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Los hijos de la Duquesa aceptan la boda a cambio de la herencia en vida de su madre

Boda en la Casa de Alba

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Lo que bien está bien acaba, dice el refrán, estos días los medios de comunicación acogen con alegría la noticia de la boda a primeros de octubre entre la Duquesa de Alba y Alfonso Díez después de que durante más de tres años este noviazgo haya levantado apasionados comentarios de todo tipo.

La Duquesa de Alba, alta dama del más rancio abolengo de la aristocracia española y la que más títulos ostenta entre la nobleza hasta el punto que, según dicen, la Reina Isabel de Inglaterra le debe reverencia en el saludo, un día a la salida del cine se encontró con un conocido al que hacia años no veía, era Alfonso Díaz Carabantes, hombre elegante, carismático, de muy buen ver y veintitantos años menor que le Duquesa y de profesión funcionario.

A la salida del cine
Esa noche los antiguos conocidos se intercambiaron otra vez los teléfonos y quedaron en verse, eran un par de conocidos que revivían un encuentro que , efectivamente, se repitió muchas veces, tantas como para que ambos estuvieran a gusto juntos en diversas y variadas circunstancias sin que ninguno de ellos diera la menor importancia a la enorme diferencia de edad que existe entre ellos ni tampoco el estatus social que podía ser motivo de alejamiento, tan sólo les gustaba encontrarse cada día más y más y estar junto cuanto más tiempo mejor.

La relación se estrechó tanto y se hizo tan habitual y cotidiana que la Duquesa de Alba, que siempre ha sido muy independiente aunque muy responsable por el cargo que ocupa y el significado de la Casa de Alba en la sociedad española, decidió que estaba tan bien con nueva pareja que se iba a casar con su nuevo amor, ¿Por qué no hacerlo si no había ningún impedimento por ninguna de las partes?, Cayetana de Alba hace años que ha enviudado de su marido el ex jesuita Jesús Aguirre y Alfonso era un hombre libre que a sus 57 años permanecía soltero.

Casarse en secreto, una utopia
Cayetana de Alba con sigilo, en silencio y con la privacidad que la caracteriza en sus asuntos más privados, empezó a arreglar sus papeles para una boda, una boda que iba a ser una bomba informativa, nadie, absolutamente nadie sospechaba que Cayetana de Alba podía llegar a dar el paso de entonar el si quiero ante el altar. Se la veía más alegre, los ojos le hacían chiribitas y sus ilusiones por vivir eran cada día más grandes, el secreto que la hacia rejuvenecer estaba atado y bien atado hasta el día en que alguien que no quería que esta boda se celebrara en secreto o de otra manera deslizó la información a los medios de información.

Para Cayetana la publicidad de esa información fue un mazazo con grandes implicaciones personales y le hizo derramar más de una lágrima. Los primeros en hablar fueron sus hijos que tildaron la decisión de su madre de imprudente. El Rey de España también intervino después de recibir la llamada de uno de los hijos de la duquesa para que intercediera en hacerla desistir de una decisión que los hijos de la Duquesa consideraban descabellada.

Más interés que amor
La prensa se posicionó, como casi siempre, unos a favor y otros en contra olvidando que Cayetana de Alba era libre e independiente, mayor de edad y por tanto podía hacer con su vida lo que le viniera en gana, ya había cumplido más de ochenta años, por lo tanto este dato y muchos más le dejaban la suficiente libertad para casarse o meterse a monja, otros apoyaban a los hijos dando datos, ¿sin contrastar?, de la clase de persona qué era el nuevo acompañante de Cayetana, de Alfonso Díez se dijo de todo menos bonito y siempre sin datos claros y concretos, los hijos estaban convencidos que su madre había escogido a un hombre que sólo iba con ella por sacarle los colores más que por amarla, un noviazgo donde había más interés que amor aseguraban unos y callaban otros.




Alfonso Díez en Hola.
Me han asegurado que los hijos de la Duquesa pusieron detrás de Alfonso Díez un detective para intentar conocer con exactitud qué clase de vida llevaba las veinticuatro horas del día, la Duquesa durante ese período tan duro y en donde era perseguida por las alcachofas microfónicas de todos los programas de televisión para que hablara de la personalidad de su amado pasó por momentos muy duros y tristes.

