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Los que tienen montones de capital para invertir lo reservan porque los consumidores no tienen la liquidez suficiente

La llegada de los Houndinis inversos

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WASHINGTON -- Veamos pues: La solución a los abusos a gran escala del sistema financiero, la crisis del sector privado, las disparidades económicas extremas y el fracaso de empresas y particulares a la hora de invertir y crear empleo es -- bueno, poner aún más dinero y poder en manos de las mismas rentas altas, desactivar al estado y confiar en que los que nos metieron en este caos nos saquen de él.

Ese es el resumen breve de las noticias del Partido Republicano esta semana. Es lo que dijeron los candidatos Republicanos durante el debate Washington Post-Bloomberg, y es el mensaje que trasladaron los Republicanos del Senado al votar en bloque contra la propuesta de empleo del Presidente Obama. No haga nada, permanezca quieto.

Los que tienen montones de capital para invertir lo reservan porque los consumidores no tienen la liquidez suficiente. Pero no demos a los compradores potenciales de clase media el empleo y el dinero para invertir. No, vamos a poner todavía más recursos en manos de los inversores. Y si los listos amasaron fortunas a base de extender hipotecas abusivas, vamos a anular todos los reglamentos recién tramitados para impedirles hacer lo mismo otra vez.

Mejor aún, no hay que culpar a los receptores de los beneficios. La culpa es de los pobres. Por eso la congresista Michele Bachmann echaba la culpa del caos hipotecario a la Ley de Reinversión Comunitaria, un código encaminado a impedir la discriminación de los residentes de barrios, mayoritariamente afroamericanos muchos de ellos, donde los bancos no aceptan hipotecas. La Ley de Reinversión no tuvo nada que ver con la proliferación de las hipotecas de riesgo; la avaricia de toda la vida obró el milagro. Pero es mucho más fácil pasar la patata a los indefensos. Ellos no hacen donaciones de campaña.

Luego está el plan tributario 9-9-9 de Herman Cain, la única propuesta legislativa en recibir atención verdaderamente seria en el encuentro del martes. El defecto más grave de los planes de Cain apenas se discutió. Están diseñados para desviar la carga tributaria de las rentas altas en favor de la clase media y los pobres al bajar los impuestos de la renta, corporativos, de capitales y de patrimonio. A continuación recauda un montón de dinero nuevo a partir del impuesto federal de venta del 9%, que se suma a los impuestos sobre la renta en vigor. Plutocracia, tu número es el 999.

El ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney, que dominó el debate, es mucho más sutil que sus rivales. Hasta tuvo buenas palabras para la clase media que se debate y habló con preocupación de dar cobertura sanitaria a los menores. (Los deseos de Romney de dar a los menores pobres una oportunidad de que los vea un médico acarrearán acusaciones de socialismo al arquitecto de la reforma sanitaria Obamneycare).

Por encima de todo, no obstante, Romney se puso a vender los mismos ganchos que todo hijo de vecino. "La respuesta es recortar el gasto público federal", dijo. “La respuesta es limitar el importe de lo que puede gastar el estado como porcentaje de nuestra economía e introducir una enmienda de presupuestos equilibrados”. Pero espere: ésta fue la respuesta a cada pregunta planteada en New Hampshire. No hay problema que no se pueda solucionar si el estado no hace absolutamente nada.

Y eso dijeron los Republicanos del Senado la misma jornada que el debate. En cualquier otra democracia diríamos que la propuesta de empleo de Obama superó su primer escollo en el Senado porque 51 de los 100 senadores estaban a favor de tramitarla. Pero no en América, donde ahora exigimos 60 votos para sacar adelante un proyecto de ley del Senado -- a pesar del hecho de que nuestra Constitución, tan reverenciada presuntamente por los "obstruccionistas estrictos" conservadores, no dice absolutamente nada de la mayoría absoluta en el Senado.

La ley de empleo es un maridaje bastante simple de bajadas tributarias y gasto público en puntos populares como escuelas o carreteras. Su idea fundamental conviene con lo que piensa la gran mayoría de los economistas (y un montón de empresarios) que hace falta hacer ahora: en ausencia de inversión del sector privado y creación de empleo, el estado debe ser el inversor de último recurso en poner en marcha la economía. Esto debería ser una prioridad urgente con el paro atascado en el 9%.

Pero no, lo de "no haga nada, permanezca quieto" está a la orden del día. Cada senador Republicano presente votó a favor de bloquear la ley de empleo. El estado está tan indefenso porque la minoría ideológica más enérgica del país ha anunciado que tiene que estar indefenso.

Hace años, el congresista Barney Frank, el legislador Demócrata de Massachusetts tan denostado durante el debate Post/ Bloomberg, me presentó el concepto de los "Houdinis inversos”. Son gente que se ata de manos y que a continuación anuncia: "no puedo hacer nada porque estoy atado". Parecemos estar a punto de poner a los Houdinis inversos al frente de nuestro ejecutivo.

