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Cuando los gobiernos mienten sistemáticamente a sus pueblos, sólo considerándolos conspiradores puede el pueblo conocer algo de la verdad

Conspiraciones I: el fundamento

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Conspiraciones II: el Poder

Conspiraciones III: Nibiru/Elenin

Conspiraciones IV: El Bien y el Mal

Gobernar, es mentir. Nada o casi nada de lo que dicen los gobiernos y sus instrumentos humanos, es verdad. Si dicen que no va a subir la gasolina, llene el depósito porque la subida es tan segura como que Dios existe; si que no van a subir los impuestos, agárrese a los machos; o si han movilizado al ejército para ir a prestar ayuda humanitaria a tal país, es que no van de dejar del país ése nada en pie, las calles las van a dejarlas atiborradas de cadáveres y se van a traer a casa cualquier cosa que tenga valor, como el petróleo, por ejemplo.

Los gobiernos de casi todo el mundo mienten tanto que incluso ignoran qué es verdad. Es un negocio montado de forma casi global (por bloques) y ni saben siquiera a quién sirve, sino sólo que alguien desde las tinieblas les manda, y ellos obedecen. El pueblo, lejos de ser el soberano de nada por mucha democracia que haya (otra mentira más), se ha convertido en el rebaño a ser pastoreado por los gobiernos, los esclavos que nutren de recursos a los poderosos y a quienes se les aplica la mano de seda o de hierro que en cada caso convenga. Podemos ver ejemplos de lo uno o de lo otro en todos los países, y cómo sobran casos que demuestran que los gobiernos favorecen a criminales, terroristas o auténticas excrecencias sociales, y cómo castigan con cruel sevicia a los delincuentes menores e incluso a los inocentes, a menudo condenándolos por cuotas (hemos castigado o penado a tantos especuladores, a tantos estafadores, a tantos traficantes, etc.), y esto es así porque los últimos, como digo, son la teta de la que los poderes de la tiniebla obtienen sus recursos, y porque los primeros, los terroristas y los criminales y los traficantes y toda esa basura son servidores del poder, los dirigentes de las multinacionales más lucrativas, que son la guerra, la violencia, la seguridad y las drogas (además de la salud).

No es que un gobierno determinado mienta en algo, en eso que llamamos una mentira blanca o políticamente correcta, sino que miente en todo, ocultando a los ciudadanos el verdadero propósito de sus fines y sus actos. En las campañas electorales, verbigracia, los candidatos se empeñan y trabajan muy duro por presentarse como seres humanos con sentimientos y todo, y ponen tiques de aparcamiento en sus coches, besan niños que les producen profundo rechazo y son capaces de presumir en público de la extensión fálica de su apéndice reproductor; pero no es sino el teatrito, la mentira que alimenta a los crédulos, la farsa necesaria para que los alineados por el sistema –espectadores de teleseries y devoradores de información precocinada- les voten e instalen gratuitamente en el poder, y no tengan así que dar golpes de Estado. Mejor por las buenas, aunque será lo que tenga que ser, le pese a quien le pese, que para eso tienen dos seguros capaces de contener a la ciudadanía en cualquier contingencia: la policía y el ejército. Véanse los diferentes casos internacionales, y se comprenderá enseguida. Y si un país se saliera del guión y no se plegara a los propósitos del poder del bloque, tendría asegurado atentados en plan matanza, bombas en los centros políticos o incluso recibiría invasiones bélicas que no invaden, pero que destruyen todas las infraestructuras: Noruega, Libia, Siria, etc., son algunos de los ejemplos más actuales y recientes de esta política de "quien la hace, la paga."

“El ejercicio del poder es una conspiración permanente”, decía Honore de Balzac. Y tan son así las cosas que, dado que los gobiernos no es que mientan en algo sino que siempre mienten en todo manteniendo al pueblo en una especie de drogada estupidez permanente (televisión, fútbol, etc.) o limbo estupefaciente (impuestos, hipotecas, deudas, etc.), algunos de ciudadanos más avezados o inteligentes han comprendido que la única manera de conocer algo de la verdad de sus propósitos es, no preguntándoles a los gobernantes, sino deduciéndola de sus actos e investigando hacía dónde o hacia qué fin se encaminan éstos: son los conspiranoicos. La conspiranoia, pues, más que ser un problema psiquiátrico de algunos ciudadanos especialmente dotados, son el producto lógico de la conducta mentirosa de los gobiernos, la reacción obvia, ya que las consecuencias de los actos de quienes controlan el Estado y legislan no son menores, afectando a los ciudadanos de forma tan profunda y directa que en muchas ocasiones, sin duda, pueden afectar lo mismo al propio sistema de vida o la propia existencia o la de los suyos.