Ciencia ficción
Hubo un tiempo en que pareció que la pareja se alejaba debido a las intervenciones directas y bien patentes de los hijos enfrentando a su madre con una realidad que parecía pura ciencia ficción, la mujer se había enamorado de un hombre que la amaba y se lo demostraba en todas horas y momentos, la acompañaba siempre que su trabajo se lo permitía, la trataba con amor y con cariño y reían juntos, ¿Qué más se puede pedir en la vida? A cualquier edad eso es una cura de bienestar, también a los ochenta y tantos años.

Los hijos solemos ser siempre muy mezquinos con nuestros padres, no somos nada dadivosos con ellos, en este caso ir contra la decisión de su madre ha sido su máxima durante todos estos años, han intentado sacar a la luz historias inexistentes de Alfonso, se emplearon a fondo en ello, incluso la Reina y el Rey en una conversación telefónica con Cayetana intentaron disuadirla por el buen nombre de la Casa de Alba, ¡manda carallo¡, primero la casta y la casa después la vida, éste podrá ser el eslogan que ha perseguido a Cayetana en su noviazgo, un noviazgo que ella ha vivido entre sombras y luces , entre viajes y desmentidos.

Hijos esquivos y poco generosos
Sus hijos se han mostrado esquivos y poco generosos con la madre que los parió, eso fue suficiente para que una vez la duquesa dijera: “No sé por qué mis hijos hablan y se comportan así, soy su madre y siempre he dejado que hicieran lo que les viniera en gana”. La madre, generosa, se queja de que los hijos la acorralan, las malas lenguas aseguran que los hijos en algún momento han pensado en inhabilitarla intentando demostrar que no está en sus cabales, de ser cierto difícil cometido éste pues a Cayetana siempre que habla con periodistas, que es frecuentemente, se la ve lúcida, divertida, amable y sus paseos son de lo más normal, sus viajes los hace como la aristócrata que es, toda clase de lujos, pero con la cabeza perfectamente amueblada.

El tiempo iba pasando y llegó un día en que Alfonso conoció en privado y en el Palacio de Liria en Madrid a los hijos, les dijo que no quería nada del patrimonio de su madre que quería de verdad a la duquesa: “quiero a Cayetana” dijo claramente y que no le movía otro móvil más que el del amor, ha dado pruebas de ello. La reunión familiar agradó a Cayetana y también a Alfonso que ¡por fin¡ conocía personalmente a sus mayores detractores aunque éstos, sin hacer manifestaciones públicas, dejaron filtrar que seguían pensando que Alfonso no les gustaba y por lo tanto su madre no tenía que casarse con él.

Cayetana reparte la herencia a sus hijos

Cayetana que está muy bien asesorada y que es inteligente y siempre ha hecho con su vida lo que ha querido tuvo la brillante idea de repartir en vida la herencia que corresponde a sus hijos. Estos han recibido de su madre su herencia, los detalles de la misma han salido a la luz pero no en su totalidad, al parecer todos los hijos de Cayetana están satisfechos con el reparto acordado por la Duquesa y desde ese preciso momento han decidido que su madre haga lo que le guste y le pida el cuerpo, si su deseo es casarse con Alfonso que se case, ellos ya tienen seguro lo que tanto ansiaban.




Francisco Rivera.

La duquesa de Alba va a dar en Sevilla su “si quiero” más esperado y el enlace se celebrará en la más estricta intimidad. Asistirán sus hijos con sus respectivas mujeres actuales, también sus anteriores nueras y Francisco Rivera con la duquesa. a quién la duquesa sigue llamando yerno a pesar de que esté separado de su hija pequeña la duquesa de Montoro. Los padrinos serán su hijo mayor Carlos y su amiga del alma Carmen Tello, casada con el torero Curro Romero. También asistirá el doctor Trujillo que la operó con tanta maestría que la duquesa volvió a poder andar y tener una vida cotidiana más cómoda. Un fotógrafo inmortalizará el momento y las imágenes se cederán gratuitamente a los medios.

