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Dijo Winston Churchill que si de algún lugar el político no regresa jamás, es del ridículo, aunque algunos como Fernando Lugo tengan predisposición a recorrer ese negado trayecto una y otra vez.

Fernando Lugo. Las mieles del poder y la reelección del ridículo

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La historia recuerda entre las masacres cometidas en nombre de Dios, a la cruzada albigense, un genocidio de creyentes para el cual el legado Papal logró reunir un inmenso ejército prebendario. Las promesas del Papa Inocencio surtieron efecto para tal cruzada, dado que fueron capaces de despertar la codicia de quienes irían a libar las mieles del poder.

Entre las recompensas prometidas se incluía la propiedad de las tierras conquistadas, dispensa del pago de intereses de deudas, inmunidad ante las cortes civiles, absolución de todos los pecados y las mismas indulgencias prometidas a los cruzados de Tierra Santa.

Cuando durante el sitio a los herejes advirtieron a Arnaldo Amalrico, quien fuera legado papal, inquisidor y ferviente enemigo de los albigenses, de que muchos correligionarios suyos también morirían en la masacre de Beziers, en julio de 1209, simplificó la cuestión ordenando: "¡Matadlos a todos. Dios reconocerá a los suyos!"

La frase quedó en la historia como símbolo de una determinacion absurda revestida por la impunidad del poder.

Libando las mieles del poder
Lord Acton afirmó que el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente.

Para la mayoría de los seguidores del cura, que pasaron sin escala de la miseria y el olvido al poder y la gloria, haber accedido al anhelado zoquete les hizo creerse dueños del poder absoluto y corromperse de igual manera. Ya advertía Pitaco de Mitilene que para conocer a un hombre, hay que revestirlo de gran poder.

Precisamente los que “están libando las mieles del poder” y pegados a los beneficios son los que quieren la reelección del presidente Fernando Lugo, manifestó el vicepresidente Federico Franco. Los simpatizantes de Lugo tienen previsto presentar en 20 días al Congreso nacional una iniciativa popular con 60.000 firmas para buscar la reelección del Jefe de Estado vía enmienda, genialidad que podría tener consecuencias insospechadas.

Franco intentó evitar seguir hablando del tema, pero ante la insistencia de la prensa, argumentó que “hay gente (sin mencionar nombres ni partidos) que está pegada a los beneficios, está libando las mieles del poder, es natural que lo hagan. Yo por lo menos no acompaño (el plan luguista)”, afirmó el Vicepresidente.

También indicó que no hay tiempo para buscar la reelección y tampoco posibilidades. Dijo que no solo él no está de acuerdo con la reelección, sino tampoco el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).

Las diferencias de criterio han sido una constante dentro del esquizofrénico gobierno arzobispal. El gobernador Carlos Amarilla advirtió sobre las graves consecuencias que podría traer esta disparidad de criterios. No hace falta remontarse hasta episodios de la lejana Centroamérica como el Hondurazo para dimensionar lo aventurado de las pretensiones luguistas.

Cuando en febrero de 1936 el presidente paraguayo Eusebio Ayala declaró en actos públicos que planeaba aceptar la reelección inconstitucional que proponían sus partidarios, fue desalojado abruptamente del poder por el ejército, que acababa de volver con pocas pulgas de la guerra con Bolivia por la posesión del Chaco Boreal.

Haciendo el ridículo
Dijo Napoleón que de lo sublime a lo ridículo hay un solo paso, y Lugo lo confirmó con el desplome de sus mentiras a través de sucesivos escándalos, que fueron acompañados por el desplome de su popularidad y credibilidad en las encuestas.

A pesar de todo, imbuidos del autismo político que los caracteriza, quienes hoy disfrutan gracias a su líder el cura de las mieles del poder desean continuar la fiesta y han propuesto el continuismo en provecho propio, integrando un coro de arrastrados y eunucos políticos.

Ante tal determinación, el analista político Bernardino Cano Radil manifestó a la prensa que no se puede modificar la Constitución, vía enmienda, para cuestiones electorales. Agregó además que el presidente Fernando Lugo está haciendo el ridículo al impulsar una campaña por su reelección. “Es un despropósito; todos sus ministros liberales se manifestaron en contra de un segundo mandato, lo que demuestra una falta de autoridad política total”, señaló.

Repitió una vez más que la izquierda está desesperada porque no tiene una cabeza, un candidato potable para el 2013, por ello plantean modificar la Carta Magna para habilitar la reelección.

Dijo que Lugo está cometiendo el mismo error que Nicanor Duarte Frutos, con el agravante -según aseguró- que Nicanor estaba haciendo un buen gobierno cuando planteó su reelección, mientras Lugo no realiza buena gestión; ni siquiera puede unificar criterios en su gabinete.

Ya advertía Thomas Jefferson que no hay un rey que, teniendo fuerza suficiente, no esté siempre dispuesto a convertirse en absoluto. El problema de Lugo es que, como lo señala Cano Radil, ni siquiera sabe donde está parado para emprender aventuras.

En el pasado, aquellos que locamente buscaron sostenerse en el poder cabalgando a lomo de un tigre, acabaron dentro de él.