Los gobiernos proporcionan y promueven el consumo, a sus expensas, de las drogas sociales que mantienen a los ciudadanos en una especie de sueño lúcido o de muerte viviente, tal y como lo son la televisión, el cine, el ocio, la pornografía, la prostitución, las drogas, el fútbol, etc., de manera que sean manejables. A cada grupo psicológico de ciudadanos el gobierno les ofrece exactamente lo que necesita para que no piense sino en su placer o su vicio, y sea televisión basura o estupefacientes, se lo pone al alcance de la mano. Sin embargo, al que reniega de todo y prefiere mantenerse lúcido, lo respeta y lo vigila si éste se está quieto y guarda sus conclusiones o averiguaciones para sí, aunque si va un poco más allá, el gobernó tiene miles de recursos para anularlo si llegara a hacerse peligroso, pues que no sólo controla a la policía y a los tribunales, sino que también lo hace sobre la información y la desinformación, y es capaz lo mismo de convertir a un héroe en un villano (y viceversa) como de destruir su vida para siempre, sin tener por ello el menor remordimiento de conciencia porque los gobiernos son unos psicópatas.

Muchos ciudadanos, adormecidos en el sueño narcótico de su televisión, sus deberes de supervivencia o en el onanismo de su placer solitario, creen que esto es exagerado. Adempero, no lo es, y en ello me extenderé en los próximos capítulos de esta breve serie de artículos, aprovechando que ahora es verano, que quien más o quien menos tiene algo más de tiempo libre para leer, y que ésta puede ser una información francamente sorprendente, entretenida y refrescante, a la vez que muy educadora. Nada es casual, desde los conocimientos que adquiere su nene en el cole, a los programas que pasan por la tele. Como decíamos cuando vivía Franco, si hay lío social por la razón que sea, o se escapa el Lute, o torea el Litri o juegan el partido del año el Real Madrid-Barça.

Sólo dos preguntas antes de concluir este primer artículo: ¿creen que el gobierno les diría, por ejemplo, que con toda seguridad un meteorito va a golpear la Tierra, destruyéndola por completo, dentro de… pongamos veintiún años, o por el contrario lo ocultará, movilizará mil argucias para mantener ignorante a la población todo ese tiempo (el sol, por ejemplo, o comentas de reciente descubrimiento, verbigracia) y se dedicará en cuerpo y alma a crear una sociedad mínima de supervivencia (provocando las crisis que sean necesarias para obtener los recursos), construyendo los refugios idóneos en base a la información que dispongan u obtengan con el lanzamiento de sondas de seguimiento, con el único fin de salvarse a sí mismos y a unos pocos que les sirvan de obreros cuando pase el peligro, entretanto han condenado a muerte a miles de millones de personas?... Otrosí: ¿creen que un atentado con decenas o centenas de víctimas puede ser obra de un loco, teniendo en cuenta los sistemas de información que hoy tienen las fuerzas de seguridad y el control de los Estados sobre las sustancias peligrosas y las armas, o por el contrario cree que tiene un insoportable tufo a castigo el hecho de que ese loco actúe justo cuando su país ha firmado con una potencia adversaria un acuerdo por el que el país le cede la protección de sus recursos petrolíferos y le permite el asentamiento de bases militares para la protección de esos recursos?...

Son dos casos, nada más. En próximos artículos desmenuzaremos esto un poquitín más, pero valgan como anticipo de que en el orden que vivimos no existen casualidades, especialmente si la experiencia es dolorosa. Los gobiernos mienten siempre, siempre, no lo olvide. Detrás de todo 11S, 7J, 11M u ataque a Oslo (por poner lo más occidental) y de sus enormes daños y cientos o miles de muertes atroces, hay grandes mentiras, enormes fraudes de Estado, y nunca, nunca, los asesinos serán quienes sean juzgados y condenados. Al menos, no los cerebros de esos crímenes. En los próximos artículos veremos algunos casos de los más interesantes. Estoy seguro que de que va sorprenderse y hasta es posible que el ombligo se le arrugue un poquito, porque estamos viviendo tiempos interesantes, muy interesantes. Mientras le recomiendo que lea "Tetragrammaton", porque así irá comprendiendo... la que se le viene encima.