La llegada de los Houndinis inversos

Los que tienen montones de capital para invertir lo reservan porque los consumidores no tienen la liquidez suficiente
E. J. Dionne
lunes, 17 de octubre de 2011, 06:54 h (CET)
WASHINGTON -- Veamos pues: La solución a los abusos a gran escala del sistema financiero, la crisis del sector privado, las disparidades económicas extremas y el fracaso de empresas y particulares a la hora de invertir y crear empleo es -- bueno, poner aún más dinero y poder en manos de las mismas rentas altas, desactivar al estado y confiar en que los que nos metieron en este caos nos saquen de él.

Ese es el resumen breve de las noticias del Partido Republicano esta semana. Es lo que dijeron los candidatos Republicanos durante el debate Washington Post-Bloomberg, y es el mensaje que trasladaron los Republicanos del Senado al votar en bloque contra la propuesta de empleo del Presidente Obama. No haga nada, permanezca quieto.

Los que tienen montones de capital para invertir lo reservan porque los consumidores no tienen la liquidez suficiente. Pero no demos a los compradores potenciales de clase media el empleo y el dinero para invertir. No, vamos a poner todavía más recursos en manos de los inversores. Y si los listos amasaron fortunas a base de extender hipotecas abusivas, vamos a anular todos los reglamentos recién tramitados para impedirles hacer lo mismo otra vez.

Mejor aún, no hay que culpar a los receptores de los beneficios. La culpa es de los pobres. Por eso la congresista Michele Bachmann echaba la culpa del caos hipotecario a la Ley de Reinversión Comunitaria, un código encaminado a impedir la discriminación de los residentes de barrios, mayoritariamente afroamericanos muchos de ellos, donde los bancos no aceptan hipotecas. La Ley de Reinversión no tuvo nada que ver con la proliferación de las hipotecas de riesgo; la avaricia de toda la vida obró el milagro. Pero es mucho más fácil pasar la patata a los indefensos. Ellos no hacen donaciones de campaña.

Luego está el plan tributario 9-9-9 de Herman Cain, la única propuesta legislativa en recibir atención verdaderamente seria en el encuentro del martes. El defecto más grave de los planes de Cain apenas se discutió. Están diseñados para desviar la carga tributaria de las rentas altas en favor de la clase media y los pobres al bajar los impuestos de la renta, corporativos, de capitales y de patrimonio. A continuación recauda un montón de dinero nuevo a partir del impuesto federal de venta del 9%, que se suma a los impuestos sobre la renta en vigor. Plutocracia, tu número es el 999.

El ex gobernador de Massachusetts Mitt Romney, que dominó el debate, es mucho más sutil que sus rivales. Hasta tuvo buenas palabras para la clase media que se debate y habló con preocupación de dar cobertura sanitaria a los menores. (Los deseos de Romney de dar a los menores pobres una oportunidad de que los vea un médico acarrearán acusaciones de socialismo al arquitecto de la reforma sanitaria Obamneycare).

Por encima de todo, no obstante, Romney se puso a vender los mismos ganchos que todo hijo de vecino. "La respuesta es recortar el gasto público federal", dijo. “La respuesta es limitar el importe de lo que puede gastar el estado como porcentaje de nuestra economía e introducir una enmienda de presupuestos equilibrados”. Pero espere: ésta fue la respuesta a cada pregunta planteada en New Hampshire. No hay problema que no se pueda solucionar si el estado no hace absolutamente nada.

Y eso dijeron los Republicanos del Senado la misma jornada que el debate. En cualquier otra democracia diríamos que la propuesta de empleo de Obama superó su primer escollo en el Senado porque 51 de los 100 senadores estaban a favor de tramitarla. Pero no en América, donde ahora exigimos 60 votos para sacar adelante un proyecto de ley del Senado -- a pesar del hecho de que nuestra Constitución, tan reverenciada presuntamente por los "obstruccionistas estrictos" conservadores, no dice absolutamente nada de la mayoría absoluta en el Senado.

La ley de empleo es un maridaje bastante simple de bajadas tributarias y gasto público en puntos populares como escuelas o carreteras. Su idea fundamental conviene con lo que piensa la gran mayoría de los economistas (y un montón de empresarios) que hace falta hacer ahora: en ausencia de inversión del sector privado y creación de empleo, el estado debe ser el inversor de último recurso en poner en marcha la economía. Esto debería ser una prioridad urgente con el paro atascado en el 9%.

Pero no, lo de "no haga nada, permanezca quieto" está a la orden del día. Cada senador Republicano presente votó a favor de bloquear la ley de empleo. El estado está tan indefenso porque la minoría ideológica más enérgica del país ha anunciado que tiene que estar indefenso.

Hace años, el congresista Barney Frank, el legislador Demócrata de Massachusetts tan denostado durante el debate Post/ Bloomberg, me presentó el concepto de los "Houdinis inversos”. Son gente que se ata de manos y que a continuación anuncia: "no puedo hacer nada porque estoy atado". Parecemos estar a punto de poner a los Houdinis inversos al frente de nuestro ejecutivo.

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