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Un conocido operador del Plan Cóndor coincide con el Partido Comunista de Paraguay en apoyar la reelección del cura Fernando Lugo

El Plan Cóndor, Conrado Pappalardo y su coincidencia con el Partido Comunista

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En septiembre de 1976 fue asesinado en Washington el ex canciller Chileno Marcos Orlando Letelier del Solar. Letelier era un político y economista chileno, miembro del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, padre del hoy senador Juan Pablo Letelier. Letelier era un político y economista chileno, miembro del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, asesinado en Washington D.C. por los agentes de la dictadura en 1976, padre del hoy senador Juan Pablo Letelier.

Varias personas fueron procesadas y condenadas por el asesinato. Entre ellos estaban Michael Townley, un expatriado estadounidense colaborador muy cercano a la agencia de inteligencia chilena DINA, el general Manuel Contreras, antiguo jefe de la DINA, y el general de brigada Pedro Espinoza. No obstante, nadie hasta ahora se explica cómo pudo zafar de tamaño karma el cuñado y socio en varias empresas de Aldo Zucolillo, Conrado Pappalardo.

Tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que llevó a Augusto Pinochet al poder, Letelier fue detenido y torturado, siendo enviado a una prisión política en la isla Dawson, en el Estrecho de Magallanes. Después de su liberación, fue a Washington en 1974, donde trabajó para restaurar la democracia en Chile.

El 21 de septiembre de 1976, Orlando Letelier fue asesinado en la misma capital de Estados Unidos mediante una bomba activada por control remoto, que se encontraba colocada debajo del piso del vehículo en que se movilizaban. El coche bomba también mató a la ayudante estadounidense de Letelier, Ronni Moffit.

Un video sobre el brutal atentado puede verse en el sitio: www.youtube.com/watch?v=iGEaiHXP6tA y una foto que revela cómo quedó el auto puede encontrarse en: http://cleveland.indymedia.org/uploads/2008/07/asiquedo.jpg

El asesinato de Letelier era la parte de un esfuerzo coordinado por varias dictaduras militares en América Latina para intimidar y asesinar a sus opositores políticos. Este esfuerzo, conocido como la Operación Cóndor, contó con la cooperación de los Estados Unidos e incluyó naciones como Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia. Gran parte de los preparativos para ese asesinato se llevaron a cabo, como era costumbre, desde la embajada norteamericana de Asunción.

El cuñado del dueño de ABC color, entonces jefe de Protocolo de la Cancillería de Alfredo Stroessner, en julio de 1976 presionó a George Landau, el embajador de Estados Unidos de la época -invocando "un favor" solicitado a Stroessner por su colega Augusto Pinochet-, para que entregara sendas visas en dos pasaportes paraguayos falsos, a dos supuestos empresarios cuyos nombres eran Juan William Rose y Alejandro Romeral. El verdadero “negocio” de estos hombres, cuyos verdaderos nombres eran Michael Vernon Townley y Armando Fernández Larios, era asesinar a Orlando Letelier en Washinton.

Hoy conocemos de aquella conjura del Plan Cóndor porque el embajador Landau fotografió los pasaportes antes de estampar las visas y ésa fue la clave que le permitió al fiscal Eugene M. Propper desenredar el ovillo del crimen.

La paulatina desclasificación de documentos ha revelado los entretelones de aquella tenebrosa conjura para asesinar al canciller chileno con escalofriante precisión, incluyendo las razones por las cuales los sicarios de Letelier terminaron utilizando documentos chilenos en lugar de los paraguayos, en virtud de información que sólo pudo venir de la inteligencia estadounidense.

Un memo del Departamento de Estado demuestra que éste estaba al tanto de las extrañas maniobras en la sede diplomática de Asunción desde el 1 de septiembre de 1976. Un anexo de un informe de la CIA a su vez demuestra que la oficina de Langley estaba en conocimiento de la trama que acabaría con el ex canciller chileno desde el 29 de julio de 1976, aunque no se explicaba porqué los asesinos incluso tenían el teléfono de la oficina del general Vernon Walters que le había proveído Pappalardo.

