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Toda campaña negativa o calumniosa del diario ABC, corresponde en forma directa algún lucrativo negocio con el estado que no pudo concretar

Zuccolillo y su amargura sin fin

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E ensayista y novelista estadounidense Charles Dudley Warner escribió que la historia es, básicamente, un largo lamento por las oportunidades perdidas. Aplicando ese concepto a la historia de las campañas negativas de la prensa paraguaya, está perfectamente claro que detrás de cada una de ellas hay un jugoso negocio con el estado perdido.

Si algún mérito no puede negarse al gobierno del actual presidente paraguayo Horacio Cartes, es el de haber logrado que muchos cronistas de la prensa aborden sin temor las oscuras motivaciones de los ataques realizados por ABC color, el vocero de los intereses empresariales de Zuccolillo, a instituciones y autoridades que no le dieron participación en apetecidos negocios. Aporte trascendental, sobre todo en el ámbito de la libertad de expresión, que como dijera Chomsky, se trata precisamente de la libertad de expresión para las opiniones que nos disgustan.

Pero a pesar de que las oscuras motivaciones de los ataques realizados por los medios del Grupo Zucolillo se conocen cada vez mejor, el dueño del diario ABC color, que en Paraguay logró convertir al periodismo en sinónimo de servilismo, sigue con sus refritas publicaciones subestimando la capacidad de discernimiento de la opinión pública.

La apertura en materia de libertad de prensa que se dio bajo el gobierno de Cartes, hizo que muchos notables de la sociedad paraguaya abandonaran el ostracismo mediático, para dar a conocer información fundamental para evaluar de manera precisa la realidad presente y tomar decisiones importantes en materia política.

Una de las más recientes campañas que destilan la hiel de la amargura, desde el diario de Zuccolillo, es la que intenta descalificar a las empresas que siguen en carrera para administrar el principal aeropuerto paraguayo, por la sencilla razón de que Otra es la emprendida contra el denominado Super Viaducto, correspondiente a la frustración de haber sido marginado del emprendimiento. Prensa libre mediante, la opinión pública del país pudo enterarse que el “asesor” que da letra a los ataques de Zuccolillo, Herman Pankow, además de haber obtenido muy bajas calificaciones durante su formación académica, tiene un frondoso prontuario por golpear a mujeres y otros deleznables actos. En sus antecedentes se mencionan procesos judiciales pendientes por violencia doméstica, incumplimiento del deber legal alimentario, desacato a la orden judicial, amenaza y coacción, entre otros.

A pesar de estos nefastos antecedentes, Pankow no duda en pontificar sobre detalles técnicos como si fuera un premio Nóbel y sobre cuestiones morales como si fuera el Papa, cuando asesora a los periodistas de Zuccolillo.

Las campañas de ABC han caído en tal descrédito que muchos notables de la sociedad paraguaya le han perdido la paciencia, hartos de sus campañas de odio que solo buscan beneficios crematísticos, y las han refutado una tras otra. Una de las más notorias respuestas la recibió del titular de la casa matriz del fútbol sudamericano, Alejandro Domínguez Wilson, cuando intentó quedarse con el negocio de la transmisión del fútbol local.

Domínguez, conocido por su carácter templado y bajo perfil, acusó a Zucolillo de haber callado por décadas mientras se saqueaba al fútbol sudamericano, recordándole su amistad de infancia y sociedad comercial con Nicolas Léoz.

El gran novelista estadounidense Robert Penn Warren escribió alguna vez que o somos prisioneros de la historia, o somos nosotros. Todo parece indicar que en Paraguay, ha llegado la hora de que los ciudadanos dejen de ser prisioneros de la historia, y empiecen a ser ellos mismos.

Zuccolillo y su amargura sin fin

Toda campaña negativa o calumniosa del diario ABC, corresponde en forma directa algún lucrativo negocio con el estado que no pudo concretar
Luis Agüero Wagner
miércoles, 15 de marzo de 2017, 00:03 h (CET)
E ensayista y novelista estadounidense Charles Dudley Warner escribió que la historia es, básicamente, un largo lamento por las oportunidades perdidas. Aplicando ese concepto a la historia de las campañas negativas de la prensa paraguaya, está perfectamente claro que detrás de cada una de ellas hay un jugoso negocio con el estado perdido.

Si algún mérito no puede negarse al gobierno del actual presidente paraguayo Horacio Cartes, es el de haber logrado que muchos cronistas de la prensa aborden sin temor las oscuras motivaciones de los ataques realizados por ABC color, el vocero de los intereses empresariales de Zuccolillo, a instituciones y autoridades que no le dieron participación en apetecidos negocios. Aporte trascendental, sobre todo en el ámbito de la libertad de expresión, que como dijera Chomsky, se trata precisamente de la libertad de expresión para las opiniones que nos disgustan.

Pero a pesar de que las oscuras motivaciones de los ataques realizados por los medios del Grupo Zucolillo se conocen cada vez mejor, el dueño del diario ABC color, que en Paraguay logró convertir al periodismo en sinónimo de servilismo, sigue con sus refritas publicaciones subestimando la capacidad de discernimiento de la opinión pública.

La apertura en materia de libertad de prensa que se dio bajo el gobierno de Cartes, hizo que muchos notables de la sociedad paraguaya abandonaran el ostracismo mediático, para dar a conocer información fundamental para evaluar de manera precisa la realidad presente y tomar decisiones importantes en materia política.

Una de las más recientes campañas que destilan la hiel de la amargura, desde el diario de Zuccolillo, es la que intenta descalificar a las empresas que siguen en carrera para administrar el principal aeropuerto paraguayo, por la sencilla razón de que Otra es la emprendida contra el denominado Super Viaducto, correspondiente a la frustración de haber sido marginado del emprendimiento. Prensa libre mediante, la opinión pública del país pudo enterarse que el “asesor” que da letra a los ataques de Zuccolillo, Herman Pankow, además de haber obtenido muy bajas calificaciones durante su formación académica, tiene un frondoso prontuario por golpear a mujeres y otros deleznables actos. En sus antecedentes se mencionan procesos judiciales pendientes por violencia doméstica, incumplimiento del deber legal alimentario, desacato a la orden judicial, amenaza y coacción, entre otros.

A pesar de estos nefastos antecedentes, Pankow no duda en pontificar sobre detalles técnicos como si fuera un premio Nóbel y sobre cuestiones morales como si fuera el Papa, cuando asesora a los periodistas de Zuccolillo.

Las campañas de ABC han caído en tal descrédito que muchos notables de la sociedad paraguaya le han perdido la paciencia, hartos de sus campañas de odio que solo buscan beneficios crematísticos, y las han refutado una tras otra. Una de las más notorias respuestas la recibió del titular de la casa matriz del fútbol sudamericano, Alejandro Domínguez Wilson, cuando intentó quedarse con el negocio de la transmisión del fútbol local.

Domínguez, conocido por su carácter templado y bajo perfil, acusó a Zucolillo de haber callado por décadas mientras se saqueaba al fútbol sudamericano, recordándole su amistad de infancia y sociedad comercial con Nicolas Léoz.

El gran novelista estadounidense Robert Penn Warren escribió alguna vez que o somos prisioneros de la historia, o somos nosotros. Todo parece indicar que en Paraguay, ha llegado la hora de que los ciudadanos dejen de ser prisioneros de la historia, y empiecen a ser ellos mismos.

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