El triunfo del amor
El amor una vez más ha triunfado gracias a que los hijos perciban su onerosa herencia en vida de quién les parió, cuando me enteré de este hecho me pareció una deshonra para estos hijos, es una manera de ver las cosas, acompañarán en la boda a su madre porque han recibido la herencia, dinerito, tierras y un seguro de vida para seguir viviendo sin dar un palo al agua, a cambio, ahora sí, van a aplaudir a la madre en una ceremonia a la que tenía derecho sin dar nada a cambio.

La señora Duquesa está tranquila, vive con el hombre que la hace feliz y a sus ochenta y pico años empieza de nuevo, sus hijos no podrán mirar nunca con la mirada transparente a esta madre que para ser feliz les ha dado lo que ellos querían, olvidando, quizá que cuando su madre conoció a Alfonso ellos estaban tan poco con ella que la duquesa declaraba “Me siento sola, mis hijos hacen su vida y les veo poco”, cuando apareció Alfonso encontró una persona que la alejó de esa soledad y los hijos, esos ahora amantes hijos, más parecidos a alimañas que sólo ven el mal en el ojo ajeno, han consentido la boda porque los bienes de la Casa Alba son para ellos y no para un “intruso” que a sus ojos iba con su madre por dinero. Ellos quieren a su madre por la herencia, desde que la han recibido la dejan casarse, ¿curioso verdad?

Darles en las narices
Y Cayetana les da en las narices, no quieres arroz, dos tazas, para que todos vean que les concede el beneplácito de verla feliz no sólo invita a sus hijos con las mujeres actuales, también invita a las nueras que fueron de la casa un día y al “yerno” que dejó de serlo sin su permiso, pero lo hizo. Ahora los une para que vean que lo suyo es de verdad. A mi me produce mucha tristeza que una madre tenga que decirles tantas veces a sus hijos que su amor es verdadero y yo digo que si este amor fuera de “pacotilla”, ¿a quién le importa?, sólo a ella, pero la conciencia de sus hijos, ¿está tranquila?, es de vergüenza”.

Señora, felicidades y espero verla maravillosa en ese vestido que le están confeccionando, seguro, Victorio y Lucchino,sus diseñadores de toda la vida, un traje del que se hablará en años al ser tan hermoso y tan apropiado a su manera de ser y comportarse.

Boda en la Casa de Alba

Los hijos de la Duquesa aceptan la boda a cambio de la herencia en vida de su madre
Teresa Berengueras
domingo, 28 de agosto de 2011, 18:44 h (CET)
Lo que bien está bien acaba, dice el refrán, estos días los medios de comunicación acogen con alegría la noticia de la boda a primeros de octubre entre la Duquesa de Alba y Alfonso Díez después de que durante más de tres años este noviazgo haya levantado apasionados comentarios de todo tipo.

La Duquesa de Alba, alta dama del más rancio abolengo de la aristocracia española y la que más títulos ostenta entre la nobleza hasta el punto que, según dicen, la Reina Isabel de Inglaterra le debe reverencia en el saludo, un día a la salida del cine se encontró con un conocido al que hacia años no veía, era Alfonso Díaz Carabantes, hombre elegante, carismático, de muy buen ver y veintitantos años menor que le Duquesa y de profesión funcionario.

A la salida del cine
Esa noche los antiguos conocidos se intercambiaron otra vez los teléfonos y quedaron en verse, eran un par de conocidos que revivían un encuentro que , efectivamente, se repitió muchas veces, tantas como para que ambos estuvieran a gusto juntos en diversas y variadas circunstancias sin que ninguno de ellos diera la menor importancia a la enorme diferencia de edad que existe entre ellos ni tampoco el estatus social que podía ser motivo de alejamiento, tan sólo les gustaba encontrarse cada día más y más y estar junto cuanto más tiempo mejor.

La relación se estrechó tanto y se hizo tan habitual y cotidiana que la Duquesa de Alba, que siempre ha sido muy independiente aunque muy responsable por el cargo que ocupa y el significado de la Casa de Alba en la sociedad española, decidió que estaba tan bien con nueva pareja que se iba a casar con su nuevo amor, ¿Por qué no hacerlo si no había ningún impedimento por ninguna de las partes?, Cayetana de Alba hace años que ha enviudado de su marido el ex jesuita Jesús Aguirre y Alfonso era un hombre libre que a sus 57 años permanecía soltero.