La documentación también explica que el 5 de agosto el embajador notificó al Secretario Adjunto de Estado Harry W. Shlaudeman del asunto, y al día siguiente se recibieron en Washington copias fotostáticas de los documentos que había tramitado Pappalardo para los asesinos. Shlaudeman notificó del extraño caso al servicio de Inmigración y se tomaron las medidas para negar la entrada a Estados Unidos a los sospechosos.

Este detalle del pasado de Conrado Pappalardo resuelve el misterio de la encendida defensa a la impunidad de Pinochet que acostumbra hacer el diario ABC Color de la capital paraguaya, como cuando el ex dictador chileno fue detenido en Londres por orden del juez Baltasar Garzón. Es que su cuñado el propietario del periódico, Aldo Zucolillo, estuvo a punto entonces de soportar un bochorno familiar con la extradición a Inglaterra de su pariente.

Varias personas fueron procesadas y condenadas por el asesinato. Entre ellos estaban Michael Townley, un expatriado estadounidense colaborador muy cercano a la agencia de inteligencia chilena DINA, el general Manuel Contreras, antiguo jefe de la DINA, y el general de brigada Pedro Espinoza. No obstante, nadie hasta ahora se explica cómo pudo zafar de tamaño karma el cuñado y socio en varias empresas de Aldo Zucolillo, Conrado Pappalardo.

La historia de ese brutal crimen había empezado unos años antes, y en las más altas esferas del poder mundial.

Luego de que el 15 de septiembre de 1970 Nixon se reunió con el Consejo de Seguridad Nacional Henry Kissinger, el fiscal general John Mitchel y el director de la CIA Richard Helms en su despacho de la Casa Blanca, y ordenó actuar contra Salvador Allende, el operativo empezó en Asunción.

Con el apoyo asegurado de las agencias norteamericanas de defensa, de estado, de comercio, Tesoro, la CIA y la National Security Agency, Stroessner empezó el juego moviendo sus fichas sigilosamente.

Primero traficó profusa información de inteligencia militar (II Departamento), Relaciones Exteriores y la estación de la CIA en Asunción valiéndose de la embajada paraguaya en Santiago, relativas a divergencias y alianzas políticas que puedan resultar útiles para la tarea desestabilizadora. La embajada paraguaya en Buenos Aires aportó vitales datos, que fueron procesados en Langley, antes de ser remitidas a las instancias decisivas.

En segundo término, se inició un voluminoso flujo bancario entre Asunción y Santiago, dinero que se utilizó para financiar huelgas, sobornar autoridades civiles y militares, políticos, empresarios, sindicalistas y organizaciones paramilitares. El flujo se agudizó durante el mes de agosto de 1973, siendo vital el desempeño del general Roberto Viaux quien se hallaba exiliado en Paraguay luego de encabezar, el 21 de octubre de 1969, una sublevación de miembros del Ejército chileno, episodio que fue conocido como el "El Tacnazo".

Finalmente, como es regla, los aeropuertos de Paraguay fueron cedidos al Pentágono como soporte de apoyo logística a Chile, incrementándose inusualmente el tráfico aéreo entre Panamá-Asunción-Chile, con equipos de comunicaciones, armas y pertrechos destinados a los complotados contra el gobierno constitucional. Las tareas en Asunción fueron coordinadas por un coronel de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, William Meyer.

El golpe que estaba en curso desde que Nixon y Kissinger lo habían decretado, finalmente se produjo el 11 de septiembre de 1973. Pinochet, hombre agradecido, hizo su primer viaje como jefe de estado chileno tomando como destino al Paraguay, donde personalmente expresó su gratitud a Stroessner por los servicios prestados. Le entregó la distinción de General Honoris Causa del Ejército chileno.

