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El mito mediático del “obispo de los pobres” acaba finalmente destrozado por los discípulos de Fernando Lugo aglutinados en la guerrilla del EPP

Fernando Lugo y los condenados de la tierra

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Jean Paul Sarte escribió en su famoso prólogo a “Los condenados de la Tierra” que el colono sabe perfectamente que ninguna fraseología sustituye a la realidad. “El colonizado, por tanto, descubre que su vida, su respiración, los latidos de su corazón son los mismos que los del colono. Descubre que una piel de colono no vale más que una piel de indígena” afirmaba Sartre.

Un descubrimiento parecido hace el libro del ideario del EPP cuando describe la cultura democrática burguesa y la cultura imperialista que impregnan las mentes de los lacayos del “mulo de la oligarquía” y “sátiro de san Pedro” Fernando Lugo. Se trata de las ideas dominantes en el Paraguay de hoy, porque como sabemos, éstas siempre provienen de la clase dominante.

“A los democráticos voceros de esta cultura-dice el EPP- les encanta hablar de tolerancia, por supuesto, a los ricos y a sus lacayos les convienen que los pobres sean tolerantes con ellos. A los ricos les viene muy bien que los pobres se desarmen ideológicamente y llenen sus cabezas con las democráticas banalidades, mientras, las clases dominantes se aseguran ganancias, lujos, poder, explotación”.

Son de temer los “sueños musculares” de los que hablaba Sarte: “El indígena es un ser acorralado, el apartheid no es sino una modalidad de la división en compartimientos del mundo colonial. La primera cosa que aprende el indígena es a ponerse en su lugar, a no pasarse de sus límites. Por eso sus sueños son sueños musculares, sueños de acción, sueños agresivos”.

El sueño americano

Como advertía Sarte, frente al mundo determinado por el colonialista, el colonizado siempre se presume culpable.

Los lacayos del cura Fernando Lugo no solo sueñan con rasgar vestidos y quebrar tacones, por supuesto. También deliran con el sueño americano.

“Enloquecen por el cine norteamericano” precisa el EPP. “Se extasían con los premios Oscars y su modelo de ser humano, al igual que los nazis, es el rubio de ojos azules. Presumen de su desconocimiento del guaraní y les encanta decir frasesitas en inglés”.

Pero ¡cuidado! Sartre advierte: “La culpabilidad del colonizado no es una culpabilidad asumida, es más bien una especie de maldición, una espada de Damocles. Pero, en lo más profundo de sí mismo, el colonizado no reconoce ninguna instancia. Está dominado, pero no domesticado. Está inferiorizado, pero no convencido de su inferioridad. Espera pacientemente que el colono descuide su vigilancia para echársele encima. En sus músculos, el colonizado siempre está en actitud expectativa. No puede decirse que esté inquieto, que esté aterrorizado En realidad, siempre está presto a abandonar su papel de presa y asumir el de cazador”.

El agujero del poncho

Conciente de las limitaciones que le impondrían sus amos, ideólogos, publicistas y financistas, el falso teólogo de la liberación Fernando Lugo se había apresurado a definir su ideología como un agujero. Un agujero de poncho, pero agujero al fin.

Pero “ya antes de que asuman efectivamente el gobierno los poncho juru (boca de poncho) empezaron a desplazar la ubicación de sus ponchos bien a la derecha; sus engreídos ladridos de triunfo no encubrían más que la impotencia pusilánime; la traición se había cuerpo en sus acuerdos para formar gobiernos, sus felicitaciones mutuas eran a la vez deseos de que ocurran algún milagro, pues carecían de un programa de gobierno coherente”.

El delirio místico del luguismo también es blanco de las burlas del EPP: “Las promesas de la reaparición de Jesucristo de la mano del “profeta” Lugo para que el “reino de Dios” se haga realidad chocaban con la dura realidad; y la debilidad, como siempre, fue a refugiarse aún más en la religión, apariciones en misa, bendiciones de obispos, chamanes, monges, brujos, indios tupi, etc.”.

También los héroes del poncho jurusismo del luguismo son blanco de las ironías: “se esforzaban por refutar su incapacidad mientras sus pedidos de comprensión llenaban el aire”.

