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Así se legitimó la dictadura en Paraguay, disolviendo el parlamento y declarando a la Constitución en Receso, hasta nuevo aviso

El lapso duró sesenta años

Déja Vu del Partido Liberal y la dictadura en Paraguay

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Quienes nunca dudamos que le elección del cura presidente Fernando Lugo atrasaba en Paraguay el reloj de la historia, advertimos que al contrario de lo que decía la propaganda, su principal soporte político era el partido liberal paraguayo, grupo neo fascista que respaldó al dictador militar José Félix Estigarribia como su homónimo respaldó a Somoza en Nicaragua y que en verdad estaba integrado por reaccionarios maquillados.

Evidentemente, los intereses creados por los grupos del Foro de Sao Paulo y otros zoqueteros internacionales que han hecho de la miseria latinoamericana una industria, y que hoy lucran mediante ONG, eran más fuertes que los llamados a la cordura que hicimos. De todas maneras, nunca está demás hacer memoria.

Una memorable sesión del directorio del Partido Liberal de Paraguay había acaecido el sábado 16 e Febrero de 1940, donde un sector de conjurados habría de sacrificar el Parlamento y la Constitución Nacional para entregar la república maniatada a sus verdugos.

Aquel día gris salvaron la dignidad del liberalismo paraguayo con su vibrante oposición: Juan Francisco Recalde, Jerónimo Riart, Orué Saguier y Francisco Sapena Pastor. Hoy sufren éstos el polvo del olvido y sus nombres, como el de tantos otros próceres civiles de la república del Paraguay, poco dicen a sus correligionarios en el poder, quienes sin embargo se deshacen glorificando las veces que tienen oportunidad al dictador José Félix Estigarribia y a su camarilla nazi-fascista en la que destellan con brillo propio nombres como Justo Pastor Benítez, Pablo Max Insfrán o Efraim Cardozo. Hasta ese punto confirman quienes hoy tienen la representación del Partido Liberal y el gobierno del país su condición de aspirantes a colorados, imitándolos incluso en la costumbre de ensalzar zalameramente a los más nefastos tiranuelos.

Aquel triste febrero de 1940 se produjo pues, lo inexplicable: dirigentes “liberales” autorizando por doce votos contra cuatro la disolución del Congreso. Habían faltado a la sesión diez miembros del Directorio, con los que habría sido imposible inaugurar un régimen totalitario en Paraguay aquel 18 de febrero de 1940, y dar a conocer el hecho al pueblo el día 19. Los cuatro schaeristas se habían mantenido neutrales, en tanto se hallaban decididos por defender las formalidades democráticas B. Rivarola, L.Riart, Burgos, Jerónimo Riart, Orué Saguier, Dávalos, Sapena Pastor, Gavilán, Artaza, Prieto, C. Centurión, Saguier Aceval y Juan Francisco Recalde.

El total de los que podían asistir y votar era 26, pero una maniobra apoyada en el dictador consiguió desarmar el Directorio Liberal.

Así se legitimó la dictadura en Paraguay, disolviendo el parlamento y declarando a la Constitución en Receso, hasta nuevo aviso. El lapso duró sesenta años.

Los liberales nunca renegaron de su apoyo a un dictador, ni de su papel en la consolidación del régimen nazi-fascista que siguió. Esta actitud genera fuertes dudas sobre cuál será su verdadera actitud ante el nuevo planteamiento de volver a la autocracia que hoy vive el Paraguay, de la mano de los fanáticos del cura Fernando Lugo.

Un protagonista de primera línea en los sucesos de febrero de 1940, mes inaugura de la trilogía “Estigarribia-Morínigo-Stroessner”, reconoció a Seiferheld que todo empezó con un exhorto del imperio norteamericano que un gobierno servil y sin mayor discernimiento se apresuró a atender, por encima de todo sentido común. Muerto el dictador liberal en un accidente aéreo el 7 de septiembre, en historia muchas veces repetida, el sucesor determinó que convocar a elecciones en dos meses como decía la constitución no significaba que debían llevarse a cabo de inmediato. La convocatoria se hizo, pero para el año 1943. En esos tres años, hubo tiempo suficiente para un reacomodo de partidos y consolidación de la dictadura.

El resto de la historia es conocida. La doctrina de la seguridad hemisférica, exportada por EUA durante la Segunda Guerra Mundial fue reemplazada por la de “La Seguridad Nacional”, cobrando impulso definitivo la militarización del poder político.

El gobierno de Fernando Lugo también ha sido respaldado por el Partido Liberal, hoy dominado por personajes como Blas Llano y Efrain Alegre, que en materia de servilismo están separados por una distancia muy corta de aquellos liberales que se bajaron los pantalones en 1940.

Como en un Déja Vu, la ciudadanía paraguaya impotente se siente testigo de haber experimentado antes la actual situación, y de nuevo caminando hacia el ayer.

