Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Cine
Etiquetas | Bajo la influencia
Ana Rodríguez de León

Balance y avance

|

Con año vivido a las espaldas y año estrenado a la vista, surgen las pulsiones de la recapitulación y la perspectiva, la pormenorizada mirada al pasado y la atenta visión puesta en el futuro, para intentar desentrañar qué ha pasado cinematográficamente en 2010 y de qué pie va a calzar 2011.

Glosar un año cinematográfico no es tarea sencilla, es algo así como mirarse al espejo e intentar saber qué ha cambiado exactamente en el rostro propio. La mayoría de los cambios son el resultado de lentas transformaciones que ya venían produciéndose en los años anteriores: las arrugas como las tendencias, son caminos de larga gestación.

2010 ha continuado así, candente en cuestiones acerca del cine digital, la alta definición o el trasvase de espectadores hacia internet y hacia la pantalla de televisión, vía series. Son tiempos de cambios en las prácticas de consumo cultural cuyas consecuencias laten no sólo en el universo cinematográfico –el reclamo del 3D para recaudar en taquillas-, sino también en el mundo político: aún está fresca la polémica ley Sinde y seguro que no está aún zanjada la concerniente al cánon digital.

Nuestra relación con el mundo virtual pone en jaque los negocios y la política y se filtra hasta el interior de las películas. David Fincher ha firmado en 2010 ese trabajo veloz y voraz titulado La red social, que viaja al centro del fenómeno Facebook. También hemos visto otros títulos como Shutter Island, su hermana aventajada Origen y Copia certificada, de Kiarostami, que muy bien podrían entenderse como piezas de una reflexión acerca de lo real y lo ficticio emparentada con una disquisición sobre lo real y lo virtual.

Incluso en la que es, para quien esto escribe, la mejor película de 2010: Uncle Boonmee who can recall his past lives, hay un curioso desdoblamiento en algo similar a realidades paralelas que entronca con esta coexistencia de mundos que define hoy nuestras vidas. El film de Apichatpong Weerasethakul, coproducido por la productora española Eddie Saeta y ganador de la Palma de Oro en Cannes, es una invitación al cine como estado meditativo y de trance, a la participación física de un letargo alucinado que ofrece una experiencia compleja, nueva y reveladora.

Otros varios films interesantes ha dejado 2010, pero permanecerá aquí en el tintero por cuestiones de espacio, aunque valga la pena destacar La cinta blanca (M. Haneke), Toy Story 3 (Lee Unkrich) o El silencio de Lorna (Dardenne).

No quisiera terminar este escueto balance sin abordar el cine español, que no ha pasado por su mejor año en taquilla, pero del que, a falta de haber visto Aita y Pa negre, me gustaría señalar la marciana Finisterrae (S. Caballero) y la salvaje La mosquitera (A. Vila), como dos de las perlas de esa productora de cine independiente que dirige el intrépido Lluis Miñarro y que refresca el panorama nacional.

Sin abandonar el cine español, pero dejando atrás el confort propio de la nostalgia, entramos en ese avance prometido de 2011 con el debut en el largometraje de Eduardo Chapero-Jacskon, el talentoso director de cortometrajes como Contracuerpo o The End. Y con el regreso del que también fue debutante hace escaso tiempo: J.A. Bayona, que estrena Lo imposible, protagonizada por Naomi Watts y Ewan McGregor.

Y además, los Coen vendrán con película bajo el brazo: Valor de Ley, estrenará Danny Boyle, terminará la saga Harry Potter, continuará en 3D la saga Torrente -para ir a la contra con un toque de pus- y veremos nuevas entregas de Sherlock Holmes y hasta de Misión Imposible.

Todo ello en el año en el que va a llegar a nuestras pantallas la adaptación de Tintín de la mano de Steven Spielberg y Peter Jackson.

¡Rizópodos y ectoplasmas!, que diría el capitán Haddock, ¡habrá que ir al cine!

Balance y avance

Ana Rodríguez de León
Ana Rodríguez
domingo, 9 de enero de 2011, 05:30 h (CET)
Con año vivido a las espaldas y año estrenado a la vista, surgen las pulsiones de la recapitulación y la perspectiva, la pormenorizada mirada al pasado y la atenta visión puesta en el futuro, para intentar desentrañar qué ha pasado cinematográficamente en 2010 y de qué pie va a calzar 2011.