“Se reunían en sus sagrados recintos y esperaban un milagro: que sus enemigos no se reanimasen, su victoria “histórica” del 20 de abril no los había eliminado pero la “lucha” de ellos ya había terminado. La reacción de sus adversarios no demoró y los héroes del “poncho-jurusismo” se guardaron sus promesas caza-votos y empezaron con las pragmáticas transacciones. Sus ánimos poco exigentes se apagaron, todo se oscureció, se vino la noche; los conjuros del “obispo iluminador” ya no surtían efecto, sus hijos empezaron a aparecer, sus crímenes contra el pueblo y los revolucionarios eran reiterativos, no eran una casualidad”.

La certeza de que el aventurero de la Mitra ha abusado de toda la nación se hizo patente, hoy día casi nadie duda.

Los condenados de la tierra

La profundidad de las observaciones del EPP sólo terminaron por corroborar todas nuestras profecías sobre el falso profeta Lugo, que más que un agujero en el poncho, tiene un profundo agujero en la mente y en el alma. También nos reivindica de los ataques injustificados de los cachorros del imperio ideológico reaccionario, los chupacirios y caretones del luguismo, agujeros alternativos para que el pueblo no se desborde hacia la lucha revolucionaria y opte por el lucro antisocial de las ONG financiadas por la embajada nortemericana, como Tekojoja-Gestión Local, o Pmas-Casa de la Juventud.

Mientras se proclaman izquierdistas ante el mundo, y sobre todo ante los gobiernos de izquierdas de la región, hoy en el Paraguay del sumo sacerdote de la falacia Fernando Lugo “la niebla cae sobre la república, los cuerpos revolucionarios acribillados son empaquetados en negras bolsas, las cárceles se llenan de presos políticos bajo los cargos más absurdos, los niños son muertos en el destierro, los ranchos de los campesinos son quemados, las bocas de los revolucionarios son selladas, sus lápices son rotos, sus escritos destruidos…todo en nombre de la religión, la propiedad, el orden”.

Es que como sabemos, las enseñanzas del clericalismo reaccionario proponen la sumisión servil de los pobres a los ricos y para reforzarlas aún más, afirman que esa es la voluntad de Dios. Lo demostraron cuando emprendieron la conquista del Nuevo Mundo con la espada atada a la cruz, y hoy lo ratifican ideologizando la impotencia y sumisión de los condenados de la tierra en el Paraguay.

Fernando Lugo y los condenados de la tierra

El mito mediático del “obispo de los pobres” acaba finalmente destrozado por los discípulos de Fernando Lugo aglutinados en la guerrilla del EPP
Luis Agüero Wagner
martes, 2 de agosto de 2011, 06:44 h (CET)
Jean Paul Sarte escribió en su famoso prólogo a “Los condenados de la Tierra” que el colono sabe perfectamente que ninguna fraseología sustituye a la realidad. “El colonizado, por tanto, descubre que su vida, su respiración, los latidos de su corazón son los mismos que los del colono. Descubre que una piel de colono no vale más que una piel de indígena” afirmaba Sartre.

Un descubrimiento parecido hace el libro del ideario del EPP cuando describe la cultura democrática burguesa y la cultura imperialista que impregnan las mentes de los lacayos del “mulo de la oligarquía” y “sátiro de san Pedro” Fernando Lugo. Se trata de las ideas dominantes en el Paraguay de hoy, porque como sabemos, éstas siempre provienen de la clase dominante.

“A los democráticos voceros de esta cultura-dice el EPP- les encanta hablar de tolerancia, por supuesto, a los ricos y a sus lacayos les convienen que los pobres sean tolerantes con ellos. A los ricos les viene muy bien que los pobres se desarmen ideológicamente y llenen sus cabezas con las democráticas banalidades, mientras, las clases dominantes se aseguran ganancias, lujos, poder, explotación”.

Son de temer los “sueños musculares” de los que hablaba Sarte: “El indígena es un ser acorralado, el apartheid no es sino una modalidad de la división en compartimientos del mundo colonial. La primera cosa que aprende el indígena es a ponerse en su lugar, a no pasarse de sus límites. Por eso sus sueños son sueños musculares, sueños de acción, sueños agresivos”.

El sueño americano

Como advertía Sarte, frente al mundo determinado por el colonialista, el colonizado siempre se presume culpable.

Los lacayos del cura Fernando Lugo no solo sueñan con rasgar vestidos y quebrar tacones, por supuesto. También deliran con el sueño americano.

“Enloquecen por el cine norteamericano” precisa el EPP. “Se extasían con los premios Oscars y su modelo de ser humano, al igual que los nazis, es el rubio de ojos azules. Presumen de su desconocimiento del guaraní y les encanta decir frasesitas en inglés”.