Déja Vu del Partido Liberal y la dictadura en Paraguay

Así se legitimó la dictadura en Paraguay, disolviendo el parlamento y declarando a la Constitución en Receso, hasta nuevo aviso

El lapso duró sesenta años
Luis Agüero Wagner
jueves, 2 de junio de 2011, 07:29 h (CET)
Quienes nunca dudamos que le elección del cura presidente Fernando Lugo atrasaba en Paraguay el reloj de la historia, advertimos que al contrario de lo que decía la propaganda, su principal soporte político era el partido liberal paraguayo, grupo neo fascista que respaldó al dictador militar José Félix Estigarribia como su homónimo respaldó a Somoza en Nicaragua y que en verdad estaba integrado por reaccionarios maquillados.

Evidentemente, los intereses creados por los grupos del Foro de Sao Paulo y otros zoqueteros internacionales que han hecho de la miseria latinoamericana una industria, y que hoy lucran mediante ONG, eran más fuertes que los llamados a la cordura que hicimos. De todas maneras, nunca está demás hacer memoria.

Una memorable sesión del directorio del Partido Liberal de Paraguay había acaecido el sábado 16 e Febrero de 1940, donde un sector de conjurados habría de sacrificar el Parlamento y la Constitución Nacional para entregar la república maniatada a sus verdugos.

Aquel día gris salvaron la dignidad del liberalismo paraguayo con su vibrante oposición: Juan Francisco Recalde, Jerónimo Riart, Orué Saguier y Francisco Sapena Pastor. Hoy sufren éstos el polvo del olvido y sus nombres, como el de tantos otros próceres civiles de la república del Paraguay, poco dicen a sus correligionarios en el poder, quienes sin embargo se deshacen glorificando las veces que tienen oportunidad al dictador José Félix Estigarribia y a su camarilla nazi-fascista en la que destellan con brillo propio nombres como Justo Pastor Benítez, Pablo Max Insfrán o Efraim Cardozo. Hasta ese punto confirman quienes hoy tienen la representación del Partido Liberal y el gobierno del país su condición de aspirantes a colorados, imitándolos incluso en la costumbre de ensalzar zalameramente a los más nefastos tiranuelos.

Aquel triste febrero de 1940 se produjo pues, lo inexplicable: dirigentes “liberales” autorizando por doce votos contra cuatro la disolución del Congreso. Habían faltado a la sesión diez miembros del Directorio, con los que habría sido imposible inaugurar un régimen totalitario en Paraguay aquel 18 de febrero de 1940, y dar a conocer el hecho al pueblo el día 19. Los cuatro schaeristas se habían mantenido neutrales, en tanto se hallaban decididos por defender las formalidades democráticas B. Rivarola, L.Riart, Burgos, Jerónimo Riart, Orué Saguier, Dávalos, Sapena Pastor, Gavilán, Artaza, Prieto, C. Centurión, Saguier Aceval y Juan Francisco Recalde.

El total de los que podían asistir y votar era 26, pero una maniobra apoyada en el dictador consiguió desarmar el Directorio Liberal.

Así se legitimó la dictadura en Paraguay, disolviendo el parlamento y declarando a la Constitución en Receso, hasta nuevo aviso. El lapso duró sesenta años.

Los liberales nunca renegaron de su apoyo a un dictador, ni de su papel en la consolidación del régimen nazi-fascista que siguió. Esta actitud genera fuertes dudas sobre cuál será su verdadera actitud ante el nuevo planteamiento de volver a la autocracia que hoy vive el Paraguay, de la mano de los fanáticos del cura Fernando Lugo.

Un protagonista de primera línea en los sucesos de febrero de 1940, mes inaugura de la trilogía “Estigarribia-Morínigo-Stroessner”, reconoció a Seiferheld que todo empezó con un exhorto del imperio norteamericano que un gobierno servil y sin mayor discernimiento se apresuró a atender, por encima de todo sentido común. Muerto el dictador liberal en un accidente aéreo el 7 de septiembre, en historia muchas veces repetida, el sucesor determinó que convocar a elecciones en dos meses como decía la constitución no significaba que debían llevarse a cabo de inmediato. La convocatoria se hizo, pero para el año 1943. En esos tres años, hubo tiempo suficiente para un reacomodo de partidos y consolidación de la dictadura.

El resto de la historia es conocida. La doctrina de la seguridad hemisférica, exportada por EUA durante la Segunda Guerra Mundial fue reemplazada por la de “La Seguridad Nacional”, cobrando impulso definitivo la militarización del poder político.

El gobierno de Fernando Lugo también ha sido respaldado por el Partido Liberal, hoy dominado por personajes como Blas Llano y Efrain Alegre, que en materia de servilismo están separados por una distancia muy corta de aquellos liberales que se bajaron los pantalones en 1940.

Como en un Déja Vu, la ciudadanía paraguaya impotente se siente testigo de haber experimentado antes la actual situación, y de nuevo caminando hacia el ayer.

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