Desafortunadamente el tutor de ambos, Richard Nixon, no tuvo tiempo de unirse al festejo.

Se encontraba asediado ya por las investigaciones relativas al escándalo del Hotel Watergate, que lo obligó a dimitir tres meses después.

Uno de los documentos que vio la luz en el año 2000, muestra cómo Pinochet personalmente pidió al dictador Stroessner, de Paraguay, que emitiera pasaportes con nombres falsos para Michael V.Townley y Armando Fernández Larios. Estos dos individuos eran agentes de la DINA (policía política chilena) que posteriormente se declararían culpables del atentado mortal contra el ex canciller de Salvador Allende, Orlando Letelier, cometido en Washington el 11 de septiembre de 1976, exactamente tres años después del golpe de Pinochet.

Ayer con Pinochet y Stroessner, hoy con Fernando Lugo

La sorpresa es que el conocido operador del Plan Cóndor vinculado al asesinato de Orlando Letelier hoy coincide con los comunistas paraguayos y apoya la reelección del cura Fernando Lugo, según se hace eco la prensa local.

Según la información periodística aparecida en Ultima Hora:

"El empresario y exparlamentario colorado Conrado Pappalardo Zaldívar manifestó que el presidente Fernando Lugo está realizando un excelente trabajo al frente del Palacio de López y es la única opción válida con miras al 2013.

Sostuvo que en este mismo momento no existe otra alternativa para el país.

Sobre el plan que está impulsando el Frente Guasu para solicitar al Congreso la aprobación de una enmienda para plantear la reelección, Pappalardo indicó que depende de la voluntad popular. "Por ahora es la única opción", dijo.

Refirió que los colorados pueden volver en el 2013, con Lugo o sin él. "Todo se puede arreglar. No sé, hay que ver qué ocurre", aseveró el empresario. Se definió como muy amigo del presidente de la República.

El presidente de la República permaneció durante algunos minutos conversando con el empresario durante la actividad desarrollada por la reunión del bloque regional.

Pappalardo fue jefe de protocolo de la Cancillería en la época del gobierno de Alfredo Stroessner, operador del Plan Cóndor y un “influyente” diputado colorado.

Su primer contacto oficial con el presidente Lugo fue cuando este último visitó los Estados Unidos para participar de la conferencia de las Naciones Unidas, donde le organizó un encuentro con el mismo Rockefeller y ofició de guía turístico del cura.

¿Gusto por la dictadura?

Consecuente con su modelo intolerante y sus ínfulas de dictador vitalicio, Fernando Lugo pretendió amordazar a la prensa, denunció el vice-presidente Federico Franco.

El Gobierno pretendía una “ley mordaza” contra los medios masivos de comunicación y yo me opongo a eso, ratificó ayer a la mañana en Palacio de López el vicepresidente de la República, Federico Franco.

La dictadura gusta a los paraguayos, reconoció la ministra de Salud de Fernando Lugo, Esperanza Martínez.

"Hay como un dictadorzuelo dentro de nosotros permanentemente y nos gusta eso, valoramos el liderazgo autoritario" declaró la ministra en una entrevista publicada en La Nación.

Buscando explotar ese punto débil, los seguidores del cura se encuentran promoviendo la reelección de su "único líder" Fernando Lugo.

La tradición clientelista, prebendaría y la mentalidad lacayuna aportan lo suyo al proyecto.

La falta de ética, escrúpulos y desapego hacia la Constitución y las leyes hacen el resto. Las puertas de la “izquierda” y del Partido Comunista, obviamente, están abiertas para todos, inclusive para reconocidos operadores del Plan Cóndor como el “compañero” Conrado Pappalardo.