Pero ¡cuidado! Sartre advierte: “La culpabilidad del colonizado no es una culpabilidad asumida, es más bien una especie de maldición, una espada de Damocles. Pero, en lo más profundo de sí mismo, el colonizado no reconoce ninguna instancia. Está dominado, pero no domesticado. Está inferiorizado, pero no convencido de su inferioridad. Espera pacientemente que el colono descuide su vigilancia para echársele encima. En sus músculos, el colonizado siempre está en actitud expectativa. No puede decirse que esté inquieto, que esté aterrorizado En realidad, siempre está presto a abandonar su papel de presa y asumir el de cazador”.

El agujero del poncho

Conciente de las limitaciones que le impondrían sus amos, ideólogos, publicistas y financistas, el falso teólogo de la liberación Fernando Lugo se había apresurado a definir su ideología como un agujero. Un agujero de poncho, pero agujero al fin.

Pero “ya antes de que asuman efectivamente el gobierno los poncho juru (boca de poncho) empezaron a desplazar la ubicación de sus ponchos bien a la derecha; sus engreídos ladridos de triunfo no encubrían más que la impotencia pusilánime; la traición se había cuerpo en sus acuerdos para formar gobiernos, sus felicitaciones mutuas eran a la vez deseos de que ocurran algún milagro, pues carecían de un programa de gobierno coherente”.

El delirio místico del luguismo también es blanco de las burlas del EPP: “Las promesas de la reaparición de Jesucristo de la mano del “profeta” Lugo para que el “reino de Dios” se haga realidad chocaban con la dura realidad; y la debilidad, como siempre, fue a refugiarse aún más en la religión, apariciones en misa, bendiciones de obispos, chamanes, monges, brujos, indios tupi, etc.”.

También los héroes del poncho jurusismo del luguismo son blanco de las ironías: “se esforzaban por refutar su incapacidad mientras sus pedidos de comprensión llenaban el aire”.

“Se reunían en sus sagrados recintos y esperaban un milagro: que sus enemigos no se reanimasen, su victoria “histórica” del 20 de abril no los había eliminado pero la “lucha” de ellos ya había terminado. La reacción de sus adversarios no demoró y los héroes del “poncho-jurusismo” se guardaron sus promesas caza-votos y empezaron con las pragmáticas transacciones. Sus ánimos poco exigentes se apagaron, todo se oscureció, se vino la noche; los conjuros del “obispo iluminador” ya no surtían efecto, sus hijos empezaron a aparecer, sus crímenes contra el pueblo y los revolucionarios eran reiterativos, no eran una casualidad”.

La certeza de que el aventurero de la Mitra ha abusado de toda la nación se hizo patente, hoy día casi nadie duda.

Los condenados de la tierra

La profundidad de las observaciones del EPP sólo terminaron por corroborar todas nuestras profecías sobre el falso profeta Lugo, que más que un agujero en el poncho, tiene un profundo agujero en la mente y en el alma. También nos reivindica de los ataques injustificados de los cachorros del imperio ideológico reaccionario, los chupacirios y caretones del luguismo, agujeros alternativos para que el pueblo no se desborde hacia la lucha revolucionaria y opte por el lucro antisocial de las ONG financiadas por la embajada nortemericana, como Tekojoja-Gestión Local, o Pmas-Casa de la Juventud.

Mientras se proclaman izquierdistas ante el mundo, y sobre todo ante los gobiernos de izquierdas de la región, hoy en el Paraguay del sumo sacerdote de la falacia Fernando Lugo “la niebla cae sobre la república, los cuerpos revolucionarios acribillados son empaquetados en negras bolsas, las cárceles se llenan de presos políticos bajo los cargos más absurdos, los niños son muertos en el destierro, los ranchos de los campesinos son quemados, las bocas de los revolucionarios son selladas, sus lápices son rotos, sus escritos destruidos…todo en nombre de la religión, la propiedad, el orden”.

Es que como sabemos, las enseñanzas del clericalismo reaccionario proponen la sumisión servil de los pobres a los ricos y para reforzarlas aún más, afirman que esa es la voluntad de Dios. Lo demostraron cuando emprendieron la conquista del Nuevo Mundo con la espada atada a la cruz, y hoy lo ratifican ideologizando la impotencia y sumisión de los condenados de la tierra en el Paraguay.

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