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Los narcotraficantes hace tiempo reinan en el Paraguay, y con el obispo Fernando Lugo sólo aumentaron su poder

Un Obispo careton en el paraíso Narco

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Hace ya varios años señalé los terribles agujeros negros en el discurso que presentaba ante la opinión pública al obispo Fernando Lugo como un referente moral y teórico de la teología de la liberación, con que lo promocionaban sus desvergonzados publicistas paraguayos de la prensa venal.

Luego de sus bochornosos escándalos por pederastia clerical, todo hacía suponer que aquellos que habían aparecido “encantados” con la incursión de este engendro, en ancas de un adefesio político clerofascista, se llamarían a silencio por decoro. No fue así, con lo que quedó demostrado que en realidad la “fascinación” que ejercía el “carismático” cura tenía otros sustentos.

Ahora que sus ex discípulos del EPP lo han bautizado como el “mulo de la oligarquía”, vienen al caso las líneas de “Julio César”, de Shakespeare: “Aunque depositemos algunos honores en este hombre para aligerarnos de varias cargas calumniosas, los llevará como el asno lleva el oro, jadeando y sudando a causa del trabajo, jalado o arreado, según le señalesmos el camino, y una vez que haya transportado nuestro tesoro a donde nos convenga, entonces le quitaremos la carga de encima, y lo echaremos fuera, como burro suelto a mover las orejas y a pastar en la parcela pública”.

No está fuera de lugar referirse a quiénes inspiraron la desvencijada trama del “obispo de los pobres marxista y bolivariano” para cumplir con estos cometidos.

Lugo y el poderío Narco en Paraguay

Paraguay es una tierra de poderes paralelos, casi esotéricos, y existen pruebas de ello. Varios otros hechos significativos han llamado la atención sobre el poder de los carteles de la droga en Paraguay, desde la llegada de Lugo al poder. El más reciente fue la fuga de varios miembros de una conocida banda de narcos brasileños en el penal de Pedro Juan Caballero, con la complicidad indisimulable del mismo director del penal. La impunidad para organizar una fiesta con prostitutas brasileñas como despedida de la cárcel, con anuencias de la autoridad, sólo es comparable a la fuga del Chapo Guzmán del penal de Puente Grande, seguida de una fiesta en su rancho de Badiraguato.

Otro hecho que conmocionó a Paraguay tras la llegada de Lugo al poder fue una explosión que sacudió la vivienda del comisario de la policía paraguaya Edgar Salcedo. A causa del estallido fallecieron sus hijas Larisa Magalí (16) y Gianina (19). La madre de ambas jóvenes, Norma Pastor de Salcedo, fue llevada al Hospital del Quemado, donde tras permanecer en la sala de terapia intensiva algunas horas, también falleció. El atentado se produjo luego de que la familia del asesinado recibiera amenazas a través del teléfono celular del mismo jefe de la policía, Viviano Machado, un hombre considerado entonces como ficha política del gobierno encabezado por el clérigo-presidente Fernando Lugo.

De acuerdo a la denuncia, el hermano del comandante llamó desde el celular corporativo de la Policía Nacional, destinado al comandante, para recriminar a Salcedo que su personal estaba negociando con un cargamento de cocaína incautado.

Viviano Machado confirmó posteriormente que su hermano, Vidal Machado, fue el que realizó la llamada al comisario Salcedo, aunque negó las amenazas. La policía ignoró todas las denuncias, algo comprensible en Paraguay cuando afecta al hermano de un alto jefe uniformado, y hombre de confianza del actual gobierno. El resultado fue una tragedia que costó la vida a las dos hijas y la esposa del comisario.

Otra denuncia frecuente en Paraguay es que cuando con gran parafernalia se queman plantaciones de marihuana, sólo se destruyen los cultivos parcialmente, cuando se trata de personajes de segunda línea sin protección de políticos influyentes.

Sin embargo, la actual propaganda oficial del luguismo insiste en que en Paraguay “volverán a reinar los narcotraficantes”, cuando el cura Fernando Lugo sea desalojado del poder. Como si todos estos hechos reales, palpables y objetivos no demostraran que ya están “reinando”, y con más poder que nunca.

De entregas vigiladas y sicarios

Que el asesinato del general Rosa Rodríguez fue un golpe de la embajada norteamericana, es uno de los secretos a voces en la sociedad paraguaya.