El Plan Cóndor, Conrado Pappalardo y su coincidencia con el Partido Comunista

Un conocido operador del Plan Cóndor coincide con el Partido Comunista de Paraguay en apoyar la reelección del cura Fernando Lugo
Luis Agüero Wagner
miércoles, 29 de junio de 2011, 06:54 h (CET)
En septiembre de 1976 fue asesinado en Washington el ex canciller Chileno Marcos Orlando Letelier del Solar. Letelier era un político y economista chileno, miembro del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, padre del hoy senador Juan Pablo Letelier. Letelier era un político y economista chileno, miembro del gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, asesinado en Washington D.C. por los agentes de la dictadura en 1976, padre del hoy senador Juan Pablo Letelier.

Varias personas fueron procesadas y condenadas por el asesinato. Entre ellos estaban Michael Townley, un expatriado estadounidense colaborador muy cercano a la agencia de inteligencia chilena DINA, el general Manuel Contreras, antiguo jefe de la DINA, y el general de brigada Pedro Espinoza. No obstante, nadie hasta ahora se explica cómo pudo zafar de tamaño karma el cuñado y socio en varias empresas de Aldo Zucolillo, Conrado Pappalardo.

Tras el golpe militar del 11 de septiembre de 1973, que llevó a Augusto Pinochet al poder, Letelier fue detenido y torturado, siendo enviado a una prisión política en la isla Dawson, en el Estrecho de Magallanes. Después de su liberación, fue a Washington en 1974, donde trabajó para restaurar la democracia en Chile.

El 21 de septiembre de 1976, Orlando Letelier fue asesinado en la misma capital de Estados Unidos mediante una bomba activada por control remoto, que se encontraba colocada debajo del piso del vehículo en que se movilizaban. El coche bomba también mató a la ayudante estadounidense de Letelier, Ronni Moffit.

Un video sobre el brutal atentado puede verse en el sitio: www.youtube.com/watch?v=iGEaiHXP6tA y una foto que revela cómo quedó el auto puede encontrarse en: http://cleveland.indymedia.org/uploads/2008/07/asiquedo.jpg

El asesinato de Letelier era la parte de un esfuerzo coordinado por varias dictaduras militares en América Latina para intimidar y asesinar a sus opositores políticos. Este esfuerzo, conocido como la Operación Cóndor, contó con la cooperación de los Estados Unidos e incluyó naciones como Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay y Bolivia. Gran parte de los preparativos para ese asesinato se llevaron a cabo, como era costumbre, desde la embajada norteamericana de Asunción.

El cuñado del dueño de ABC color, entonces jefe de Protocolo de la Cancillería de Alfredo Stroessner, en julio de 1976 presionó a George Landau, el embajador de Estados Unidos de la época -invocando "un favor" solicitado a Stroessner por su colega Augusto Pinochet-, para que entregara sendas visas en dos pasaportes paraguayos falsos, a dos supuestos empresarios cuyos nombres eran Juan William Rose y Alejandro Romeral. El verdadero “negocio” de estos hombres, cuyos verdaderos nombres eran Michael Vernon Townley y Armando Fernández Larios, era asesinar a Orlando Letelier en Washinton.

Hoy conocemos de aquella conjura del Plan Cóndor porque el embajador Landau fotografió los pasaportes antes de estampar las visas y ésa fue la clave que le permitió al fiscal Eugene M. Propper desenredar el ovillo del crimen.

La paulatina desclasificación de documentos ha revelado los entretelones de aquella tenebrosa conjura para asesinar al canciller chileno con escalofriante precisión, incluyendo las razones por las cuales los sicarios de Letelier terminaron utilizando documentos chilenos en lugar de los paraguayos, en virtud de información que sólo pudo venir de la inteligencia estadounidense.

Un memo del Departamento de Estado demuestra que éste estaba al tanto de las extrañas maniobras en la sede diplomática de Asunción desde el 1 de septiembre de 1976. Un anexo de un informe de la CIA a su vez demuestra que la oficina de Langley estaba en conocimiento de la trama que acabaría con el ex canciller chileno desde el 29 de julio de 1976, aunque no se explicaba porqué los asesinos incluso tenían el teléfono de la oficina del general Vernon Walters que le había proveído Pappalardo.