Conspiraciones I: el fundamento

Cuando los gobiernos mienten sistemáticamente a sus pueblos, sólo considerándolos conspiradores puede el pueblo conocer algo de la verdad
Ángel Ruiz Cediel
miércoles, 3 de agosto de 2011, 07:11 h (CET)
Conspiraciones II: el Poder

Conspiraciones III: Nibiru/Elenin

Conspiraciones IV: El Bien y el Mal

Gobernar, es mentir. Nada o casi nada de lo que dicen los gobiernos y sus instrumentos humanos, es verdad. Si dicen que no va a subir la gasolina, llene el depósito porque la subida es tan segura como que Dios existe; si que no van a subir los impuestos, agárrese a los machos; o si han movilizado al ejército para ir a prestar ayuda humanitaria a tal país, es que no van de dejar del país ése nada en pie, las calles las van a dejarlas atiborradas de cadáveres y se van a traer a casa cualquier cosa que tenga valor, como el petróleo, por ejemplo.

Los gobiernos de casi todo el mundo mienten tanto que incluso ignoran qué es verdad. Es un negocio montado de forma casi global (por bloques) y ni saben siquiera a quién sirve, sino sólo que alguien desde las tinieblas les manda, y ellos obedecen. El pueblo, lejos de ser el soberano de nada por mucha democracia que haya (otra mentira más), se ha convertido en el rebaño a ser pastoreado por los gobiernos, los esclavos que nutren de recursos a los poderosos y a quienes se les aplica la mano de seda o de hierro que en cada caso convenga. Podemos ver ejemplos de lo uno o de lo otro en todos los países, y cómo sobran casos que demuestran que los gobiernos favorecen a criminales, terroristas o auténticas excrecencias sociales, y cómo castigan con cruel sevicia a los delincuentes menores e incluso a los inocentes, a menudo condenándolos por cuotas (hemos castigado o penado a tantos especuladores, a tantos estafadores, a tantos traficantes, etc.), y esto es así porque los últimos, como digo, son la teta de la que los poderes de la tiniebla obtienen sus recursos, y porque los primeros, los terroristas y los criminales y los traficantes y toda esa basura son servidores del poder, los dirigentes de las multinacionales más lucrativas, que son la guerra, la violencia, la seguridad y las drogas (además de la salud).

No es que un gobierno determinado mienta en algo, en eso que llamamos una mentira blanca o políticamente correcta, sino que miente en todo, ocultando a los ciudadanos el verdadero propósito de sus fines y sus actos. En las campañas electorales, verbigracia, los candidatos se empeñan y trabajan muy duro por presentarse como seres humanos con sentimientos y todo, y ponen tiques de aparcamiento en sus coches, besan niños que les producen profundo rechazo y son capaces de presumir en público de la extensión fálica de su apéndice reproductor; pero no es sino el teatrito, la mentira que alimenta a los crédulos, la farsa necesaria para que los alineados por el sistema –espectadores de teleseries y devoradores de información precocinada- les voten e instalen gratuitamente en el poder, y no tengan así que dar golpes de Estado. Mejor por las buenas, aunque será lo que tenga que ser, le pese a quien le pese, que para eso tienen dos seguros capaces de contener a la ciudadanía en cualquier contingencia: la policía y el ejército. Véanse los diferentes casos internacionales, y se comprenderá enseguida. Y si un país se saliera del guión y no se plegara a los propósitos del poder del bloque, tendría asegurado atentados en plan matanza, bombas en los centros políticos o incluso recibiría invasiones bélicas que no invaden, pero que destruyen todas las infraestructuras: Noruega, Libia, Siria, etc., son algunos de los ejemplos más actuales y recientes de esta política de "quien la hace, la paga."

“El ejercicio del poder es una conspiración permanente”, decía Honore de Balzac. Y tan son así las cosas que, dado que los gobiernos no es que mientan en algo sino que siempre mienten en todo manteniendo al pueblo en una especie de drogada estupidez permanente (televisión, fútbol, etc.) o limbo estupefaciente (impuestos, hipotecas, deudas, etc.), algunos de ciudadanos más avezados o inteligentes han comprendido que la única manera de conocer algo de la verdad de sus propósitos es, no preguntándoles a los gobernantes, sino deduciéndola de sus actos e investigando hacía dónde o hacia qué fin se encaminan éstos: son los conspiranoicos. La conspiranoia, pues, más que ser un problema psiquiátrico de algunos ciudadanos especialmente dotados, son el producto lógico de la conducta mentirosa de los gobiernos, la reacción obvia, ya que las consecuencias de los actos de quienes controlan el Estado y legislan no son menores, afectando a los ciudadanos de forma tan profunda y directa que en muchas ocasiones, sin duda, pueden afectar lo mismo al propio sistema de vida o la propia existencia o la de los suyos.