El 10 de octubre de 1994, este militar paraguayo acabó asesinado en una operación destinada a infiltrar el cartel de Cali. El 2 de octubre, una semana antes, hombres de la DEA y la SENAD recogieron en una pista 756 kilos de cocaína trasnportados desde Colombia en una avioneta por Juan Viveros Cartes.

Apenas salido de la prisión, Viveros fue reclutado por la DEA para infiltrar el cartel. Tras aterrizar en el Chaco la droga fue cargada en el auto de agentes de la DEA. El destino de la droga era la embajada norteamericana. El juez Angel Barchini, teórico conductor de la intervención, ni siquiera firmó las actas donde sólo hizo figurar 156 kilos. El resto iba al mercado negro, y las ganancias para el norte.

La desaparición de la mercancía estalló en un conflicto de poderes entre la DEA, oficiales paraguayos desvinculados de la SENAD, y el gobierno paraguayo. El daño colateral fue el asesinato del general Rosa.

Por si las cosas no estaban todo claras, la SENAD fue asumida por el general Juan Evaristo González, el mismo que presidía la investigación sobre la muerte de Rosa.

El mérito fundamental de González es que había sido colaborador de confianza del general Andrés Rodríguez, ex socio comercial de Auguste Ricord, luego devenido en delator y presidente del Paraguay, en pago por sus servicios para desarticular a la organización de Oscar Roca, alias El Idolo, y su cartel de Santa Cruz de la Sierra en 1990.

Negocio global y guerra que beneficia al crimen

El narcotráfico es uno de los primeros negocios más productivos del globo, que compite con la misma industria armamentista. Las siete potencias más poderosas son las que controlan el financiamiento, la distribución, el consumo y la reinversión. Los bancos de Estados Unidos manejan anualmente 300 millardos de dólares provenientes del narcotráfico, y blanquean en el mismo lapso 500 millardos de dólares de origen indeterminado.

Movimientos financieros de tal magnitud no pueden ocurrir sin conocimiento de las altas esferas del poder en Washington.

Lo cierto de todo es que la guerra al Cannabis solo beneficia al crimen organizado en Paraguay, donde el obispo Fernando Lugo ha emprendido una masacre de campesinos con la coartada de los cultivos de marihuana, buscando hacer buena letra ante la embajada norteamericana.

El premio Nóbel Miltron Friedman lo explica: “La marihuana es una sustancia pesada y voluminosa y, por tanto, relativamente fácil de interceptar. Los agentes antidroga han tenido más éxito apresando marihuana que, por ejemplo, cocaína. Así, los precios de la marihuana han subido, es más difícil obtenerla. Ha habido un incentivo para cultivar marihuana más potente y la gente se ha dirigido de la marihuana a la heroína, la cocaína o el crack”.

Gary S. Becker es Premio Nobel de Economía (1992), profesor de economía de la Universidad de Chicago, académico de Hoover Institution, también ha señalado lo ridículo de la guerra que hoy libra el gobierno teocrático y clero-fascista de Paraguay buscando complacer a la DEA: “La administración Bush parece decidida a continuar la guerra contra las drogas que ha peleado los Estados Unidos desde época de Nixon. Creo que se trata de un grave error, pues ha fracasado completamente, y legalizar la marihuana, e incluso algunas drogas fuertes, sería una mejor alternativa”.

“Sólo buscan ganarse los dólares de la DEA y la embajada norteamericana, con su servil obsecuencia al imperio” asegura el analista Raúl Melamed, quien conduce junto a Manuel Bernardes el programa más escuchado en la radio paraguaya.
Friedman también compara la guerra con la ley seca:

“La prohibición se suprimió en 1933, cuando yo tenía 21 años, así que yo era un adolescente durante la mayor parte de ella. El alcohol estaba fácilmente disponible. El contrabando era común. La idea de que la prohibición del alcohol impedía a la gente beber era absurda. Había tabernas clandestinas por todas partes. Aún más. Teníamos el espectáculo de Al Capone, los secuestros, las guerras de gángsteres”…

“Cualquiera con dos ojos podría ver que fue un mal negocio, que estaban haciendo más mal que bien. Además, me convertí en economista. Y como economista tenía que reconocer la importancia de los mercados y de la libre elección y la soberanía del consumidor y llegar a descubrir el mal que se produce cuando se interfiere en ellos. Las leyes contra las drogas se aprobaron en 1914, pero no se aplicaron muy estrictamente”.