La documentación también explica que el 5 de agosto el embajador notificó al Secretario Adjunto de Estado Harry W. Shlaudeman del asunto, y al día siguiente se recibieron en Washington copias fotostáticas de los documentos que había tramitado Pappalardo para los asesinos. Shlaudeman notificó del extraño caso al servicio de Inmigración y se tomaron las medidas para negar la entrada a Estados Unidos a los sospechosos.

Este detalle del pasado de Conrado Pappalardo resuelve el misterio de la encendida defensa a la impunidad de Pinochet que acostumbra hacer el diario ABC Color de la capital paraguaya, como cuando el ex dictador chileno fue detenido en Londres por orden del juez Baltasar Garzón. Es que su cuñado el propietario del periódico, Aldo Zucolillo, estuvo a punto entonces de soportar un bochorno familiar con la extradición a Inglaterra de su pariente.

Varias personas fueron procesadas y condenadas por el asesinato. Entre ellos estaban Michael Townley, un expatriado estadounidense colaborador muy cercano a la agencia de inteligencia chilena DINA, el general Manuel Contreras, antiguo jefe de la DINA, y el general de brigada Pedro Espinoza. No obstante, nadie hasta ahora se explica cómo pudo zafar de tamaño karma el cuñado y socio en varias empresas de Aldo Zucolillo, Conrado Pappalardo.

La historia de ese brutal crimen había empezado unos años antes, y en las más altas esferas del poder mundial.

Luego de que el 15 de septiembre de 1970 Nixon se reunió con el Consejo de Seguridad Nacional Henry Kissinger, el fiscal general John Mitchel y el director de la CIA Richard Helms en su despacho de la Casa Blanca, y ordenó actuar contra Salvador Allende, el operativo empezó en Asunción.

Con el apoyo asegurado de las agencias norteamericanas de defensa, de estado, de comercio, Tesoro, la CIA y la National Security Agency, Stroessner empezó el juego moviendo sus fichas sigilosamente.

Primero traficó profusa información de inteligencia militar (II Departamento), Relaciones Exteriores y la estación de la CIA en Asunción valiéndose de la embajada paraguaya en Santiago, relativas a divergencias y alianzas políticas que puedan resultar útiles para la tarea desestabilizadora. La embajada paraguaya en Buenos Aires aportó vitales datos, que fueron procesados en Langley, antes de ser remitidas a las instancias decisivas.

En segundo término, se inició un voluminoso flujo bancario entre Asunción y Santiago, dinero que se utilizó para financiar huelgas, sobornar autoridades civiles y militares, políticos, empresarios, sindicalistas y organizaciones paramilitares. El flujo se agudizó durante el mes de agosto de 1973, siendo vital el desempeño del general Roberto Viaux quien se hallaba exiliado en Paraguay luego de encabezar, el 21 de octubre de 1969, una sublevación de miembros del Ejército chileno, episodio que fue conocido como el "El Tacnazo".

Finalmente, como es regla, los aeropuertos de Paraguay fueron cedidos al Pentágono como soporte de apoyo logística a Chile, incrementándose inusualmente el tráfico aéreo entre Panamá-Asunción-Chile, con equipos de comunicaciones, armas y pertrechos destinados a los complotados contra el gobierno constitucional. Las tareas en Asunción fueron coordinadas por un coronel de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, William Meyer.

El golpe que estaba en curso desde que Nixon y Kissinger lo habían decretado, finalmente se produjo el 11 de septiembre de 1973. Pinochet, hombre agradecido, hizo su primer viaje como jefe de estado chileno tomando como destino al Paraguay, donde personalmente expresó su gratitud a Stroessner por los servicios prestados. Le entregó la distinción de General Honoris Causa del Ejército chileno.

Desafortunadamente el tutor de ambos, Richard Nixon, no tuvo tiempo de unirse al festejo.

