Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Ver | juzgar y actuar
Impedir que otros gobiernen

Conservar el poder

|

Ya se trate de monarquías o repúblicas, tribus o imperios, las historias que leemos de cualquiera de ellos hablan siempre de los que ejercieron el poder, pero raramente de las personas que formaban los pueblos que los soportaban, los que trabajaban en los campos o luchaban como soldados a sus órdenes.

Son historias de guerras, de invasiones, de victorias y derrotas, de apogeos y de caídas, de conspiraciones, de asesinatos, de deportaciones, de grandes construcciones y de grandes destrucciones. Los protagonistas de todas estas historias: reyes, emperadores, caudillos o generales, además de luchar en guerras interminables, dedicaban buena parte de sus esfuerzos a mantenerse en el poder, invocando haberlo recibido de los dioses, haber sido elegido por los patricios, por los nobles, por el ejército, pertenecerle por derecho de conquista o por herencia de sus antepasados.

La soberanía, el poder sobre los demás, antes y ahora corresponde al que puede ejercerlo. La idea moderna de que la soberanía reside en el pueblo, proclamada solemnemente en altisonantes declaraciones, es dudoso de que haya llegado a ser una realidad constatable. El pueblo puede en alguna ocasión echarse a la calle y hacer la revolución, pero siempre dirigido por los que aspiran a sustituir un poder por otro, por el suyo.

Antes y ahora, los que ejercen el poder tienden a conservarlo y dedican quizás más esfuerzos a impedir que otros lleguen a desalojarlos que a administrarlo en beneficio de los ciudadanos.

Terminar con sistemas de poder, dinastías o dictaduras, ha provocado siempre conflictos, muchas veces sangrientos. Podíamos pensar que con la difusión de las ideas democráticas se conjuraron para siempre los conflictos. La violencia podía sustituirse por el recuento de votos, cambiar un gobierno por otro en pacífica alternancia. Pero esto solo puede materializarse donde todos respeten el estado de derecho, se busque el bien común, haya división de poderes, lealtad, juego limpio, controles y contrapesos, economía y transparencia.

No estoy muy seguro de que esto ocurra aquí y ahora. Puede cambiar el gobierno, pero ¿podrá gobernar? La derecha fue desalojada del poder el 2004, después de una violenta campaña de agitación que culminó con los atentados del 11-M, que no sabemos aún quien organizó, pero sí, quienes supieron utilizarlos en su beneficio.

Ahora la campaña contra el cambio está utilizando el miedo a las necesarias medidas de austeridad, que habrá de tomar el gobierno del PP, si llega a ganar las elecciones, como ya ganó las municipales y autonómicas del pasado mayo.

Los sindicatos, que no han sido capaces de organizar ninguna protesta frente al desgobierno de la izquierda, se entrenan en la agit-prop frente al gobierno de Esperanza Aguirre en la Comunidad Autónoma de Madrid, anticipando lo que ocurrirá a escala nacional si se cumplen los vaticinios de las encuestas.

El cambio de gobierno del franquismo a la democracia resultó una transición mucho más pacífica de lo que nos imaginábamos. Tampoco resultó violenta la sustitución del gobierno de la UCD por Felipe González ni la de éste por Aznar, pero el segundo triunfo del PP, esa vez por mayoría absoluta, desató una oposición violenta del Partido Socialista que buscó no solo el triunfo electoral, sino el desalojo de la derecha del terreno político, violencia que se hace de nuevo presente en esta larga campaña electoral que padecemos, que empezó el 15-M con los abusos de los indignados y la tolerancia interesada del gobierno.

Conservar el poder

Impedir que otros gobiernen
Francisco Rodríguez
sábado, 8 de octubre de 2011, 09:07 h (CET)
Ya se trate de monarquías o repúblicas, tribus o imperios, las historias que leemos de cualquiera de ellos hablan siempre de los que ejercieron el poder, pero raramente de las personas que formaban los pueblos que los soportaban, los que trabajaban en los campos o luchaban como soldados a sus órdenes.

