington Post, Woodward y Carl Bernstein.

En la última semana de marzo de 1999, se produjo el asesinato del vicepresidente paraguayo Luis María Argaña y la espiral de violencia que se desató concluyó días después con la renuncia del entonces presidente de la república, Raúl Cubas Grau.

Al igual que en el caso del presidente norteamericano Richard Nixon, en la gestión del juicio político los medios de comunicación y la opinión pública jugaron un papel decisivo.

Tanto el Partido Colorado como el Liberal, aprobaron esta semana en Paraguay el impeachment al cura presidente Fernando Lugo, tras mucho dilatar el tema.

Los votos están cantados en favor de la destitución, por la vía constitucional del juicio político, pero el gobierno de Lugo como manotazo de ahogado, amenazó con resistencia violenta de sus matones prebendarios, en demostración de su congénita falta de sensatez y grandeza.

Evidentemente, la farsa está cerca de su epílogo, cualquiera sea el resultado de esta pulseada. Al parecer, el helicóptero que trasladó a Nixon al exilio político y la aeronave de la Fuerza Aérea Brasileña que llevó al Brasil a Raúl Cubas Grau, hacen su sobrevuelo fantasma por estas fechas sobre el Palacio de López Perito.

El cura papá Fernando Lugo al menos tendrá como consuelo una oportunidad más de dar un paseo en helicóptero a los que es tan aficionado, solo que este lo llevará para no volver hacia el juicio de la historia.

Que sin duda, tendrá pocos atenuantes para ser benevolente con quien hoy se encuentra en el banquillo de los acusados.

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