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El riesgo de caer en la desinformación

Manipulación y posverdad

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La manipulación informativa tiene como fin servir a unos objetivos determinados y la posverdad juega con (o se aprovecha de) la debilidad mental de las personas. O sea, que la segunda ayuda a la primera.

Conocíamos la información sesgada, partidaria o manipulada, pero con Internet y las redes sociales llegó la posverdad, que amplifica y diversifica la capacidad de influir en las masas.

Son dos términos que se usan en el enfrentamiento político y que están de moda. El segundo incluso fue declarado “palabra del año” en 2016, pues se tomó como referente para explicar éxitos y fracasos electorales en EEUU, Gran Bretaña y Colombia, todos ellos ocurridos entre junio y noviembre del mismo año.

La victoria de Donald Trump, la sorpresa del éxito del Brexit y el inesperado no al acuerdo del Gobierno de Colombia con las FARC no se entienden si no lo analizamos desde el prisma de la posverdad. Los que hayan visto la serie de televisión House of Cards sabrán qué usos se pueden dar a la manipulación recurriendo a la posverdad.

Mientras que la manipulación se basa en hechos noticiosos y fundamentables, aunque tergiversados, la posverdad puede surgir de una mentira o de una verdad, lo fundamental es que se asume como verdad, o incluso como mentira, pero aceptada como menos mala, porque se comparte como creencia en la sociedad.

Para tomar decisiones políticas arriesgadas a veces se recurre a la debilidad humana, como cuando se aprovechan los poderes de una situación generalizada de sicosis con el fin de que sea tomada como buena una medida que, en principio, iba a ser rechazada. El criterio y la capacidad de discernir se quedan anulados y en el barullo la ciudadanía acepta como bueno algo que no lo es.

Hay quien quiere extrapolar la aplicación de la posverdad a lo que está ocurriendo en el PSOE. Para los historiadores dejaré el trabajo de catalogar todos los ejemplos de posverdad referidos al derrocamiento del secretario general, Pedro Sánchez el 1 de octubre de 2016, pero una parte de esa posverdad argumentada ya la conocimos hace unas semanas cuando se hicieron públicas ciertas conversaciones del diputado socialista por Málaga, Miguel Ángel Heredia, cuando se dirigía a miembros de su partido dando instrucciones sobre lo que iba a ocurrir.

El otro ejemplo reciente, de estos días, fue una manipulación de la propia palabra, pues la utilizó primero Patxi López al responder que no al ofrecimiento de Pedro Sánchez para que el vasco se integrase en la candidatura del madrileño.

El ofrecimiento de Sánchez, tras conocerse los resultados de los avales de las candidaturas en liza, fue aprovechado por medios de comunicación de dudosa profesionalidad periodística, pero con capacidad de influencia, para difundir en la Red el mensaje falso, según el cual, Patxi López dejaba la campaña ante el ofrecimiento de Sánchez para fusionarse con él.

Preguntado el candidato vasco por los periodistas sobre esa fusión de las candidaturas, la respuesta suya incluyó el comentario de estar harto de mensajes de posverdad. En ningún momento se refirió a que la posverdad que criticaba procedía de su oponente. Sin embargo, a renglón seguido, el diario ABC publicó el domingo, 7 de mayo: “La posverdad de Pedro Sánchez. El ex secretario general del PSOE cuenta una versión de los hechos moldeada a sus intereses y poco respetuosa con la realidad del PSOE”. El artículo se basa en premisas de dudoso fundamento.

Lo que sí constituye una manipulación cargada de posverdad es el uso que se dio a la afirmación de Patxi López en el programa La Sexta Noche cuando dijo que no estuvo bien que se abstuviera para permitir a Rajoy ser elegido presidente de nuevo. Porque López también dejó dicho allí que él prefirió cumplir el mandato acordado por el partido, que pidió abstención a sus diputados y castigó a quienes no obedecieron. Sin embargo, los medios de comunicación explotaron a su modo la afirmación de López en el canal de La Sexta, utilizando incluso la palabra “arrepentimiento” sin recoger la argumentación que la justificó.

En mi modesta opinión, la posverdad solo vale a quienes están dispuestos a ser manipulados.

