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Texto de Fernando Fuentes, divulgador científico

Legionelosis: crónica de una batalla en Alcoy

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Algunas estadísticas habían permanecido relativamente tranquilas en Alcoy, una ciudad española con alrededor de 62.000 habitantes ubicada a 107 kilómetros de Valencia. Luego de años de combate entre médicos y un escuadrón de Legionella pneumophila -un tipo de bacteria responsable de neumonías severas- se disfrutaba finalmente de una especie de armisticio. Desde el 2005 en adelante dicho acuerdo se veía reflejado en las historias clínicas de los centros sanitarios, cada vez menos frecuentemente redactadas por Legionella. Atrás, habían quedado los días en que era habitual encontrarla en un análisis de orina, solicitado a enfermos con infecciones respiratorias.

Pero todo tiene un final, todo termina. Los gérmenes parece que lejos estuvieron de seguir los consejos del filósofo holandés Erasmo de Rotterdam, quien ya en el siglo XVI advertía acerca de que “la paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”. En una especie de crónica publicada hace un tiempo en la revista científica Emerging Infectious Disease, Mireia Coscollá, investigadora de la Universidad de Valencia, relató como nuevos pacientes comenzaban a arribar al Hospital Virgen de los Lirios, en Alcoy, a fines de julio del 2009. Luego de transcurridas unas pocas semanas, once eran los involuntarios legionarios.

El inicio de un brote

Todos compartían un conjunto de síntomas y signos tales como fiebre, tos, sensación de falta de aire y hallazgos anormales en la auscultación de los pulmones. Radiografías de tórax y muestras de orina en las que se detectaron algunas moléculas conocidas como antígenos, capaces de desencadenar una respuesta inmune específica, sirvieron para aportar las primeras pistas acerca de quién podía estar detrás de los sucesos. Además fue motivo más que suficiente para decretar un brote epidémico de Legionelosis e iniciar una investigación al respecto.

No fue difícil para los médicos identificar a la combativas legionelas. Debido a que constituyen una de las principales causas de neumonías adquiridas en la comunidad, y por experiencias pasadas, funciona en el hospital desde el año 2000 un sistema de vigilancia epidemiológica. Cumple entre otras cosas con la misión de diagnosticar en la población dichas infecciones en estadios tempranos e instaurar un tratamiento antibiótico oportuno, lo que en definitiva es vital para mejorar el pronóstico de los enfermos. Quizás las bajas habrían sido mucho mayores, si no se hubiera contado con él.

La investigación iniciada también rendía sus frutos. Con el correr de los días, los epidemiólogos obtenían mayor información acerca del enemigo que enfrentaban. En secreciones respiratorias pudieron aislar el ácido desoxirribonucleico (ADN) contenido en los microorganismos. La determinación del patrón genético les permitió asegurar que todos los enfermos habían sucumbido frente a una misma cepa de bacteria. Pero no solo eso, además llegaron a la conclusión de que ya había sido culpable de otros brotes anteriores.

¿Dónde estás?

Legionella suele ingresar en los individuos vía respiratoria, más precisamente por medio de la inhalación de agua aerosolizada. La red de abastecimiento de agua potable, bañeras de hidromasaje, torres de agua para refrigeración de aire acondicionado, duchas, fuentes decorativas y aspersores de riego, entre otros, representan verdaderos reservorios ambientales y pasan a constituir sitios de contagio.

Aunque no quedaba claro aún para los investigadores desde qué cuartel salían los gérmenes listos para dar pelea, todos parecían coincidir en que esta batalla se ganaba lejos de los hospitales. Interrogaron a los enfermos en busca de datos relacionados con el lugar de residencia e itinerarios habituales. Luego, con la ayuda de la cartografía, algunas presentaciones fotográficas y una herramienta de software, delimitaron para cada uno de ellos una probable área de exposición. De existir un punto de intersección entre las áreas, ese sin dudas sería un sitio propicio para buscar.
El principio del fin

Una primera inspección realizada en los hogares de los pacientes arrojó resultados negativos, no fue posible detectar bacterias en el interior. Tampoco en el sistema de distribución de agua municipal, ni en las otras fuentes usuales aledañas existían evidencias de contaminación. No configuraban ningún riesgo para los individuos. Lejos de desmoralizarse, los científicos comenzaron a prestar atención a sitios poco comunes de infección. Entre ellos, se destacaba una máquina que se encontraba en una de las zonas calientes previamente identificadas y que se encargaba de realizar tareas de repavimentación asfáltica. Para las bacterias, fue el principio del fin.

Varias legionelas fueron capturadas a partir de la inspección de los tanques de agua y atomizadores del móvil. Fue solo un trámite distinguirlas por medio de su ADN y certificar que eran similares a las que habían generado tanto revuelo en el hospital. De la repavimentadora, se supo que utilizaba agua obtenida a partir de una fuente natural no sujeta al tratamiento con cloro, también que luego había sido retirada temporalmente de circulación, limpiada y desinfectada. Volvió a las calles de Alcoy con algunas saludables modificaciones, al mismo tiempo en que retornaba la paz a sus estadísticas.

