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Antonio Pérez Omister

¡Viva Las Vegas!

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La señora Merkel cada día me recuerda más al personaje de Sharon Stone en la película “Casino” de Martin Scorsese, y la credibilidad de la Unión Europea no es mucho mayor que la del legendario “Tangiers” cuando estaba gestionado por mafiosos.

Al ritmo que vamos, los españoles tardaremos un siglo en pagar los intereses de la deuda pública como consecuencia de las torticeras maniobras de los especuladores internacionales, que ahora actúan con absoluta impunidad dentro del actual sistema de economía de casino.
Nuestro gran error ha sido pedir consejo a la misma buscona ventajista que, conchabada con el croupier, nos ha estado desplumando. Hemos de abandonar la mesa de juego inmediatamente si no queremos arruinarnos.

Todas las medidas y ajustes impuestos por la Unión Europea, no han servido para nada. Trabajaremos durante décadas para pagar los abusivos intereses de la deuda y seguimos en el punto de partida, sólo que mucho más pobres.

Llueve sobre mojado y estas artimañas especulativas han obligado al Tesoro a pagar las letras un 38% más caras a causa de la prima de riesgo que nos aplican las arbitrarias agencias de calificación. Lo insólito del caso es que la deuda pública española es muy inferior a la del Reino Unido, Bélgica, Italia, la propia Alemania o los mismísimos Estados Unidos. Entonces ¿cuál es el problema?

El problema de la economía española no es el déficit ni la deuda pública, sino el nulo crecimiento del PIB y un paro que amenaza con llegar a los cinco millones de desempleados y que duplica al de los países de la UE. Todo hay que decirlo, precisamente por haber aplicado a rajatabla las arbitrarias imposiciones hechas desde Bruselas: eliminación de aranceles a las importaciones extracomunitarias, privatizaciones a tutiplén, deslocalización de empresas, libre circulación de capitales, liberalización del mercado de trabajo y todo un largo etcétera de catastróficas medidas que sólo han servido para perjudicarnos.

Ahora los especuladores recrudecen sus ataques contra España para crear desconfianza y provocar un aumento de los intereses sobre nuestra deuda. Lo que nos obligará a pedir nuevos créditos para pagar los intereses de los anteriores.

En el Ministerio de Economía se plantean nuevos ajustes cuando no ha pasado ni un mes desde que Zapatero asegurara que no eran necesarias nuevas medidas. Pero lo cierto es que las medidas impuestas por Bruselas y la canciller alemana Merkel, sólo han servido para hundirnos un poco más. Estamos inmersos en un

¡Viva Las Vegas!

Antonio Pérez Omister
Antonio Pérez Omister
viernes, 22 de abril de 2011, 06:00 h (CET)
La señora Merkel cada día me recuerda más al personaje de Sharon Stone en la película “Casino” de Martin Scorsese, y la credibilidad de la Unión Europea no es mucho mayor que la del legendario “Tangiers” cuando estaba gestionado por mafiosos.

Al ritmo que vamos, los españoles tardaremos un siglo en pagar los intereses de la deuda pública como consecuencia de las torticeras maniobras de los especuladores internacionales, que ahora actúan con absoluta impunidad dentro del actual sistema de economía de casino.
Nuestro gran error ha sido pedir consejo a la misma buscona ventajista que, conchabada con el croupier, nos ha estado desplumando. Hemos de abandonar la mesa de juego inmediatamente si no queremos arruinarnos.

Todas las medidas y ajustes impuestos por la Unión Europea, no han servido para nada. Trabajaremos durante décadas para pagar los abusivos intereses de la deuda y seguimos en el punto de partida, sólo que mucho más pobres.

Llueve sobre mojado y estas artimañas especulativas han obligado al Tesoro a pagar las letras un 38% más caras a causa de la prima de riesgo que nos aplican las arbitrarias agencias de calificación. Lo insólito del caso es que la deuda pública española es muy inferior a la del Reino Unido, Bélgica, Italia, la propia Alemania o los mismísimos Estados Unidos. Entonces ¿cuál es el problema?

El problema de la economía española no es el déficit ni la deuda pública, sino el nulo crecimiento del PIB y un paro que amenaza con llegar a los cinco millones de desempleados y que duplica al de los países de la UE. Todo hay que decirlo, precisamente por haber aplicado a rajatabla las arbitrarias imposiciones hechas desde Bruselas: eliminación de aranceles a las importaciones extracomunitarias, privatizaciones a tutiplén, deslocalización de empresas, libre circulación de capitales, liberalización del mercado de trabajo y todo un largo etcétera de catastróficas medidas que sólo han servido para perjudicarnos.

Ahora los especuladores recrudecen sus ataques contra España para crear desconfianza y provocar un aumento de los intereses sobre nuestra deuda. Lo que nos obligará a pedir nuevos créditos para pagar los intereses de los anteriores.

En el Ministerio de Economía se plantean nuevos ajustes cuando no ha pasado ni un mes desde que Zapatero asegurara que no eran necesarias nuevas medidas. Pero lo cierto es que las medidas impuestas por Bruselas y la canciller alemana Merkel, sólo han servido para hundirnos un poco más. Estamos inmersos en un

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Lo importante es caminar en sintonía con la naturaleza y el cosmos. La vida, por si misma, es una dependencia existencial, que nos llama a ocuparla de modo armónico. Sin embargo, las acciones humanas surgen de la iluminación o de la ignorancia. Esto es lo que tenemos que trabajar, haciéndolo con la energía del corazón y con la actitud de análisis de la mente, para no caer en la deshumanización e inhumanidad de los tiempos actuales.

Por ser de diferente forma, no quiere decir que los animales sean inferiores, sino que Dios nos ha hecho distintos unos de los otros, pero todos somos creaciones de Dios y debemos respetarnos. Todos deseamos vivir con el cuerpo con que hemos nacido y anhelamos la felicidad.

 
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