A pesar de todas estas luminarias opinando lo contrario, el gobierno del clérigo-presidente Fernando Lugo prefiere escuchar a los policías corruptos, a quienes la guerra contra los campesinos que sobreviven con esos cultivos les conviene, dado que le permiten confiscar cannabis y luego comercializarlo en sociedad con la DEA, desde las mismas oficinas policiales

Raúl Melamed , el principal referente de una campaña por legalizar en Paraguay el cannabis, es un crítico de la posición del gobierno obispo Fernando Lugo en la política antidrogas, la cual sólo ha servido para potenciar los verdaderos escuadrones de la muerte de los Antidrogas, intentando ganarse el favor de la embajada norteamericana.

“Estos grupos como la SENAD (Secretaría antidrogas en Paraguay) son veraderos escuadrones de la muerte, que mantienen al país bajo el terror” dijo Melamed, en el programa de mayor rating en Paraguay.

“No quieren perder sus rubros, están dispuestos a todo, ya viene un payaso de la ONU a aceitar la maquinaria, y seguro la prensa adicta a los dólares de la embajada norteamericana ya está preparando una infernal batería contra el cannabis, para mantener el país sometido al imperio” descargó también Melamed.

Aboga a favor de las ideas de Melamed el mismo Friedman, quien también señala que la prohibición atenta contra la libertad del ciudadano:

“El papel apropiado del gobierno sería exactamente el que dijo John Stuart Mill en el siglo XIX en “Sobre la libertad”. El papel adecuado del gobierno sería evitar que otra gente dañe a una persona. El gobierno, dijo, no tiene nunca derecho a inmiscuirse en la vida de una persona por el propio bien de esa persona.

Al parecer, estas voces predican en el desierto cuando los aludidos son gobiernos retardatarios, dependientes y clerofascistas como el que actualmente padece el Paraguay, el del obispo caretón en el paraíso narco.

Un Obispo careton en el paraíso Narco

Los narcotraficantes hace tiempo reinan en el Paraguay, y con el obispo Fernando Lugo sólo aumentaron su poder
Luis Agüero Wagner
viernes, 5 de agosto de 2011, 06:57 h (CET)
Hace ya varios años señalé los terribles agujeros negros en el discurso que presentaba ante la opinión pública al obispo Fernando Lugo como un referente moral y teórico de la teología de la liberación, con que lo promocionaban sus desvergonzados publicistas paraguayos de la prensa venal.

Luego de sus bochornosos escándalos por pederastia clerical, todo hacía suponer que aquellos que habían aparecido “encantados” con la incursión de este engendro, en ancas de un adefesio político clerofascista, se llamarían a silencio por decoro. No fue así, con lo que quedó demostrado que en realidad la “fascinación” que ejercía el “carismático” cura tenía otros sustentos.

Ahora que sus ex discípulos del EPP lo han bautizado como el “mulo de la oligarquía”, vienen al caso las líneas de “Julio César”, de Shakespeare: “Aunque depositemos algunos honores en este hombre para aligerarnos de varias cargas calumniosas, los llevará como el asno lleva el oro, jadeando y sudando a causa del trabajo, jalado o arreado, según le señalesmos el camino, y una vez que haya transportado nuestro tesoro a donde nos convenga, entonces le quitaremos la carga de encima, y lo echaremos fuera, como burro suelto a mover las orejas y a pastar en la parcela pública”.

No está fuera de lugar referirse a quiénes inspiraron la desvencijada trama del “obispo de los pobres marxista y bolivariano” para cumplir con estos cometidos.

Lugo y el poderío Narco en Paraguay

Paraguay es una tierra de poderes paralelos, casi esotéricos, y existen pruebas de ello. Varios otros hechos significativos han llamado la atención sobre el poder de los carteles de la droga en Paraguay, desde la llegada de Lugo al poder. El más reciente fue la fuga de varios miembros de una conocida banda de narcos brasileños en el penal de Pedro Juan Caballero, con la complicidad indisimulable del mismo director del penal. La impunidad para organizar una fiesta con prostitutas brasileñas como despedida de la cárcel, con anuencias de la autoridad, sólo es comparable a la fuga del Chapo Guzmán del penal de Puente Grande, seguida de una fiesta en su rancho de Badiraguato.