Casarse en secreto, una utopia
Cayetana de Alba con sigilo, en silencio y con la privacidad que la caracteriza en sus asuntos más privados, empezó a arreglar sus papeles para una boda, una boda que iba a ser una bomba informativa, nadie, absolutamente nadie sospechaba que Cayetana de Alba podía llegar a dar el paso de entonar el si quiero ante el altar. Se la veía más alegre, los ojos le hacían chiribitas y sus ilusiones por vivir eran cada día más grandes, el secreto que la hacia rejuvenecer estaba atado y bien atado hasta el día en que alguien que no quería que esta boda se celebrara en secreto o de otra manera deslizó la información a los medios de información.

Para Cayetana la publicidad de esa información fue un mazazo con grandes implicaciones personales y le hizo derramar más de una lágrima. Los primeros en hablar fueron sus hijos que tildaron la decisión de su madre de imprudente. El Rey de España también intervino después de recibir la llamada de uno de los hijos de la duquesa para que intercediera en hacerla desistir de una decisión que los hijos de la Duquesa consideraban descabellada.

Más interés que amor
La prensa se posicionó, como casi siempre, unos a favor y otros en contra olvidando que Cayetana de Alba era libre e independiente, mayor de edad y por tanto podía hacer con su vida lo que le viniera en gana, ya había cumplido más de ochenta años, por lo tanto este dato y muchos más le dejaban la suficiente libertad para casarse o meterse a monja, otros apoyaban a los hijos dando datos, ¿sin contrastar?, de la clase de persona qué era el nuevo acompañante de Cayetana, de Alfonso Díez se dijo de todo menos bonito y siempre sin datos claros y concretos, los hijos estaban convencidos que su madre había escogido a un hombre que sólo iba con ella por sacarle los colores más que por amarla, un noviazgo donde había más interés que amor aseguraban unos y callaban otros.




Alfonso Díez en Hola.
Me han asegurado que los hijos de la Duquesa pusieron detrás de Alfonso Díez un detective para intentar conocer con exactitud qué clase de vida llevaba las veinticuatro horas del día, la Duquesa durante ese período tan duro y en donde era perseguida por las alcachofas microfónicas de todos los programas de televisión para que hablara de la personalidad de su amado pasó por momentos muy duros y tristes.

Ciencia ficción
Hubo un tiempo en que pareció que la pareja se alejaba debido a las intervenciones directas y bien patentes de los hijos enfrentando a su madre con una realidad que parecía pura ciencia ficción, la mujer se había enamorado de un hombre que la amaba y se lo demostraba en todas horas y momentos, la acompañaba siempre que su trabajo se lo permitía, la trataba con amor y con cariño y reían juntos, ¿Qué más se puede pedir en la vida? A cualquier edad eso es una cura de bienestar, también a los ochenta y tantos años.

Los hijos solemos ser siempre muy mezquinos con nuestros padres, no somos nada dadivosos con ellos, en este caso ir contra la decisión de su madre ha sido su máxima durante todos estos años, han intentado sacar a la luz historias inexistentes de Alfonso, se emplearon a fondo en ello, incluso la Reina y el Rey en una conversación telefónica con Cayetana intentaron disuadirla por el buen nombre de la Casa de Alba, ¡manda carallo¡, primero la casta y la casa después la vida, éste podrá ser el eslogan que ha perseguido a Cayetana en su noviazgo, un noviazgo que ella ha vivido entre sombras y luces , entre viajes y desmentidos.

Hijos esquivos y poco generosos
Sus hijos se han mostrado esquivos y poco generosos con la madre que los parió, eso fue suficiente para que una vez la duquesa dijera: “No sé por qué mis hijos hablan y se comportan así, soy su madre y siempre he dejado que hicieran lo que les viniera en gana”. La madre, generosa, se queja de que los hijos la acorralan, las malas lenguas aseguran que los hijos en algún momento han pensado en inhabilitarla intentando demostrar que no está en sus cabales, de ser cierto difícil cometido éste pues a Cayetana siempre que habla con periodistas, que es frecuentemente, se la ve lúcida, divertida, amable y sus paseos son de lo más normal, sus viajes los hace como la aristócrata que es, toda clase de lujos, pero con la cabeza perfectamente amueblada.

