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Un héroe socialista reivindicado por sus antagonistas históricos en Paraguay

Reivindación de Rafael Franco y vergüenza socialista

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Escribió Calderón de la Barca que quien usa beneficios con un ingrato, lo que siembra en finezas recoge en agravios. Si en algo es fecunda la historia del Paraguay, es en ingratitud, que no sin fundamento ha sido calificada como la amnesia del corazón.

El vicepresidente de la República del Paraguay, en ejercicio de la Presidencia, Federico Franco, firmó la semana pasada el decreto que otorga el ascenso póstumo a general de brigada al coronel Rafael Franco, héroe de la Guerra del Chaco, entre 1.932 y 1.935.

“Fue responsable de varias victorias del Chaco, sobre todo llegando sobre las estribaciones de los andes, como Yrendagué, toda la parte del Parapití”, destacó sobre la gestión del militar.

Llamó la atención la reivindicación de Rafael Franco por parte de un connotado miembro del partido Liberal como el actual vicepresidente de la república, y el olvido a que fue condenado por el presidente Lugo y sus colaboradores, supuestos socialistas.

Es que Rafael Franco fue un hombre de conocidas inclinaciones hacia la izquierda política, y fundador del más antiguo partido socialista del Paraguay, el Revolucionario Febrerista.

Ya el conocido escritor paraguayo José María Rivarola Matto había escrito que si los hombres fuesen justos, Rafael Franco no hubiera muerto casi olvidado. Y que si los pueblos lo fuesen, no moriría jamás.

La Vergüenza socialista

En el gobierno del “izquierdista” Fernando Lugo, al parecer, nadie recordó al héroe socialista ni tuvo interés en realizarse un homenaje, pero sí hubo tiempo para rendir pleitesía a la dinastía Rockefeller, a la cual el obispo visitó en New York en setiembre de 2008, de la mano del empresario Conrado Pappalardo.

Ya poco antes de las elecciones generales en Paraguay en las que resultó electo el obispo Fernando Lugo, el heredero del imperio petrolero fundado por John Davison Rockefeller en 1870, la Standard Oil Company, realizó una enigmática visita a Asunción.

Lo hizo para reunirse con el político y empresario Conrado Pappalardo, célebre por su participación proveyendo pasaportes a terroristas en la más audaz acción del Operativo Cóndor, el asesinato con bomba de Orlando Letelier en Washington, en 1976.

Miembros de The Americas Society, Pappalardo y Rockefeller mantuvieron reuniones públicas y hasta se fotografiaron para la prensa, renovando antiguos vínculos de familia con Paraguay que se presume hoy están relacionados con el potencial hidroeléctrico paraguayo y eventuales privatizaciones.

Al igual que el dictador Stroessner, y anteriormente Higinio Morínigo, el “izquierdista” y "nacionalista" obispo Fernando Lugo no perdió oportunidad para rendir pleitesía a la familia Rockefeller, como si la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia y la participación en ella de la Standard Oil fuera un acontecimiento suspendido fuera de la historia.

Los Rockefeller y el Paraguay

Las andanzas de los Rockefeller en Paraguay tienen historias que se remontan a la década de 1930, cuando la empresa petrolera incitó al presidente boliviano Daniel Salamanca para que se lanzara a una aventura bélica contra el Paraguay por el petróleo del Chaco Boreal, en la cual precisamente brillaría como héroe el recientemente reivindicado Rafael Franco.

Paraguay y Bolivia, países miserables y expoliados, sangraron por las venas de sus soldados que imprevistamente fueron lanzados a pelear por tierra sin tener tierra. La guerra de soldados descalzos, que el escritor boliviano Augusto Céspedes tildó de simiesco ensayo imperialista, la ganó el Paraguay en los campos de batalla pero la perdería en las negociaciones de paz.

La participación de la empresa de Rockefeller fue denunciada en el Congreso norteamericano por el Senador norteamericano Huey Long, quien encendidos discursos en plena guerra, en mayo y junio de 1934, acusó a la Standard Oil de pagar al ejército boliviano para invadir territorio que los mismos Estados Unidos habían fallado en una mediación del presidente Rutherford Hayes como perteneciente al Paraguay. Poco después de realizar sus enérgicas denuncias, Long caía abatido por las balas en un episodio que inspiró a Robert Penn Warren su laureada novela “Todos los hombres del Rey”.

El empresario petrolero Spruille Braden, agente de Rockefeller, presidió las negociaciones que terminaron el 9 de julio de 1938 y conservaron para Bolivia y la Standard Oil Company más de cincuenta mil kilómetros cuadrados de territorio petrolífero que se encontraban en poder de las tropas paraguayas.

A 74 años de realizar sus denuncias contra Rockefeller sobre la guerra del Chaco en el Congreso norteamericano, el senador Huey Long sigue siendo un desconocido para la historia paraguaya que se enseña en escuelas, colegios y universidades. Una muestra más del poderío y dominio ejercido por la embajada norteamericana de Asunción sobre la superestructura cultural paraguaya, sus planes educativos, sus historiadores, medios, periodistas y universidades.

Casi tan desconocido como lo era al parecer Rafael Franco, el legendario “fantasma del Parapití” y la más brillante espada de la guerra del Chaco, así como el más grande héroe socialista de la historia del Paraguay, para la mayoría de los historiadores y colaboradores del gobierno que encabeza el cura Fernando Lugo.