Son historias de guerras, de invasiones, de victorias y derrotas, de apogeos y de caídas, de conspiraciones, de asesinatos, de deportaciones, de grandes construcciones y de grandes destrucciones. Los protagonistas de todas estas historias: reyes, emperadores, caudillos o generales, además de luchar en guerras interminables, dedicaban buena parte de sus esfuerzos a mantenerse en el poder, invocando haberlo recibido de los dioses, haber sido elegido por los patricios, por los nobles, por el ejército, pertenecerle por derecho de conquista o por herencia de sus antepasados.

La soberanía, el poder sobre los demás, antes y ahora corresponde al que puede ejercerlo. La idea moderna de que la soberanía reside en el pueblo, proclamada solemnemente en altisonantes declaraciones, es dudoso de que haya llegado a ser una realidad constatable. El pueblo puede en alguna ocasión echarse a la calle y hacer la revolución, pero siempre dirigido por los que aspiran a sustituir un poder por otro, por el suyo.

Antes y ahora, los que ejercen el poder tienden a conservarlo y dedican quizás más esfuerzos a impedir que otros lleguen a desalojarlos que a administrarlo en beneficio de los ciudadanos.

Terminar con sistemas de poder, dinastías o dictaduras, ha provocado siempre conflictos, muchas veces sangrientos. Podíamos pensar que con la difusión de las ideas democráticas se conjuraron para siempre los conflictos. La violencia podía sustituirse por el recuento de votos, cambiar un gobierno por otro en pacífica alternancia. Pero esto solo puede materializarse donde todos respeten el estado de derecho, se busque el bien común, haya división de poderes, lealtad, juego limpio, controles y contrapesos, economía y transparencia.

No estoy muy seguro de que esto ocurra aquí y ahora. Puede cambiar el gobierno, pero ¿podrá gobernar? La derecha fue desalojada del poder el 2004, después de una violenta campaña de agitación que culminó con los atentados del 11-M, que no sabemos aún quien organizó, pero sí, quienes supieron utilizarlos en su beneficio.

Ahora la campaña contra el cambio está utilizando el miedo a las necesarias medidas de austeridad, que habrá de tomar el gobierno del PP, si llega a ganar las elecciones, como ya ganó las municipales y autonómicas del pasado mayo.

Los sindicatos, que no han sido capaces de organizar ninguna protesta frente al desgobierno de la izquierda, se entrenan en la agit-prop frente al gobierno de Esperanza Aguirre en la Comunidad Autónoma de Madrid, anticipando lo que ocurrirá a escala nacional si se cumplen los vaticinios de las encuestas.

El cambio de gobierno del franquismo a la democracia resultó una transición mucho más pacífica de lo que nos imaginábamos. Tampoco resultó violenta la sustitución del gobierno de la UCD por Felipe González ni la de éste por Aznar, pero el segundo triunfo del PP, esa vez por mayoría absoluta, desató una oposición violenta del Partido Socialista que buscó no solo el triunfo electoral, sino el desalojo de la derecha del terreno político, violencia que se hace de nuevo presente en esta larga campaña electoral que padecemos, que empezó el 15-M con los abusos de los indignados y la tolerancia interesada del gobierno.

Noticias relacionadas

Un 23 de abril de 1934, según el diario El Mundo de Buenos Aires, la Sociedad de las Naciones había desmentido actos de canibalismo en las tropas bolivianas que combatían en el Chaco. El New York Times había publicado trascendidos que circulaban en La Paz, dando cuenta de que nativos del Chaco, sin ningún respeto,  habían matado y devorado a oficiales bolivianos, en protesta por el reclutamiento forzozo de los pueblos originarios.

Tenemos un país donde miles de personas votan a asesinos. Algo no está bien. Adoctrinados en el odio a España, desde pequeños, votan. El problema es que representan el 0,7% pero influyen en España al 100%. Poco que hacer. Puede ir a peor. Aficiones y aflicciones del personal de allí, allá o acullá; y el de aquí. Por lo que hay y pueda ocurrir, el resultado importa. En el País Vasco sobre todo, también en el resto de España y en la UE.

Las  conductas de riesgo son aquellos comportamientos que implican un efecto placentero inmediato pero carecen de una valoración de las consecuencias posteriores. Es preciso comprender que son los mecanismos cognitivos los que guían al adolescente y joven a la asunción de conductas de riesgo.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto