El motociclismo español ha vivido el mejor fin de temporada posible. Fiesta en casa, en Valencia, y con pleno de campeones y subcampeones nacionales. Con este cartel, ni el Príncipe Felipe quiso ayer perderse el broche a un gran año para nuestros pilotos. Además, ha quedado demostrado que a los nuevos reyes de las motos, en las tres categorías, les queda cuerda para rato, y que la alternativa en el trono es también española. El mejor ejemplo lo tenemos en 125cc, con un podio histórico completamente rojigualda. Marc Márquez, con 17 años, se ha convertido en el segundo campeón más joven de la historia, sólo por detrás de Loris Capirossi, y en el más precoz de entre los españoles, y lo ha hecho en dura competencia con Nico Terol. La batalla entre ambos en el circuito Ricardo Tormo estaba ya decantada, por lo que sólo arriesgaron hasta donde marcaba el límite de las matemáticas. A Márquez le bastó con ser cuarto para llevarse el título, por lo que Terol no apretó y se conformó con la tercera plaza. Más puso en juego Pol Espargaró para asegurarse el tercer puesto del podio del Mundial.

Eso sí, el gran protagonista de esta temporada la encontramos en MotoGP. Jorge Lorenzo ha alimentado este año su particular “leyenda del indomable”. Con una mentalidad hiperganadora que algunos ven como prepotencia y otros como sana competitividad deportiva, el mallorquín se ha consagrado tanto para sus admiradores como para sus detractores. Su capacidad de superación y de sacrificio, junto a unas evidentes cualidades innatas sobre la moto, le han hecho merecedor de todos los elogios más allá de las incidencias que la han podido beneficiar a lo largo del Mundial. Porque ha ido a por la victoria en cada carrera, porque ha demostrado que su sangre fría le convierte en el piloto más inteligente y porque tiene una confianza total en su propia calidad, pocos le recordarán que lo ha tenido un poquito más fácil gracias a las lesiones de Valentino Rossi y Dani Pedrosa.

Lorenzo es un campeón que se ha hecho a sí mismo, que ha culminado una progresión para la que nació predestinado y que se ha ganado el respeto temporada tras temporada. Como adorno queda su imagen chulesca, para algunos pose y para otros su verdadera personalidad, además de sus excéntricas celebraciones y su profusión mediática. En cualquier caso, el piloto de Honda ha logrado establecer un nuevo récord de puntos y de podios, y todo hace presagiar que su reinado será largo. La única amenaza seria es Pedrosa, merecido subcampeón del Mundo; en muchos aspectos es incluso mejor que Lorenzo, pero le falta regularidad, una dosis de suerte y, sobre todo, agresividad, como evidenció ayer en Cheste. Aún así, lo que no le falta es ambición, por lo que estoy convencido de que en 2011 veremos al mejor Pedrosa. En cambio, está por ver si Rossi volverá a ser rival con Ducati; el italiano seguirá siendo un competidor peligroso pero su época ya ha pasado. En cambio, apunten a Stoner como duro contrincante.

El triunvirato se completa con Toni Elías como flamante ganador de Moto2. Que en estas últimas carreras, desde que se asegurara el título, haya bajado el listón no le quita mérito a una gran temporada. En su caso, ha quedado claro que un paso atrás es un avance, y probablemente un impulso para retomar MotoGP con más posibilidades que en su anterior etapa. Brillante ha sido también el año de Julián Simón, enorme subcampeón Mundial, cuyo duelo ayer con Iannone fue la penúltima demostración de toma y daca en la competición.

Será difícil igualar una temporada así en el próximo Mundial de motociclismo, aunque lo que toca ahora es disfrutar del enorme éxito de los españoles. Los números hablan por sí solos. Los podios, también. Larga vida a los nuevos reyes de las motos.