El tiempo iba pasando y llegó un día en que Alfonso conoció en privado y en el Palacio de Liria en Madrid a los hijos, les dijo que no quería nada del patrimonio de su madre que quería de verdad a la duquesa: “quiero a Cayetana” dijo claramente y que no le movía otro móvil más que el del amor, ha dado pruebas de ello. La reunión familiar agradó a Cayetana y también a Alfonso que ¡por fin¡ conocía personalmente a sus mayores detractores aunque éstos, sin hacer manifestaciones públicas, dejaron filtrar que seguían pensando que Alfonso no les gustaba y por lo tanto su madre no tenía que casarse con él.

Cayetana reparte la herencia a sus hijos

Cayetana que está muy bien asesorada y que es inteligente y siempre ha hecho con su vida lo que ha querido tuvo la brillante idea de repartir en vida la herencia que corresponde a sus hijos. Estos han recibido de su madre su herencia, los detalles de la misma han salido a la luz pero no en su totalidad, al parecer todos los hijos de Cayetana están satisfechos con el reparto acordado por la Duquesa y desde ese preciso momento han decidido que su madre haga lo que le guste y le pida el cuerpo, si su deseo es casarse con Alfonso que se case, ellos ya tienen seguro lo que tanto ansiaban.




Francisco Rivera.

La duquesa de Alba va a dar en Sevilla su “si quiero” más esperado y el enlace se celebrará en la más estricta intimidad. Asistirán sus hijos con sus respectivas mujeres actuales, también sus anteriores nueras y Francisco Rivera con la duquesa. a quién la duquesa sigue llamando yerno a pesar de que esté separado de su hija pequeña la duquesa de Montoro. Los padrinos serán su hijo mayor Carlos y su amiga del alma Carmen Tello, casada con el torero Curro Romero. También asistirá el doctor Trujillo que la operó con tanta maestría que la duquesa volvió a poder andar y tener una vida cotidiana más cómoda. Un fotógrafo inmortalizará el momento y las imágenes se cederán gratuitamente a los medios.

El triunfo del amor
El amor una vez más ha triunfado gracias a que los hijos perciban su onerosa herencia en vida de quién les parió, cuando me enteré de este hecho me pareció una deshonra para estos hijos, es una manera de ver las cosas, acompañarán en la boda a su madre porque han recibido la herencia, dinerito, tierras y un seguro de vida para seguir viviendo sin dar un palo al agua, a cambio, ahora sí, van a aplaudir a la madre en una ceremonia a la que tenía derecho sin dar nada a cambio.

La señora Duquesa está tranquila, vive con el hombre que la hace feliz y a sus ochenta y pico años empieza de nuevo, sus hijos no podrán mirar nunca con la mirada transparente a esta madre que para ser feliz les ha dado lo que ellos querían, olvidando, quizá que cuando su madre conoció a Alfonso ellos estaban tan poco con ella que la duquesa declaraba “Me siento sola, mis hijos hacen su vida y les veo poco”, cuando apareció Alfonso encontró una persona que la alejó de esa soledad y los hijos, esos ahora amantes hijos, más parecidos a alimañas que sólo ven el mal en el ojo ajeno, han consentido la boda porque los bienes de la Casa Alba son para ellos y no para un “intruso” que a sus ojos iba con su madre por dinero. Ellos quieren a su madre por la herencia, desde que la han recibido la dejan casarse, ¿curioso verdad?

Darles en las narices
Y Cayetana les da en las narices, no quieres arroz, dos tazas, para que todos vean que les concede el beneplácito de verla feliz no sólo invita a sus hijos con las mujeres actuales, también invita a las nueras que fueron de la casa un día y al “yerno” que dejó de serlo sin su permiso, pero lo hizo. Ahora los une para que vean que lo suyo es de verdad. A mi me produce mucha tristeza que una madre tenga que decirles tantas veces a sus hijos que su amor es verdadero y yo digo que si este amor fuera de “pacotilla”, ¿a quién le importa?, sólo a ella, pero la conciencia de sus hijos, ¿está tranquila?, es de vergüenza”.

Señora, felicidades y espero verla maravillosa en ese vestido que le están confeccionando, seguro, Victorio y Lucchino,sus diseñadores de toda la vida, un traje del que se hablará en años al ser tan hermoso y tan apropiado a su manera de ser y comportarse.

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