Era muy esperado para la izquierda y no ha defraudado: En su primer discurso como candidato a las próximas elecciones, Rubalcaba ha trazado un discurso racional, porque ha hecho un diagnóstico de los principales problemas de la sociedad española y ha propuesto soluciones inéditas de carácter social.
El principal mérito de Rubalcaba es haber elaborado una narración exacta de la situación económica de España: el estallido de la burbuja inmobiliaria, creada desde hace más de 10 años, ha propiciado la destrucción de millones de empleos y el endeudamiento (si no la desaparición) de un gran número de empresas. Rubalcaba ha dejado claro que la construcción, que llegó a suponer el 9% del PNB, es el principal problema y hay que sanear de nuevo la economía creando nuevos modos de desarrollo. En consecuencia ha reflexionado sobre la necesidad de apostar por una amortización industrial e innovar con nuevos sectores como la industria química, la dependencia, la biotecnología, todo ello, debe posibilitar reducir el déficit en la balanza de pagos a través del aumento de las exportaciones.
Pero, con ser eso importante, hay que destacar dos reflexiones importantes de Rubalcaba para el gobierno político de la economía y la creación de empleo (que es lo que más afecta a los ciudadanos): el primero se corregiría mediante una tasa que grabe las grandes transacciones de capital financiero a los bancos y las grandes empresas y en lo que a la creación de empleo se refiere, destinar una parte de los beneficios de los bancos a la creación de empleo. Dos medidas que deben concretarse pero que en sí mismo, corrigen la tendencia que ya Marx denunció en su tiempo, esto es: la captura del Estado por parte del poder del capital (en este caso la élite del poder financiero).
Rubalcaba ha dejado claro que no será posible financiar un modelo social avanzado si no hay un valor añadido suficiente en una economía europea eficiente, capaz de competir dentro de la globalización. Y por eso necesitamos competir con economías emergentes que no tienen como filosofía o forma de vida nuestro modelo social europeo (China o EE.UU.). Por ello, nuestra riqueza debe ir orientada a generar valor añadido frente al resto. Por eso, – ha recalcado Rubalcaba con mucho sentido- es necesario Europa.
Los contenidos fundamentales de un acuerdo europeo, pero también español, deberían tener que ver con el hecho de que el modelo de cohesión social de Europa no es sostenible sin cambiar el modelo productivo. Hay que ser capaces de competir en la globalización y eso afecta a nuestro sistema educativo, de formación profesional, de I+D+i. ¿Pero cómo debe ser este nuevo modelo? ¿Qué hace falta para que España siga acercándose a los países más prósperos de Europa? Todos los economistas coinciden en una cosa: o cambiamos ya o nos arriesgamos a un estancamiento de consecuencias funestas para el bienestar de los españoles.
El candidato del PSOE, ha enunciado algunas medidas para la mejora de los servicios sociales. La más destacable es el mir para profesores, trasladando el modelo que hay en la sanidad para los médicos, a la educación. Otra medida significativa es el apoyo de alumnos con dificultades para evitar el abandono escolar, aunque sin concretar medidas en este sentido.
Rubalcaba también ha atendido las demandas de muchos ciudadanos que piden una profundización de la democracia a través de mecanismos de control de los ciudadanos. La autocrítica hecha en este sentido es interesante, así como las propuestas. Rubalcaba ha insistido en que los partidos políticos habían matado la vida civil, han colonizado instituciones, han abortado el debate complejo por ideas simplistas y vacías. Partiendo, la mayoría de ellos, de una situación desesperada, por carecer de empleo y no poder desarrollar sus proyectos vitales, han localizado el problema fundamental y primigenio. La política se había desfigurado convirtiéndose en una actividad perversa porque se ha convertido en una carrera paralela y en ocasiones alternativa a la vida laboral por parte de quien la ejerce. Así las cosas, a la vida política (en todos los partidos) acceden personas sin ningún tipo de preparación en comparación con otras miles de personas que, teniendo carreras, másteres, o incluso, hablando idiomas, no encuentran trabajo. Esta comparativa es una situación lacerante, pero lo que la convierte en sangrante, es la acción que toman estos políticos (profesionales) y de los partidos políticos, ahora devenidos en agencias de colocación mediante el ensimismamiento y el narcisismo que arrastra su discurso, las prevenciones que tratan de tener frente a los colectivos que pueden ya no amenazar su privilegiada situación, sino simplemente denunciar esa situación. Rubalcaba ha afirmado que la ciudadanía tiene que tomar la palabra y para ello hay que tomar medidas: modelo alemán de listas abiertas y cambio en la ley electoral con un resto como circunscripción única.
En Rubalcaba encontramos la recuperación de las esencias de la socialdemocracia para el PSOE, perdidas por Zapatero, pero además, un nuevo estilo donde prima la formulación racional y compleja de los problemas frente al eslogan propagandístico de la era de Zapatero, en ocasiones, vacío de contenido. Ah, pero es que Rubalcaba ha podido proponer estas medidas estando en el gobierno y ahora carece de credibilidad. Esto es cierto en parte, puesto que Rubalcaba no forma parte de los puestos altos de dirección del PSOE (Zapatero, Blanco, Marcelino Iglesias), y no es el responsable de la orientación económica del gobierno, ni tampoco ha podido determinar (puesto que no es el jefe de Gobierno), la política seguida por Zapatero y negociada con Europa aquel 10 de mayo de 2010. Sin duda, Rubalcaba ha sido un colaborador activo de Zapatero, pero en ningún caso puede ser considerado como el ideólogo y el responsable de la acción económica del Gobierno, que es cuestión de Zapatero.
Debemos por tanto, considerar a Rubalcaba como un servidor público y un colaborador de la acción de distintos gobiernos. Pero en ningún caso, el autor o responsable de la orientación ideológica del PSOE (hasta el sábado). Pero en todo caso, poco importa lo que consideremos nosotros, por cuanto lo verdaderamente importante es lo que percibe la sociedad: ahí es donde se sitúa el principal problema del discurso de Rubalcaba: cómo parecer como un verdadero renovador del PSOE, con un discurso de país, habiendo sido hasta ayer miembro de ese gobierno. En mi opinión, solo materializando un giro programático nítido que sea capaz de romper inequívocamente con el zapaterismo a través de la revisión de principios y la articulación práctica de medias redistributivas, puede lograrse ese objetivo. Solo rodeándose de un equipo renovado y ajeno a Zapatero, puede proyectarse una idea de renovación. Solo fabricando un discurso en el que se renueven las señas de identidad de la socialdemocracia, (articulando una nueva idea de progreso y de redistribución de la renta), puede tomar solidez un proyecto del PSOE.
En cualquier caso, observamos en el discurso de Rubalcaba elementos nuevos que, más allá de la coyuntura electoral, deben de servir de base para una reflexión más amplia de un proyecto socialdemócrata para España.