Fernando Lugo. Las mieles del poder y la reelección del ridículo

Dijo Winston Churchill que si de algún lugar el político no regresa jamás, es del ridículo, aunque algunos como Fernando Lugo tengan predisposición a recorrer ese negado trayecto una y otra vez.
Luis Agüero Wagner
lunes, 30 de mayo de 2011, 07:21 h (CET)
La historia recuerda entre las masacres cometidas en nombre de Dios, a la cruzada albigense, un genocidio de creyentes para el cual el legado Papal logró reunir un inmenso ejército prebendario. Las promesas del Papa Inocencio surtieron efecto para tal cruzada, dado que fueron capaces de despertar la codicia de quienes irían a libar las mieles del poder.

Entre las recompensas prometidas se incluía la propiedad de las tierras conquistadas, dispensa del pago de intereses de deudas, inmunidad ante las cortes civiles, absolución de todos los pecados y las mismas indulgencias prometidas a los cruzados de Tierra Santa.

Cuando durante el sitio a los herejes advirtieron a Arnaldo Amalrico, quien fuera legado papal, inquisidor y ferviente enemigo de los albigenses, de que muchos correligionarios suyos también morirían en la masacre de Beziers, en julio de 1209, simplificó la cuestión ordenando: "¡Matadlos a todos. Dios reconocerá a los suyos!"

La frase quedó en la historia como símbolo de una determinacion absurda revestida por la impunidad del poder.

Libando las mieles del poder
Lord Acton afirmó que el poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe absolutamente.

Para la mayoría de los seguidores del cura, que pasaron sin escala de la miseria y el olvido al poder y la gloria, haber accedido al anhelado zoquete les hizo creerse dueños del poder absoluto y corromperse de igual manera. Ya advertía Pitaco de Mitilene que para conocer a un hombre, hay que revestirlo de gran poder.

Precisamente los que “están libando las mieles del poder” y pegados a los beneficios son los que quieren la reelección del presidente Fernando Lugo, manifestó el vicepresidente Federico Franco. Los simpatizantes de Lugo tienen previsto presentar en 20 días al Congreso nacional una iniciativa popular con 60.000 firmas para buscar la reelección del Jefe de Estado vía enmienda, genialidad que podría tener consecuencias insospechadas.

Franco intentó evitar seguir hablando del tema, pero ante la insistencia de la prensa, argumentó que “hay gente (sin mencionar nombres ni partidos) que está pegada a los beneficios, está libando las mieles del poder, es natural que lo hagan. Yo por lo menos no acompaño (el plan luguista)”, afirmó el Vicepresidente.

También indicó que no hay tiempo para buscar la reelección y tampoco posibilidades. Dijo que no solo él no está de acuerdo con la reelección, sino tampoco el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA).

Las diferencias de criterio han sido una constante dentro del esquizofrénico gobierno arzobispal. El gobernador Carlos Amarilla advirtió sobre las graves consecuencias que podría traer esta disparidad de criterios. No hace falta remontarse hasta episodios de la lejana Centroamérica como el Hondurazo para dimensionar lo aventurado de las pretensiones luguistas.

Cuando en febrero de 1936 el presidente paraguayo Eusebio Ayala declaró en actos públicos que planeaba aceptar la reelección inconstitucional que proponían sus partidarios, fue desalojado abruptamente del poder por el ejército, que acababa de volver con pocas pulgas de la guerra con Bolivia por la posesión del Chaco Boreal.

Haciendo el ridículo
Dijo Napoleón que de lo sublime a lo ridículo hay un solo paso, y Lugo lo confirmó con el desplome de sus mentiras a través de sucesivos escándalos, que fueron acompañados por el desplome de su popularidad y credibilidad en las encuestas.

A pesar de todo, imbuidos del autismo político que los caracteriza, quienes hoy disfrutan gracias a su líder el cura de las mieles del poder desean continuar la fiesta y han propuesto el continuismo en provecho propio, integrando un coro de arrastrados y eunucos políticos.

Ante tal determinación, el analista político Bernardino Cano Radil manifestó a la prensa que no se puede modificar la Constitución, vía enmienda, para cuestiones electorales. Agregó además que el presidente Fernando Lugo está haciendo el ridículo al impulsar una campaña por su reelección. “Es un despropósito; todos sus ministros liberales se manifestaron en contra de un segundo mandato, lo que demuestra una falta de autoridad política total”, señaló.

Repitió una vez más que la izquierda está desesperada porque no tiene una cabeza, un candidato potable para el 2013, por ello plantean modificar la Carta Magna para habilitar la reelección.

Dijo que Lugo está cometiendo el mismo error que Nicanor Duarte Frutos, con el agravante -según aseguró- que Nicanor estaba haciendo un buen gobierno cuando planteó su reelección, mientras Lugo no realiza buena gestión; ni siquiera puede unificar criterios en su gabinete.

Ya advertía Thomas Jefferson que no hay un rey que, teniendo fuerza suficiente, no esté siempre dispuesto a convertirse en absoluto. El problema de Lugo es que, como lo señala Cano Radil, ni siquiera sabe donde está parado para emprender aventuras.

En el pasado, aquellos que locamente buscaron sostenerse en el poder cabalgando a lomo de un tigre, acabaron dentro de él.

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