Otro hecho que conmocionó a Paraguay tras la llegada de Lugo al poder fue una explosión que sacudió la vivienda del comisario de la policía paraguaya Edgar Salcedo. A causa del estallido fallecieron sus hijas Larisa Magalí (16) y Gianina (19). La madre de ambas jóvenes, Norma Pastor de Salcedo, fue llevada al Hospital del Quemado, donde tras permanecer en la sala de terapia intensiva algunas horas, también falleció. El atentado se produjo luego de que la familia del asesinado recibiera amenazas a través del teléfono celular del mismo jefe de la policía, Viviano Machado, un hombre considerado entonces como ficha política del gobierno encabezado por el clérigo-presidente Fernando Lugo.

De acuerdo a la denuncia, el hermano del comandante llamó desde el celular corporativo de la Policía Nacional, destinado al comandante, para recriminar a Salcedo que su personal estaba negociando con un cargamento de cocaína incautado.

Viviano Machado confirmó posteriormente que su hermano, Vidal Machado, fue el que realizó la llamada al comisario Salcedo, aunque negó las amenazas. La policía ignoró todas las denuncias, algo comprensible en Paraguay cuando afecta al hermano de un alto jefe uniformado, y hombre de confianza del actual gobierno. El resultado fue una tragedia que costó la vida a las dos hijas y la esposa del comisario.

Otra denuncia frecuente en Paraguay es que cuando con gran parafernalia se queman plantaciones de marihuana, sólo se destruyen los cultivos parcialmente, cuando se trata de personajes de segunda línea sin protección de políticos influyentes.

Sin embargo, la actual propaganda oficial del luguismo insiste en que en Paraguay “volverán a reinar los narcotraficantes”, cuando el cura Fernando Lugo sea desalojado del poder. Como si todos estos hechos reales, palpables y objetivos no demostraran que ya están “reinando”, y con más poder que nunca.

De entregas vigiladas y sicarios

Que el asesinato del general Rosa Rodríguez fue un golpe de la embajada norteamericana, es uno de los secretos a voces en la sociedad paraguaya.

El 10 de octubre de 1994, este militar paraguayo acabó asesinado en una operación destinada a infiltrar el cartel de Cali. El 2 de octubre, una semana antes, hombres de la DEA y la SENAD recogieron en una pista 756 kilos de cocaína trasnportados desde Colombia en una avioneta por Juan Viveros Cartes.

Apenas salido de la prisión, Viveros fue reclutado por la DEA para infiltrar el cartel. Tras aterrizar en el Chaco la droga fue cargada en el auto de agentes de la DEA. El destino de la droga era la embajada norteamericana. El juez Angel Barchini, teórico conductor de la intervención, ni siquiera firmó las actas donde sólo hizo figurar 156 kilos. El resto iba al mercado negro, y las ganancias para el norte.

La desaparición de la mercancía estalló en un conflicto de poderes entre la DEA, oficiales paraguayos desvinculados de la SENAD, y el gobierno paraguayo. El daño colateral fue el asesinato del general Rosa.

Por si las cosas no estaban todo claras, la SENAD fue asumida por el general Juan Evaristo González, el mismo que presidía la investigación sobre la muerte de Rosa.

El mérito fundamental de González es que había sido colaborador de confianza del general Andrés Rodríguez, ex socio comercial de Auguste Ricord, luego devenido en delator y presidente del Paraguay, en pago por sus servicios para desarticular a la organización de Oscar Roca, alias El Idolo, y su cartel de Santa Cruz de la Sierra en 1990.

Negocio global y guerra que beneficia al crimen

El narcotráfico es uno de los primeros negocios más productivos del globo, que compite con la misma industria armamentista. Las siete potencias más poderosas son las que controlan el financiamiento, la distribución, el consumo y la reinversión. Los bancos de Estados Unidos manejan anualmente 300 millardos de dólares provenientes del narcotráfico, y blanquean en el mismo lapso 500 millardos de dólares de origen indeterminado.

Movimientos financieros de tal magnitud no pueden ocurrir sin conocimiento de las altas esferas del poder en Washington.