Los gobiernos proporcionan y promueven el consumo, a sus expensas, de las drogas sociales que mantienen a los ciudadanos en una especie de sueño lúcido o de muerte viviente, tal y como lo son la televisión, el cine, el ocio, la pornografía, la prostitución, las drogas, el fútbol, etc., de manera que sean manejables. A cada grupo psicológico de ciudadanos el gobierno les ofrece exactamente lo que necesita para que no piense sino en su placer o su vicio, y sea televisión basura o estupefacientes, se lo pone al alcance de la mano. Sin embargo, al que reniega de todo y prefiere mantenerse lúcido, lo respeta y lo vigila si éste se está quieto y guarda sus conclusiones o averiguaciones para sí, aunque si va un poco más allá, el gobernó tiene miles de recursos para anularlo si llegara a hacerse peligroso, pues que no sólo controla a la policía y a los tribunales, sino que también lo hace sobre la información y la desinformación, y es capaz lo mismo de convertir a un héroe en un villano (y viceversa) como de destruir su vida para siempre, sin tener por ello el menor remordimiento de conciencia porque los gobiernos son unos psicópatas.

Muchos ciudadanos, adormecidos en el sueño narcótico de su televisión, sus deberes de supervivencia o en el onanismo de su placer solitario, creen que esto es exagerado. Adempero, no lo es, y en ello me extenderé en los próximos capítulos de esta breve serie de artículos, aprovechando que ahora es verano, que quien más o quien menos tiene algo más de tiempo libre para leer, y que ésta puede ser una información francamente sorprendente, entretenida y refrescante, a la vez que muy educadora. Nada es casual, desde los conocimientos que adquiere su nene en el cole, a los programas que pasan por la tele. Como decíamos cuando vivía Franco, si hay lío social por la razón que sea, o se escapa el Lute, o torea el Litri o juegan el partido del año el Real Madrid-Barça.

Sólo dos preguntas antes de concluir este primer artículo: ¿creen que el gobierno les diría, por ejemplo, que con toda seguridad un meteorito va a golpear la Tierra, destruyéndola por completo, dentro de… pongamos veintiún años, o por el contrario lo ocultará, movilizará mil argucias para mantener ignorante a la población todo ese tiempo (el sol, por ejemplo, o comentas de reciente descubrimiento, verbigracia) y se dedicará en cuerpo y alma a crear una sociedad mínima de supervivencia (provocando las crisis que sean necesarias para obtener los recursos), construyendo los refugios idóneos en base a la información que dispongan u obtengan con el lanzamiento de sondas de seguimiento, con el único fin de salvarse a sí mismos y a unos pocos que les sirvan de obreros cuando pase el peligro, entretanto han condenado a muerte a miles de millones de personas?... Otrosí: ¿creen que un atentado con decenas o centenas de víctimas puede ser obra de un loco, teniendo en cuenta los sistemas de información que hoy tienen las fuerzas de seguridad y el control de los Estados sobre las sustancias peligrosas y las armas, o por el contrario cree que tiene un insoportable tufo a castigo el hecho de que ese loco actúe justo cuando su país ha firmado con una potencia adversaria un acuerdo por el que el país le cede la protección de sus recursos petrolíferos y le permite el asentamiento de bases militares para la protección de esos recursos?...

Son dos casos, nada más. En próximos artículos desmenuzaremos esto un poquitín más, pero valgan como anticipo de que en el orden que vivimos no existen casualidades, especialmente si la experiencia es dolorosa. Los gobiernos mienten siempre, siempre, no lo olvide. Detrás de todo 11S, 7J, 11M u ataque a Oslo (por poner lo más occidental) y de sus enormes daños y cientos o miles de muertes atroces, hay grandes mentiras, enormes fraudes de Estado, y nunca, nunca, los asesinos serán quienes sean juzgados y condenados. Al menos, no los cerebros de esos crímenes. En los próximos artículos veremos algunos casos de los más interesantes. Estoy seguro que de que va sorprenderse y hasta es posible que el ombligo se le arrugue un poquito, porque estamos viviendo tiempos interesantes, muy interesantes. Mientras le recomiendo que lea "Tetragrammaton", porque así irá comprendiendo... la que se le viene encima.

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