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Si alguien no se ha equivocado lo suficiente quizás tampoco haya aprendido

El currículum de fracasos

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Solemos hacer bastante postureo cuando se trata de escribir nuestro currículum y hablar de nosotros mismos para aspirar a un puesto de trabajo. Lo que no solemos hacer es llenar nuestro currículum de fracasos y mostrar todo lo que hemos aprendido de ellos.

El currículum, ese lugar en el que cada cual se viste con sus mejores galas, pero que bien poco refleja la realidad. Muchas empresas todavía basan una parte importante de su selección de personal en el currículum. La experiencia me dice que el currículum miente como un bellaco y no refleja la realidad cuando tratas de buscar cualidades que van más allá de haber estudiado X o Y o tener una determinada experiencia.

Pasión, inspiración, creatividad, humildad, trabajo en equipo, flexibilidad, resiliencia son cualidades que tenemos que buscar más allá de lo que diga cualquier currículum.

Hoy sin embargo, me gustaría desafíar a nuestro currículum habitual y además de las secciones “Experiencia profesional” y “Formación Académica” que aparezca una nueva llamada “Fracasos”.

No sé si he acertado mucho o poco en esta vida, pero si de algo estoy orgulloso es de los fracasos que he tenido. Esos sí que me han hecho acertar… en lo que no hay que hacer.

En una ocasión dejé ir algo valioso antes de tiempo y sin oponer resistencia. Cometí el error de no insistir. Aprendí que nunca hay que tirar la toalla cuando te importa algo.

Inicié un proyecto profesional sin poner toda la carne en el asador. Cometí el error de no estar al 100%. Aprendí que si quieres que algo funcione tienes que estar muy, muy involucrado.

Me asocié con una persona con quien tomar una pequeña decisión me costaba demasiado tiempo. Aprendí que tus compañeros de viaje tienen que hacer que el viaje sea más fácil. Cuando nuestros egos se enzarzan en discusiones estériles demasiado a menudo es porque algo no va a salir bien.

Hace algunos años entré en un bucle negativo que me llevó a pasar una temporada bastante negra a todos los niveles. Cometí el error de dejarme llevar por mi estado de ánimo. Aprendí que tienes que vigilarte a ti mismo, tomarte la temperatura más a menudo, hacer lo que te sienta bien y ser feliz por encima de todo.

… Creo que tengo unos cuantos fracasos más de los que sentirme orgulloso, aunque tampoco se trata de mí, sino de qué fracasos has vivido tú, de cuántas veces te has caído, has fallado, has perdido, has entrado en números rojos, has roto, te has partido por dentro…

¿Cuántas veces has fracasado?
¿Qué hicíste rematadamente mal?
¿Qué aprendiste?

Te reto a hacer en una hoja de papel tu mejor currículum de fracasos. Si lo haces de alguna forma te impulsarás hacia el éxito, sabrás qué aprendiste y qué no hay que hacer de nuevo.

Lo positivo de los fracasos es que cuando pasan y todo vuelve a la normalidad, uno puede decir “Me equivoqué y aprendí” y eso es muy valioso, mucho más que un Executive MBA.

Tengo un buen amigo que está haciendo su tesis sobre el fracaso. Debo confesar que en un primer momento pensé “Qué tesis más extraña” y, posteriormente, con los años he visto la riqueza de este proyecto. Cuánto más nos acerquemos al fracaso, más comprenderemos lo que no hay que hacer de nuevo.

Conocer el fracaso nos hace ser mucho más conscientes de lo que vamos aprendiendo y de los errores que no hay que cometer. Casi todos los que hoy en día han llegado lejos a nivel empresarial es porque han fracasado en unas cuántas ocasiones, aunque ahora sean Elon Musk, Richard Branson o Jeff Bezos…

Al hablar de nuestro fracaso también dejamos atrás la máscara del ego, de alguna forma nos exponemos más y eso siempre es positivo, porque somos más nosotros que en ninguna otra ocasión.

Creo que muchas entrevistas de trabajo y también muchas reuniones tendrían que empezar hablando de nuestros fracasos personales. Eso, aunque parezca lo contrario, nos haría más fuertes.

Que tengas un gran día.

