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Sólo soy una más de las madres que se pasean cada día con un cochecito de dos plazas

Crianza normal

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Jenna Jamesson, considerada una de las actrices porno más famosas del mundo anuncia que abandona su profesión para poder dar a sus hijos mellizos Jesse y Journey ”una crianza normal”. En unas declaraciones dice que cree que no tendrá necesidad de decir: “La mamá fue una estrella porno”. “Creo que mis hijos pensarán que mamá nos ha amado tanto que lo ha dejado todo para hacer de nosotros su trabajo”. Añade: “Ya no soy Jenna Jamesson, sólo soy una más de las madres que se pasean cada día con un cochecito de dos plazas”.

Dada la profesión de Jenna Jamesson, su decisión de abandonar su manera de ganarse muy bien la vida para poder dar a sus hijos ”una crianza normal ha sido muy sonada. Deja la profesión de actriz porno porque por la causa que sea considera que con la exhibición impúdica de su cuerpo no puede ser un buen modelo de madre para sus hijos. ¡Qué bueno sería que más personas que se ganan la vida vendiendo su cuerpo siguieran el ejemplo de Jenna Jamesson!

Los malos ejemplos paternos no finalizan con la exhibición corporal. Se dan en los padres muchas actitudes que no son adecuadas para una crianza normal de los hijos. Debemos descubrir qué es crianza normalde los hijos. Para poner las cosas en su sitio no nos toca más remedio que hacer un viaje al pasado hasta el inicio de la Historia, en el momento en que Adán come el fruto prohibido. En aquel instante se produjo una cataclismo espiritual de consecuencias mucho más graves que las ocasionadas por el tsunami japonés y sus consecuencias nucleares que trastocó el sistema educativo de todas las épocas hasta llegar a la nuestra. A partir de aquel hecho histórico se considera bueno lo que es malo y malo lo que es bueno.

La educación actual considerada buena está basada en lo que la Biblia llama frutos de la carne y ha tergiversado el modelo educativo original. Se considera normal lo que es anormal.
Examinemos en que consiste esta normalidad anormal educativa. El adulterio y los pecados relacionados con el sexo están bien considerados. Algunas películas favorecen el adulterio revistiéndolo de un romanticismo que fascina a las mujeres. Berlusconi defiende la lascivia considerándola el premio que recibe el héroe que vuelve victorioso de la batalla. Las consideradas ciencias paranormales, que no son otra cosa que manifestaciones ocultistas, se las considera medios legítimos de saber el futuro que perturban las mentes de quienes las practican y que llenan las salas de espera de sicólogos y siquiatras. Lo que la Biblia llama “enemistades, pleitos, celos, iras contiendas, disensiones” se los considera medios legítimos para progresar. Los excesos en el comer y la ingesta de alcohol y otras drogas, mientras no se extralimiten, se considera como algo normal con la excusa de que la vida se vive solamente una vez y que hay que aprovecharla.

Lo que la Biblia considera principios básicos de una buena educación que deberían constituir la base de la instrucción normal, se los considera obsoletos, como pertenecientes a épocas pasadas ya superadas, inservibles para la generación actual.

¿Qué hemos de decir del amor puro que no codicia lo perteneciente al otro y se ofrece a darse con altruismo buscando el bien del otro y amando al enemigo, perdonándole las ofensas sin deseos de venganza? Si el amor del que nos habla la Biblia hubiese estado presente en nuestra sociedad, ¿cree el lector que se hubiese producido la grave crisis financiera que ha sacudido la economía mundial? Pienso que no. ¿Qué tipo de paz se enseña? En momentos puntuales se organizan concentraciones para la paz con millares de velas encendidas que iluminen el sendero para encontrarla. Pasado el entusiasmo del momento, ¿dónde está la paz? Quienes se han manifestado, eso sí, pacíficamente, ¿tienen la paz en sus almas? Quienes siguiendo la filosofía haz el amor y no la guerra, ¿tienen realmente la paz de Dios que sobrepasa la comprensión humana? Cuanto más se pronuncia la palabra paz, que es un regalo de Dios, más lejos está de las personas y de su entorno social. La paz que la educación anormal enseña consiste en girar la cabeza para hacer ver que no se ve la violencia y no se da cuenta de que el conflicto estallará en las manos de quien se hace el despistado.

Los padres que deseen criar a sus hijos de manera normal han de hacer algo mucho más profundo que solamente cambiar una manera de ganarse la vida. Han de empezar por abandonar su estilo de vida anormal al que se han adherido debido al pecado que está en ellos, lo cual se consigue con la conversión a Cristo que elimina el pecado que hay en ellos. Fruto de este hecho, la manera de vivir anormal se sustituye por la normal. En la persona convertida a Cristo, no a una religión, florece: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22,23). Los padres que educan en estos valores a sus hijos, salvo la excepción de la regla, evitarán que éstos sigan las pisadas de una adolescencia díscola, que hace sufrir a los padres, y que la sociedad rechaza pero que no sabe como darle solución.