Lo cierto de todo es que la guerra al Cannabis solo beneficia al crimen organizado en Paraguay, donde el obispo Fernando Lugo ha emprendido una masacre de campesinos con la coartada de los cultivos de marihuana, buscando hacer buena letra ante la embajada norteamericana.

El premio Nóbel Miltron Friedman lo explica: “La marihuana es una sustancia pesada y voluminosa y, por tanto, relativamente fácil de interceptar. Los agentes antidroga han tenido más éxito apresando marihuana que, por ejemplo, cocaína. Así, los precios de la marihuana han subido, es más difícil obtenerla. Ha habido un incentivo para cultivar marihuana más potente y la gente se ha dirigido de la marihuana a la heroína, la cocaína o el crack”.

Gary S. Becker es Premio Nobel de Economía (1992), profesor de economía de la Universidad de Chicago, académico de Hoover Institution, también ha señalado lo ridículo de la guerra que hoy libra el gobierno teocrático y clero-fascista de Paraguay buscando complacer a la DEA: “La administración Bush parece decidida a continuar la guerra contra las drogas que ha peleado los Estados Unidos desde época de Nixon. Creo que se trata de un grave error, pues ha fracasado completamente, y legalizar la marihuana, e incluso algunas drogas fuertes, sería una mejor alternativa”.

“Sólo buscan ganarse los dólares de la DEA y la embajada norteamericana, con su servil obsecuencia al imperio” asegura el analista Raúl Melamed, quien conduce junto a Manuel Bernardes el programa más escuchado en la radio paraguaya.
Friedman también compara la guerra con la ley seca:

“La prohibición se suprimió en 1933, cuando yo tenía 21 años, así que yo era un adolescente durante la mayor parte de ella. El alcohol estaba fácilmente disponible. El contrabando era común. La idea de que la prohibición del alcohol impedía a la gente beber era absurda. Había tabernas clandestinas por todas partes. Aún más. Teníamos el espectáculo de Al Capone, los secuestros, las guerras de gángsteres”…

“Cualquiera con dos ojos podría ver que fue un mal negocio, que estaban haciendo más mal que bien. Además, me convertí en economista. Y como economista tenía que reconocer la importancia de los mercados y de la libre elección y la soberanía del consumidor y llegar a descubrir el mal que se produce cuando se interfiere en ellos. Las leyes contra las drogas se aprobaron en 1914, pero no se aplicaron muy estrictamente”.

A pesar de todas estas luminarias opinando lo contrario, el gobierno del clérigo-presidente Fernando Lugo prefiere escuchar a los policías corruptos, a quienes la guerra contra los campesinos que sobreviven con esos cultivos les conviene, dado que le permiten confiscar cannabis y luego comercializarlo en sociedad con la DEA, desde las mismas oficinas policiales

Raúl Melamed , el principal referente de una campaña por legalizar en Paraguay el cannabis, es un crítico de la posición del gobierno obispo Fernando Lugo en la política antidrogas, la cual sólo ha servido para potenciar los verdaderos escuadrones de la muerte de los Antidrogas, intentando ganarse el favor de la embajada norteamericana.

“Estos grupos como la SENAD (Secretaría antidrogas en Paraguay) son veraderos escuadrones de la muerte, que mantienen al país bajo el terror” dijo Melamed, en el programa de mayor rating en Paraguay.

“No quieren perder sus rubros, están dispuestos a todo, ya viene un payaso de la ONU a aceitar la maquinaria, y seguro la prensa adicta a los dólares de la embajada norteamericana ya está preparando una infernal batería contra el cannabis, para mantener el país sometido al imperio” descargó también Melamed.

Aboga a favor de las ideas de Melamed el mismo Friedman, quien también señala que la prohibición atenta contra la libertad del ciudadano:

“El papel apropiado del gobierno sería exactamente el que dijo John Stuart Mill en el siglo XIX en “Sobre la libertad”. El papel adecuado del gobierno sería evitar que otra gente dañe a una persona. El gobierno, dijo, no tiene nunca derecho a inmiscuirse en la vida de una persona por el propio bien de esa persona.

Al parecer, estas voces predican en el desierto cuando los aludidos son gobiernos retardatarios, dependientes y clerofascistas como el que actualmente padece el Paraguay, el del obispo caretón en el paraíso narco.

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