Glosar un año cinematográfico no es tarea sencilla, es algo así como mirarse al espejo e intentar saber qué ha cambiado exactamente en el rostro propio. La mayoría de los cambios son el resultado de lentas transformaciones que ya venían produciéndose en los años anteriores: las arrugas como las tendencias, son caminos de larga gestación.

2010 ha continuado así, candente en cuestiones acerca del cine digital, la alta definición o el trasvase de espectadores hacia internet y hacia la pantalla de televisión, vía series. Son tiempos de cambios en las prácticas de consumo cultural cuyas consecuencias laten no sólo en el universo cinematográfico –el reclamo del 3D para recaudar en taquillas-, sino también en el mundo político: aún está fresca la polémica ley Sinde y seguro que no está aún zanjada la concerniente al cánon digital.

Nuestra relación con el mundo virtual pone en jaque los negocios y la política y se filtra hasta el interior de las películas. David Fincher ha firmado en 2010 ese trabajo veloz y voraz titulado La red social, que viaja al centro del fenómeno Facebook. También hemos visto otros títulos como Shutter Island, su hermana aventajada Origen y Copia certificada, de Kiarostami, que muy bien podrían entenderse como piezas de una reflexión acerca de lo real y lo ficticio emparentada con una disquisición sobre lo real y lo virtual.

Incluso en la que es, para quien esto escribe, la mejor película de 2010: Uncle Boonmee who can recall his past lives, hay un curioso desdoblamiento en algo similar a realidades paralelas que entronca con esta coexistencia de mundos que define hoy nuestras vidas. El film de Apichatpong Weerasethakul, coproducido por la productora española Eddie Saeta y ganador de la Palma de Oro en Cannes, es una invitación al cine como estado meditativo y de trance, a la participación física de un letargo alucinado que ofrece una experiencia compleja, nueva y reveladora.

Otros varios films interesantes ha dejado 2010, pero permanecerá aquí en el tintero por cuestiones de espacio, aunque valga la pena destacar La cinta blanca (M. Haneke), Toy Story 3 (Lee Unkrich) o El silencio de Lorna (Dardenne).

No quisiera terminar este escueto balance sin abordar el cine español, que no ha pasado por su mejor año en taquilla, pero del que, a falta de haber visto Aita y Pa negre, me gustaría señalar la marciana Finisterrae (S. Caballero) y la salvaje La mosquitera (A. Vila), como dos de las perlas de esa productora de cine independiente que dirige el intrépido Lluis Miñarro y que refresca el panorama nacional.

Sin abandonar el cine español, pero dejando atrás el confort propio de la nostalgia, entramos en ese avance prometido de 2011 con el debut en el largometraje de Eduardo Chapero-Jacskon, el talentoso director de cortometrajes como Contracuerpo o The End. Y con el regreso del que también fue debutante hace escaso tiempo: J.A. Bayona, que estrena Lo imposible, protagonizada por Naomi Watts y Ewan McGregor.

Y además, los Coen vendrán con película bajo el brazo: Valor de Ley, estrenará Danny Boyle, terminará la saga Harry Potter, continuará en 3D la saga Torrente -para ir a la contra con un toque de pus- y veremos nuevas entregas de Sherlock Holmes y hasta de Misión Imposible.

Todo ello en el año en el que va a llegar a nuestras pantallas la adaptación de Tintín de la mano de Steven Spielberg y Peter Jackson.

¡Rizópodos y ectoplasmas!, que diría el capitán Haddock, ¡habrá que ir al cine!

Noticias relacionadas

Filmin estrena el próximo viernes 17 de mayo, en exclusiva en plataformas digitales en España, "Slow", segundo largometraje de la directora lituana Marija Kavtaradze. La película destaca por ser una de las primeras producciones cinematográficas que aborda de manera frontal la asexualidad, el bajo o nulo interés o deseo por la actividad sexual.

Entre las sombras de las intrigas de posguerra y las alianzas clandestinas, la película francesa La Noche del Traidor, dirigida por Josée Dayan, despliega una historia fascinante que sumerge al espectador en el laberinto de los secretos. Esta obra maestra de suspenso es una reimaginación del clásico "Marie-Octobre" de Julien Duvivier.

La Academia de Cine y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), a través del Programa ACERCA, unen fuerzas para llevar a varios países de América Latina —Argentina, Chile, El Salvador y México— y África —Egipto y Guinea Ecuatorial—, cuatro propuestas formativas de cinco cineastas que han participado en Residencias y Rueda, los programas de desarrollo de la Academia.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto