Cabe preguntarse a qué «avances sociales» se refiere Zapatero. Lo cierto es que sus «avances sociales» se resumen en sus políticas de recortes y en los casi 5 millones de «bellacos» que cuestionan abiertamente sus políticas sociales.
A punto de cumplirse un año del comienzo del periodo de reformas iniciado por Zapatero, éste es el balance: rebaja del 5% de los sueldos de los funcionarios, supresión de la ayuda de 426 euros a los parados de larga duración, congelación de las pensiones, suspensión del cheque bebé, retraso de la edad de jubilación hasta los 67 años, etcétera.
Para más inri, ahora resulta que todos estos sacrificios no han sido suficientes para los mercados mangoneados por los especuladores, y hay que reducir aún más el déficit, y la única solución que resta es la de subir los impuestos. Pero ¿cuáles? Desde luego, no el IVA, que subió dos puntos hace un año. ¿El IPRF, entonces? No hasta después de las elecciones municipales. Luego, ¡ya veremos!
Entretanto, la oronda y mofletuda Ángela Merkel ha vuelto a exigir más ajustes de cinturón a los griegos, como más tarde les exigirá a irlandeses, portugueses y españoles, con el vil consentimiento de unos cuantos lameculos cuyo inmerecido sueldo pagamos todos nosotros.
Servilmente, Zapatero no tardaba en reaccionar y se reunía con Elena Salgado y sus secuaces para analizar un nuevo paquete de medidas económicas. ¿Se puede ser más calzonazos?
En cuanto al silente líder de la Oposición, don Mariano Rajoy, ni está ni se le espera. Una vez más, la callada por respuesta.
El problema es que en España poco más se puede ajustar. La única posibilidad consiste en subir los carburantes, donde todavía hay cierto margen, si comparamos los precios con Europa.
Como siempre, lo que no se dice, es que si bien es cierto que los carburantes son más caros en Europa, también los salarios son más altos. De media, el doble. Me refiero, por supuesto, a países como Alemania, Francia, Suecia, Dinamarca o Reino Unido. Si nos comparamos con Albania, Kosovo, Bosnia, Georgia y Moldavia, nuestros salarios aún están algo por encima. ¡De momento!
Más ajustes es difícil, porque ya no se sabe dónde ajustar y porque Zp y su vicepresidenta, doña Elena «buena para nada», se han hartado de negarlo por activa y por pasiva.
Entretanto, Atenas se convertía en un escenario de barricadas y guerrillas urbanas. Fue la bizarra respuesta de los griegos a los abusos impuestos por una Unión Europea de mercachifles y usureros que, liderada por Alemania, les ha empobrecido hasta las trancas para llenar, más aun, los bolsillos de sus barrigudos banqueros.
Y es que de donde no hay, no se puede sacar. ¿Tanta necesidad tenemos de satisfacer a los especuladores financieros?
Es más, ¿tanta necesidad tenemos de seguir formando parte de una UE que nos está llevando a la bancarrota?
Los auténticos «bellacos», señor Zapatero, no somos quienes cuestionamos sus políticas sociales, sino los sinvergüenzas que, a través de gaznápiros como usted, nos las han impuesto.