Legionelosis: crónica de una batalla en Alcoy

Texto de Fernando Fuentes, divulgador científico
Redacción
miércoles, 9 de mayo de 2012, 13:08 h (CET)
Algunas estadísticas habían permanecido relativamente tranquilas en Alcoy, una ciudad española con alrededor de 62.000 habitantes ubicada a 107 kilómetros de Valencia. Luego de años de combate entre médicos y un escuadrón de Legionella pneumophila -un tipo de bacteria responsable de neumonías severas- se disfrutaba finalmente de una especie de armisticio. Desde el 2005 en adelante dicho acuerdo se veía reflejado en las historias clínicas de los centros sanitarios, cada vez menos frecuentemente redactadas por Legionella. Atrás, habían quedado los días en que era habitual encontrarla en un análisis de orina, solicitado a enfermos con infecciones respiratorias.

Pero todo tiene un final, todo termina. Los gérmenes parece que lejos estuvieron de seguir los consejos del filósofo holandés Erasmo de Rotterdam, quien ya en el siglo XVI advertía acerca de que “la paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa”. En una especie de crónica publicada hace un tiempo en la revista científica Emerging Infectious Disease, Mireia Coscollá, investigadora de la Universidad de Valencia, relató como nuevos pacientes comenzaban a arribar al Hospital Virgen de los Lirios, en Alcoy, a fines de julio del 2009. Luego de transcurridas unas pocas semanas, once eran los involuntarios legionarios.

El inicio de un brote

Todos compartían un conjunto de síntomas y signos tales como fiebre, tos, sensación de falta de aire y hallazgos anormales en la auscultación de los pulmones. Radiografías de tórax y muestras de orina en las que se detectaron algunas moléculas conocidas como antígenos, capaces de desencadenar una respuesta inmune específica, sirvieron para aportar las primeras pistas acerca de quién podía estar detrás de los sucesos. Además fue motivo más que suficiente para decretar un brote epidémico de Legionelosis e iniciar una investigación al respecto.

No fue difícil para los médicos identificar a la combativas legionelas. Debido a que constituyen una de las principales causas de neumonías adquiridas en la comunidad, y por experiencias pasadas, funciona en el hospital desde el año 2000 un sistema de vigilancia epidemiológica. Cumple entre otras cosas con la misión de diagnosticar en la población dichas infecciones en estadios tempranos e instaurar un tratamiento antibiótico oportuno, lo que en definitiva es vital para mejorar el pronóstico de los enfermos. Quizás las bajas habrían sido mucho mayores, si no se hubiera contado con él.

La investigación iniciada también rendía sus frutos. Con el correr de los días, los epidemiólogos obtenían mayor información acerca del enemigo que enfrentaban. En secreciones respiratorias pudieron aislar el ácido desoxirribonucleico (ADN) contenido en los microorganismos. La determinación del patrón genético les permitió asegurar que todos los enfermos habían sucumbido frente a una misma cepa de bacteria. Pero no solo eso, además llegaron a la conclusión de que ya había sido culpable de otros brotes anteriores.

¿Dónde estás?

Legionella suele ingresar en los individuos vía respiratoria, más precisamente por medio de la inhalación de agua aerosolizada. La red de abastecimiento de agua potable, bañeras de hidromasaje, torres de agua para refrigeración de aire acondicionado, duchas, fuentes decorativas y aspersores de riego, entre otros, representan verdaderos reservorios ambientales y pasan a constituir sitios de contagio.

Aunque no quedaba claro aún para los investigadores desde qué cuartel salían los gérmenes listos para dar pelea, todos parecían coincidir en que esta batalla se ganaba lejos de los hospitales. Interrogaron a los enfermos en busca de datos relacionados con el lugar de residencia e itinerarios habituales. Luego, con la ayuda de la cartografía, algunas presentaciones fotográficas y una herramienta de software, delimitaron para cada uno de ellos una probable área de exposición. De existir un punto de intersección entre las áreas, ese sin dudas sería un sitio propicio para buscar.
El principio del fin

Una primera inspección realizada en los hogares de los pacientes arrojó resultados negativos, no fue posible detectar bacterias en el interior. Tampoco en el sistema de distribución de agua municipal, ni en las otras fuentes usuales aledañas existían evidencias de contaminación. No configuraban ningún riesgo para los individuos. Lejos de desmoralizarse, los científicos comenzaron a prestar atención a sitios poco comunes de infección. Entre ellos, se destacaba una máquina que se encontraba en una de las zonas calientes previamente identificadas y que se encargaba de realizar tareas de repavimentación asfáltica. Para las bacterias, fue el principio del fin.

Varias legionelas fueron capturadas a partir de la inspección de los tanques de agua y atomizadores del móvil. Fue solo un trámite distinguirlas por medio de su ADN y certificar que eran similares a las que habían generado tanto revuelo en el hospital. De la repavimentadora, se supo que utilizaba agua obtenida a partir de una fuente natural no sujeta al tratamiento con cloro, también que luego había sido retirada temporalmente de circulación, limpiada y desinfectada. Volvió a las calles de Alcoy con algunas saludables modificaciones, al mismo tiempo en que retornaba la paz a sus estadísticas.

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