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Estética masculina

La vanidad que despierta la codicia por la belleza sólo tiene un objetivo: Acaparar la atención de las personas para alcanzar una mejor posición social
Octavi Pereña
miércoles, 9 de mayo de 2012, 06:45 h (CET)
Según las estadísticas las mujeres siguen encabezando la lista de personas que utilizan la cirugía estética y los cosméticos. Las intervenciones quirúrgicas, pero, se van haciendo cada vez más populares entre los hombres. La causa se debe al hecho de que la competencia cada vez más agresiva de los jóvenes les inclina hacia la cirugía y la cosmética para aparentar un juventud ya perdida. Ahora se ha perdido el valor añadido que representan los cabellos blancos de la madurez. Lo que prevalece es la forma y dinamismo juvenil. ¡Ah!, a la cirugía plástica y los cosméticos les acompaña la indumentaria, prendas deportivas que dan un aire más fresco a quienes les empiezan a pesar los años.

Joan Pere Viladecans, pintor, hace diana cuando dice: “La posibilidad de transformar y recrear al propio cuerpo puede tener un valor estético. Pero no parece que el auge de la cirugía estética y reparadora vaya por ahí. El problema real es que la sociedad occidental no sabe envejecer y que sólo reconoce atractivo en lo que es joven o hermoso según los estereotipos que decide el mercado”. Lo único que importa es lo que se ve, que es transitorio, se marchita y que termina convirtiéndose en carne podrida plagada de gusanos. A corto y a largo plazo invertir en juventud huidiza es una mala inversión.

“La única manera de alcanzar la verdadera belleza procede del interior, de la capacidad de superar el miedo a la muerte, resistiendo al despotismo de una carrera crispada y exagerada de nuestra apariencia física. Porque existe una vida que se expresa de otra manera”, dice Rivière y Dexeus. El miedo a la competencia de la juventud se supera cuando se vence el miedo a la muerte. Esta victoria se alcanza definitivamente cuando el miedoso se encuentra con Cristo que “es la resurrección y la vida”. Creer en este  Cristo que ha vencido a la muerte abandonando el sepulcro en su resurrección es una fuente de dinamismo que ahuyenta el miedo a la agresiva competencia juvenil que quiere poner el pie en el mercado laboral y sentarse en las butacas de los altos ejecutivos. No es que Cristo elimine la competencia de los jóvenes. No. Lo que hace es que el hombre maduro que se ha unido a Él por la fe renueva sus fuerzas espirituales. Cuando los jóvenes se cansan por los estragos que produce la lucha laboral, el creyente en Cristo que ha alcanzado la madurez levanta el vuelo como las águilas. Esta fuerza espiritual se manifiesta en una renovación mental que le empuja a proseguir la carrera laboral sin desfallecer. En un mundo sometido a un cambio incesante en el que las novedades de hoy pronto se desechan por desfasadas, es imprescindible poseer el poder de Dios  para no salir maltrecho de la contienda laboral. El estar al día exige un desgaste mental que provoca estrés y otros trastornos mentales. La fuerza que inyecta Cristo en la persona  que confía en Él le permite correr la maratón de la vida sin el cansancio psíquico que requiere productos energéticos de dudosa efectividad para mantenerse en forma.

El cambio de apariencia para parecer joven no devuelve la juventud perdida. La fe en Cristo hace que el miedo a la muerte, que es un hecho irreversible, se invierta. Esta realidad hace que el creyente pueda unirse al salmista en su petición: “Hazme saber, Señor, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días, sepa yo cuán frágil soy” (Salmo 39:4). Un nuevo horizonte se abre ante sus ojos. Es tan maravillosa la belleza que se vislumbra, que no le asusta la competencia, a veces desleal de los jóvenes. Sabe en donde se encuentra y no necesita convertirse en un “muñeco de plástico” para conservar los beneficios materiales obtenidos que, obsesionándose por ellos no le dejan vivir como persona emocionalmente sana.

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Stefhan Hessel exdiplomático y excombatiente ya publicó una obra que llevaba por título el tema de esta pequeña reflexión, “Indignaos”. Y es que es claro y patente indignarse en medio de una sociedad actual, con bastantes valores en entredicho, y con la carestía de la vida y la inflación real por las nubes, o el precio imparable del coste la vivienda.

El "y tú más" es una expresión utilizada para desviar la atención de una crítica o acusación hacia la otra persona, evitando así asumir responsabilidad por un error o comportamiento. Esta frase se emplea comúnmente en situaciones de conflicto, como en discusiones entre parejas, en el ámbito político o en contextos escolares, donde se busca justificar o excusar el propio comportamiento al señalar una supuesta falta similar en la otra parte.

No sé quién dijo esta frase: “A España no la va a conocer ni la madre que la parió” no sé qué, adivino manifestó esta frase, si la dijo para bien o para mal. España está triunfal, raro es el día que recibimos cosas serias, con más condimento. Los WhatsApp y demás cachondeos, donde los ramplones, nos atiborran con recaditos en los móviles, nos los tragamos todos.

 
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