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La enseñanza de la filosofía nunca ha sido tan urgente como hoy. En un mundo dominado por datos, algoritmos y exigencias laborales que no dejan espacio al sosiego, la filosofía se alza como ese faro necesario para recordarnos que la educación no es solo instrucción, sino el camino hacia la libertad y la autonomía personal.
El 1 de julio de 1938, a la hora 20, el delegado norteamericano en la Conferencia para la Paz en el Chaco, Spruille Braden, informaba desde Buenos Aires al secretario de estado Cordel Hull que el delegado paraguayo Efraim Cardozo le había llamado para decirle que estaba tratando de convencer al presidente de la Delegación paraguaya, Gerónimo Zubizarreta, del plan para finiquitar el problema de límites entre Paraguay y Bolivia.
Dando por cierto que en este país la envidia es el deporte nacional, los españoles somos muy dados a la cerrazón, pero la obstinación y la porfía no le quedan a la zaga. Aquí, como decía Antonio Machado, “de diez cabezas, nueve embisten y una piensa”.
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