Crianza normal

Sólo soy una más de las madres que se pasean cada día con un cochecito de dos plazas
Octavi Pereña
miércoles, 4 de mayo de 2011, 07:02 h (CET)
Jenna Jamesson, considerada una de las actrices porno más famosas del mundo anuncia que abandona su profesión para poder dar a sus hijos mellizos Jesse y Journey ”una crianza normal”. En unas declaraciones dice que cree que no tendrá necesidad de decir: “La mamá fue una estrella porno”. “Creo que mis hijos pensarán que mamá nos ha amado tanto que lo ha dejado todo para hacer de nosotros su trabajo”. Añade: “Ya no soy Jenna Jamesson, sólo soy una más de las madres que se pasean cada día con un cochecito de dos plazas”.

Dada la profesión de Jenna Jamesson, su decisión de abandonar su manera de ganarse muy bien la vida para poder dar a sus hijos ”una crianza normal ha sido muy sonada. Deja la profesión de actriz porno porque por la causa que sea considera que con la exhibición impúdica de su cuerpo no puede ser un buen modelo de madre para sus hijos. ¡Qué bueno sería que más personas que se ganan la vida vendiendo su cuerpo siguieran el ejemplo de Jenna Jamesson!

Los malos ejemplos paternos no finalizan con la exhibición corporal. Se dan en los padres muchas actitudes que no son adecuadas para una crianza normal de los hijos. Debemos descubrir qué es crianza normalde los hijos. Para poner las cosas en su sitio no nos toca más remedio que hacer un viaje al pasado hasta el inicio de la Historia, en el momento en que Adán come el fruto prohibido. En aquel instante se produjo una cataclismo espiritual de consecuencias mucho más graves que las ocasionadas por el tsunami japonés y sus consecuencias nucleares que trastocó el sistema educativo de todas las épocas hasta llegar a la nuestra. A partir de aquel hecho histórico se considera bueno lo que es malo y malo lo que es bueno.

La educación actual considerada buena está basada en lo que la Biblia llama frutos de la carne y ha tergiversado el modelo educativo original. Se considera normal lo que es anormal.
Examinemos en que consiste esta normalidad anormal educativa. El adulterio y los pecados relacionados con el sexo están bien considerados. Algunas películas favorecen el adulterio revistiéndolo de un romanticismo que fascina a las mujeres. Berlusconi defiende la lascivia considerándola el premio que recibe el héroe que vuelve victorioso de la batalla. Las consideradas ciencias paranormales, que no son otra cosa que manifestaciones ocultistas, se las considera medios legítimos de saber el futuro que perturban las mentes de quienes las practican y que llenan las salas de espera de sicólogos y siquiatras. Lo que la Biblia llama “enemistades, pleitos, celos, iras contiendas, disensiones” se los considera medios legítimos para progresar. Los excesos en el comer y la ingesta de alcohol y otras drogas, mientras no se extralimiten, se considera como algo normal con la excusa de que la vida se vive solamente una vez y que hay que aprovecharla.

Lo que la Biblia considera principios básicos de una buena educación que deberían constituir la base de la instrucción normal, se los considera obsoletos, como pertenecientes a épocas pasadas ya superadas, inservibles para la generación actual.

¿Qué hemos de decir del amor puro que no codicia lo perteneciente al otro y se ofrece a darse con altruismo buscando el bien del otro y amando al enemigo, perdonándole las ofensas sin deseos de venganza? Si el amor del que nos habla la Biblia hubiese estado presente en nuestra sociedad, ¿cree el lector que se hubiese producido la grave crisis financiera que ha sacudido la economía mundial? Pienso que no. ¿Qué tipo de paz se enseña? En momentos puntuales se organizan concentraciones para la paz con millares de velas encendidas que iluminen el sendero para encontrarla. Pasado el entusiasmo del momento, ¿dónde está la paz? Quienes se han manifestado, eso sí, pacíficamente, ¿tienen la paz en sus almas? Quienes siguiendo la filosofía haz el amor y no la guerra, ¿tienen realmente la paz de Dios que sobrepasa la comprensión humana? Cuanto más se pronuncia la palabra paz, que es un regalo de Dios, más lejos está de las personas y de su entorno social. La paz que la educación anormal enseña consiste en girar la cabeza para hacer ver que no se ve la violencia y no se da cuenta de que el conflicto estallará en las manos de quien se hace el despistado.

Los padres que deseen criar a sus hijos de manera normal han de hacer algo mucho más profundo que solamente cambiar una manera de ganarse la vida. Han de empezar por abandonar su estilo de vida anormal al que se han adherido debido al pecado que está en ellos, lo cual se consigue con la conversión a Cristo que elimina el pecado que hay en ellos. Fruto de este hecho, la manera de vivir anormal se sustituye por la normal. En la persona convertida a Cristo, no a una religión, florece: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22,23). Los padres que educan en estos valores a sus hijos, salvo la excepción de la regla, evitarán que éstos sigan las pisadas de una adolescencia díscola, que hace sufrir a los padres, y que la sociedad rechaza pero que no sabe como darle solución.

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