Más de 2.500 años de condena. Ese era el número tan rimbombante como falso de años que se suponía que el psicópata de ETA Antón Troitiño debería pasar entre rejas para pagar ante la sociedad por doce de sus dos docenas de sus execrables crímenes. Todo una gran mentira. No han pasado ni 24 años cuando tres jueces de la Audiencia Nacional decidían la pasada semana ponerlo en libertad. Ni el etarra se lo podía creer. Tan es así que nadie acudía a recibirle a su salida de prisión, que abandonaba, para escándalo de la gente decente y escarnio de las víctimas, en taxi. Lo que vino después ya lo conocen. El Tribunal Supremo, máximo órgano judicial, revisaba la alucinante decisión que hacía desaparecer como por arte de birlibirloque, qué oportuno para tus apaños, ¿eh, ZP?, la denominada doctrina Parot, y decía que nones. Que Troitiño tenía que cumplir la pena máxima establecida en nuestra legislación. A la cárcel. Pero ya era tarde. Troitiño debe de andar de txikitos, muchos sospechan que en Venezuela amparados por los proetarras Cubillas y Chávez, con De Juana Chaos, el otro gran logro de los gobiernos ZP.
Por supuesto, el escándalo es mayúsculo y casi nadie se cree que esta decisión de la Audiencia Nacional no guarde relación con el proceso de negociación, cada vez menos encubierto, que todo indica el gobierno ha seguido manteniendo con ETA. Claman los populares porque a Troitiño no se le pusiera bajo vigilancia policial al abandonar la prisión, lo que ha facilitado su fuga. Yerran. En un Estado de Derecho, y en este punto Rubalcaba tiene razón, no se puede someter a vigilancia expresa a ciudadanos que en teoría, porque así lo dice una resolución judicial, hayan saldado su deuda con la sociedad. No es ese el problema. Si Troitiño era libre, era libre. No existe la libertad a medias, señores del PP.
El asunto nuclear que el acomplejado Partido Popular no se atreve a poner sobre la mesa, es la birria de despojo legal a la que en España se llama Ley (la Ley no es justa por ser Ley, sino que es Ley si es justa) , que permite que Troitiño se marche al Caribe o que uno de los asesinos de Sandra Palo esté libre y sin rehabilitar en Seseña. Despojo legal que los socialistas del “Montesquieu ha muerto” han ido incorporando al ordenamiento jurídico a su gusto y antojo. Y que violan cada vez que les parece conveniente para sus intereses, que no para el interés general. Las togas y el polvo del camino ¿recuerdan? Por esa declaració