Se encontraba asediado ya por las investigaciones relativas al escándalo del Hotel Watergate, que lo obligó a dimitir tres meses después.

Uno de los documentos que vio la luz en el año 2000, muestra cómo Pinochet personalmente pidió al dictador Stroessner, de Paraguay, que emitiera pasaportes con nombres falsos para Michael V.Townley y Armando Fernández Larios. Estos dos individuos eran agentes de la DINA (policía política chilena) que posteriormente se declararían culpables del atentado mortal contra el ex canciller de Salvador Allende, Orlando Letelier, cometido en Washington el 11 de septiembre de 1976, exactamente tres años después del golpe de Pinochet.

Ayer con Pinochet y Stroessner, hoy con Fernando Lugo

La sorpresa es que el conocido operador del Plan Cóndor vinculado al asesinato de Orlando Letelier hoy coincide con los comunistas paraguayos y apoya la reelección del cura Fernando Lugo, según se hace eco la prensa local.

Según la información periodística aparecida en Ultima Hora:

"El empresario y exparlamentario colorado Conrado Pappalardo Zaldívar manifestó que el presidente Fernando Lugo está realizando un excelente trabajo al frente del Palacio de López y es la única opción válida con miras al 2013.

Sostuvo que en este mismo momento no existe otra alternativa para el país.

Sobre el plan que está impulsando el Frente Guasu para solicitar al Congreso la aprobación de una enmienda para plantear la reelección, Pappalardo indicó que depende de la voluntad popular. "Por ahora es la única opción", dijo.

Refirió que los colorados pueden volver en el 2013, con Lugo o sin él. "Todo se puede arreglar. No sé, hay que ver qué ocurre", aseveró el empresario. Se definió como muy amigo del presidente de la República.

El presidente de la República permaneció durante algunos minutos conversando con el empresario durante la actividad desarrollada por la reunión del bloque regional.

Pappalardo fue jefe de protocolo de la Cancillería en la época del gobierno de Alfredo Stroessner, operador del Plan Cóndor y un “influyente” diputado colorado.

Su primer contacto oficial con el presidente Lugo fue cuando este último visitó los Estados Unidos para participar de la conferencia de las Naciones Unidas, donde le organizó un encuentro con el mismo Rockefeller y ofició de guía turístico del cura.

¿Gusto por la dictadura?

Consecuente con su modelo intolerante y sus ínfulas de dictador vitalicio, Fernando Lugo pretendió amordazar a la prensa, denunció el vice-presidente Federico Franco.

El Gobierno pretendía una “ley mordaza” contra los medios masivos de comunicación y yo me opongo a eso, ratificó ayer a la mañana en Palacio de López el vicepresidente de la República, Federico Franco.

La dictadura gusta a los paraguayos, reconoció la ministra de Salud de Fernando Lugo, Esperanza Martínez.

"Hay como un dictadorzuelo dentro de nosotros permanentemente y nos gusta eso, valoramos el liderazgo autoritario" declaró la ministra en una entrevista publicada en La Nación.

Buscando explotar ese punto débil, los seguidores del cura se encuentran promoviendo la reelección de su "único líder" Fernando Lugo.

La tradición clientelista, prebendaría y la mentalidad lacayuna aportan lo suyo al proyecto.

La falta de ética, escrúpulos y desapego hacia la Constitución y las leyes hacen el resto. Las puertas de la “izquierda” y del Partido Comunista, obviamente, están abiertas para todos, inclusive para reconocidos operadores del Plan Cóndor como el “compañero” Conrado Pappalardo.

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Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.

Estoy arrepintiéndome de votar, arrepintiéndome de leer páginas de opinión política en la prensa, arrepintiéndome de acudir a manifestaciones manipuladas, arrepintiéndome de ver noticiarios de televisión y, mucho más, tertulias generalistas con tertulianos mediocres.

El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".

 
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