El currículum de fracasos

Si alguien no se ha equivocado lo suficiente quizás tampoco haya aprendido
César Piqueras
jueves, 6 de julio de 2017, 01:25 h (CET)
Solemos hacer bastante postureo cuando se trata de escribir nuestro currículum y hablar de nosotros mismos para aspirar a un puesto de trabajo. Lo que no solemos hacer es llenar nuestro currículum de fracasos y mostrar todo lo que hemos aprendido de ellos.

El currículum, ese lugar en el que cada cual se viste con sus mejores galas, pero que bien poco refleja la realidad. Muchas empresas todavía basan una parte importante de su selección de personal en el currículum. La experiencia me dice que el currículum miente como un bellaco y no refleja la realidad cuando tratas de buscar cualidades que van más allá de haber estudiado X o Y o tener una determinada experiencia.

Pasión, inspiración, creatividad, humildad, trabajo en equipo, flexibilidad, resiliencia son cualidades que tenemos que buscar más allá de lo que diga cualquier currículum.

Hoy sin embargo, me gustaría desafíar a nuestro currículum habitual y además de las secciones “Experiencia profesional” y “Formación Académica” que aparezca una nueva llamada “Fracasos”.

No sé si he acertado mucho o poco en esta vida, pero si de algo estoy orgulloso es de los fracasos que he tenido. Esos sí que me han hecho acertar… en lo que no hay que hacer.

En una ocasión dejé ir algo valioso antes de tiempo y sin oponer resistencia. Cometí el error de no insistir. Aprendí que nunca hay que tirar la toalla cuando te importa algo.

Inicié un proyecto profesional sin poner toda la carne en el asador. Cometí el error de no estar al 100%. Aprendí que si quieres que algo funcione tienes que estar muy, muy involucrado.

Me asocié con una persona con quien tomar una pequeña decisión me costaba demasiado tiempo. Aprendí que tus compañeros de viaje tienen que hacer que el viaje sea más fácil. Cuando nuestros egos se enzarzan en discusiones estériles demasiado a menudo es porque algo no va a salir bien.

Hace algunos años entré en un bucle negativo que me llevó a pasar una temporada bastante negra a todos los niveles. Cometí el error de dejarme llevar por mi estado de ánimo. Aprendí que tienes que vigilarte a ti mismo, tomarte la temperatura más a menudo, hacer lo que te sienta bien y ser feliz por encima de todo.

… Creo que tengo unos cuantos fracasos más de los que sentirme orgulloso, aunque tampoco se trata de mí, sino de qué fracasos has vivido tú, de cuántas veces te has caído, has fallado, has perdido, has entrado en números rojos, has roto, te has partido por dentro…

¿Cuántas veces has fracasado?
¿Qué hicíste rematadamente mal?
¿Qué aprendiste?

Te reto a hacer en una hoja de papel tu mejor currículum de fracasos. Si lo haces de alguna forma te impulsarás hacia el éxito, sabrás qué aprendiste y qué no hay que hacer de nuevo.

Lo positivo de los fracasos es que cuando pasan y todo vuelve a la normalidad, uno puede decir “Me equivoqué y aprendí” y eso es muy valioso, mucho más que un Executive MBA.

Tengo un buen amigo que está haciendo su tesis sobre el fracaso. Debo confesar que en un primer momento pensé “Qué tesis más extraña” y, posteriormente, con los años he visto la riqueza de este proyecto. Cuánto más nos acerquemos al fracaso, más comprenderemos lo que no hay que hacer de nuevo.

Conocer el fracaso nos hace ser mucho más conscientes de lo que vamos aprendiendo y de los errores que no hay que cometer. Casi todos los que hoy en día han llegado lejos a nivel empresarial es porque han fracasado en unas cuántas ocasiones, aunque ahora sean Elon Musk, Richard Branson o Jeff Bezos…

Al hablar de nuestro fracaso también dejamos atrás la máscara del ego, de alguna forma nos exponemos más y eso siempre es positivo, porque somos más nosotros que en ninguna otra ocasión.

Creo que muchas entrevistas de trabajo y también muchas reuniones tendrían que empezar hablando de nuestros fracasos personales. Eso, aunque parezca lo contrario, nos haría más fuertes.

Que tengas un gran día.

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