Manipulación y posverdad

El riesgo de caer en la desinformación
Áurea Sánchez Puente
martes, 9 de mayo de 2017, 00:05 h (CET)
La manipulación informativa tiene como fin servir a unos objetivos determinados y la posverdad juega con (o se aprovecha de) la debilidad mental de las personas. O sea, que la segunda ayuda a la primera.

Conocíamos la información sesgada, partidaria o manipulada, pero con Internet y las redes sociales llegó la posverdad, que amplifica y diversifica la capacidad de influir en las masas.

Son dos términos que se usan en el enfrentamiento político y que están de moda. El segundo incluso fue declarado “palabra del año” en 2016, pues se tomó como referente para explicar éxitos y fracasos electorales en EEUU, Gran Bretaña y Colombia, todos ellos ocurridos entre junio y noviembre del mismo año.

La victoria de Donald Trump, la sorpresa del éxito del Brexit y el inesperado no al acuerdo del Gobierno de Colombia con las FARC no se entienden si no lo analizamos desde el prisma de la posverdad. Los que hayan visto la serie de televisión House of Cards sabrán qué usos se pueden dar a la manipulación recurriendo a la posverdad.

Mientras que la manipulación se basa en hechos noticiosos y fundamentables, aunque tergiversados, la posverdad puede surgir de una mentira o de una verdad, lo fundamental es que se asume como verdad, o incluso como mentira, pero aceptada como menos mala, porque se comparte como creencia en la sociedad.

Para tomar decisiones políticas arriesgadas a veces se recurre a la debilidad humana, como cuando se aprovechan los poderes de una situación generalizada de sicosis con el fin de que sea tomada como buena una medida que, en principio, iba a ser rechazada. El criterio y la capacidad de discernir se quedan anulados y en el barullo la ciudadanía acepta como bueno algo que no lo es.

Hay quien quiere extrapolar la aplicación de la posverdad a lo que está ocurriendo en el PSOE. Para los historiadores dejaré el trabajo de catalogar todos los ejemplos de posverdad referidos al derrocamiento del secretario general, Pedro Sánchez el 1 de octubre de 2016, pero una parte de esa posverdad argumentada ya la conocimos hace unas semanas cuando se hicieron públicas ciertas conversaciones del diputado socialista por Málaga, Miguel Ángel Heredia, cuando se dirigía a miembros de su partido dando instrucciones sobre lo que iba a ocurrir.

El otro ejemplo reciente, de estos días, fue una manipulación de la propia palabra, pues la utilizó primero Patxi López al responder que no al ofrecimiento de Pedro Sánchez para que el vasco se integrase en la candidatura del madrileño.

El ofrecimiento de Sánchez, tras conocerse los resultados de los avales de las candidaturas en liza, fue aprovechado por medios de comunicación de dudosa profesionalidad periodística, pero con capacidad de influencia, para difundir en la Red el mensaje falso, según el cual, Patxi López dejaba la campaña ante el ofrecimiento de Sánchez para fusionarse con él.

Preguntado el candidato vasco por los periodistas sobre esa fusión de las candidaturas, la respuesta suya incluyó el comentario de estar harto de mensajes de posverdad. En ningún momento se refirió a que la posverdad que criticaba procedía de su oponente. Sin embargo, a renglón seguido, el diario ABC publicó el domingo, 7 de mayo: “La posverdad de Pedro Sánchez. El ex secretario general del PSOE cuenta una versión de los hechos moldeada a sus intereses y poco respetuosa con la realidad del PSOE”. El artículo se basa en premisas de dudoso fundamento.

Lo que sí constituye una manipulación cargada de posverdad es el uso que se dio a la afirmación de Patxi López en el programa La Sexta Noche cuando dijo que no estuvo bien que se abstuviera para permitir a Rajoy ser elegido presidente de nuevo. Porque López también dejó dicho allí que él prefirió cumplir el mandato acordado por el partido, que pidió abstención a sus diputados y castigó a quienes no obedecieron. Sin embargo, los medios de comunicación explotaron a su modo la afirmación de López en el canal de La Sexta, utilizando incluso la palabra “arrepentimiento” sin recoger la argumentación que la justificó.

En mi modesta opinión, la posverdad solo vale a quienes están dispuestos a ser manipulados.

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