Reivindación de Rafael Franco y vergüenza socialista

Un héroe socialista reivindicado por sus antagonistas históricos en Paraguay
Luis Agüero Wagner
lunes, 1 de agosto de 2011, 07:25 h (CET)
Escribió Calderón de la Barca que quien usa beneficios con un ingrato, lo que siembra en finezas recoge en agravios. Si en algo es fecunda la historia del Paraguay, es en ingratitud, que no sin fundamento ha sido calificada como la amnesia del corazón.

El vicepresidente de la República del Paraguay, en ejercicio de la Presidencia, Federico Franco, firmó la semana pasada el decreto que otorga el ascenso póstumo a general de brigada al coronel Rafael Franco, héroe de la Guerra del Chaco, entre 1.932 y 1.935.

“Fue responsable de varias victorias del Chaco, sobre todo llegando sobre las estribaciones de los andes, como Yrendagué, toda la parte del Parapití”, destacó sobre la gestión del militar.

Llamó la atención la reivindicación de Rafael Franco por parte de un connotado miembro del partido Liberal como el actual vicepresidente de la república, y el olvido a que fue condenado por el presidente Lugo y sus colaboradores, supuestos socialistas.

Es que Rafael Franco fue un hombre de conocidas inclinaciones hacia la izquierda política, y fundador del más antiguo partido socialista del Paraguay, el Revolucionario Febrerista.

Ya el conocido escritor paraguayo José María Rivarola Matto había escrito que si los hombres fuesen justos, Rafael Franco no hubiera muerto casi olvidado. Y que si los pueblos lo fuesen, no moriría jamás.

La Vergüenza socialista

En el gobierno del “izquierdista” Fernando Lugo, al parecer, nadie recordó al héroe socialista ni tuvo interés en realizarse un homenaje, pero sí hubo tiempo para rendir pleitesía a la dinastía Rockefeller, a la cual el obispo visitó en New York en setiembre de 2008, de la mano del empresario Conrado Pappalardo.

Ya poco antes de las elecciones generales en Paraguay en las que resultó electo el obispo Fernando Lugo, el heredero del imperio petrolero fundado por John Davison Rockefeller en 1870, la Standard Oil Company, realizó una enigmática visita a Asunción.

Lo hizo para reunirse con el político y empresario Conrado Pappalardo, célebre por su participación proveyendo pasaportes a terroristas en la más audaz acción del Operativo Cóndor, el asesinato con bomba de Orlando Letelier en Washington, en 1976.

Miembros de The Americas Society, Pappalardo y Rockefeller mantuvieron reuniones públicas y hasta se fotografiaron para la prensa, renovando antiguos vínculos de familia con Paraguay que se presume hoy están relacionados con el potencial hidroeléctrico paraguayo y eventuales privatizaciones.

Al igual que el dictador Stroessner, y anteriormente Higinio Morínigo, el “izquierdista” y "nacionalista" obispo Fernando Lugo no perdió oportunidad para rendir pleitesía a la familia Rockefeller, como si la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia y la participación en ella de la Standard Oil fuera un acontecimiento suspendido fuera de la historia.

Los Rockefeller y el Paraguay

Las andanzas de los Rockefeller en Paraguay tienen historias que se remontan a la década de 1930, cuando la empresa petrolera incitó al presidente boliviano Daniel Salamanca para que se lanzara a una aventura bélica contra el Paraguay por el petróleo del Chaco Boreal, en la cual precisamente brillaría como héroe el recientemente reivindicado Rafael Franco.

Paraguay y Bolivia, países miserables y expoliados, sangraron por las venas de sus soldados que imprevistamente fueron lanzados a pelear por tierra sin tener tierra. La guerra de soldados descalzos, que el escritor boliviano Augusto Céspedes tildó de simiesco ensayo imperialista, la ganó el Paraguay en los campos de batalla pero la perdería en las negociaciones de paz.

La participación de la empresa de Rockefeller fue denunciada en el Congreso norteamericano por el Senador norteamericano Huey Long, quien encendidos discursos en plena guerra, en mayo y junio de 1934, acusó a la Standard Oil de pagar al ejército boliviano para invadir territorio que los mismos Estados Unidos habían fallado en una mediación del presidente Rutherford Hayes como perteneciente al Paraguay. Poco después de realizar sus enérgicas denuncias, Long caía abatido por las balas en un episodio que inspiró a Robert Penn Warren su laureada novela “Todos los hombres del Rey”.

El empresario petrolero Spruille Braden, agente de Rockefeller, presidió las negociaciones que terminaron el 9 de julio de 1938 y conservaron para Bolivia y la Standard Oil Company más de cincuenta mil kilómetros cuadrados de territorio petrolífero que se encontraban en poder de las tropas paraguayas.

A 74 años de realizar sus denuncias contra Rockefeller sobre la guerra del Chaco en el Congreso norteamericano, el senador Huey Long sigue siendo un desconocido para la historia paraguaya que se enseña en escuelas, colegios y universidades. Una muestra más del poderío y dominio ejercido por la embajada norteamericana de Asunción sobre la superestructura cultural paraguaya, sus planes educativos, sus historiadores, medios, periodistas y universidades.

Casi tan desconocido como lo era al parecer Rafael Franco, el legendario “fantasma del Parapití” y la más brillante espada de la guerra del Chaco, así como el más grande héroe socialista de la historia del Paraguay, para la mayoría de los historiadores y colaboradores del gobierno que encabeza el cura Fernando Lugo.

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