La evaluación de confianza se superó con sobresaliente; el examen de juego, a falta de continuidad, progresa satisfactoriamente. El triunfo sobre Unicaja del Real Madrid se forjó a base de sudar sangre en busca de una canasta y de desgastarse en defensa. Se ganó como exigía el estreno europeo de la Caja Mágica, firmando un magnífico segundo período, lo contrario a los dos primeros cuartos.
| FICHA TÉCNICA | 68- Real Madrid: Sergio Rodríguez (14), Llull (13), Suárez (1), Reyes (17) y Tomic (8) --cinco inicial--; D'or Fischer (5), Velickovic (-), Vidal (-), Garbajosa (-) , Tucker (10), Mirotic (-) y Josh Fisher (-).
56- Unicaja: Rodríguez (16), Freire (4), Jiménez (8), Rubio (0), Freeland (9) --cinco inicial--, Cobos (-), Printezis (7), Tripkovic (10), McIntyre (2) y Archibald (-).
Parciales: 17-18, 17-14, 19-11 y 15-13.
Árbitros: Grzegorz Ziemblicki (POL), Recep Ankarali (TUR) y David Chambon (FRA). Sin eliminados.
Incidencias: Partido correspondiente a la segunda jornada de la Euroliga de baloncesto, disputado en la Caja Mágica (Madrid) ante 5.742 espectadores. |
DATOS DESTACABLES | Lo mejor: A los habituales Reyes (17 puntos y 8 rebotes) y Llull (13 puntos), hay que mencionar el completo encuentro de Sergio Rodríguez. Fue de los mejores y uno de los revulsivos tras el descanso. El base concluyó con 14 puntos.
Lo peor: La salida sin apetito del Real Madrid, falto de intensidad en defensa y con escasa fluidez para mover el balón en ataque. Pese a todo, se fue con dos puntos arriba en el marcador al tiempo de descanso.
La clave: La transformación experimentada en el tercer cuarto fue determinante en el triunfo del Real Madrid. Se esforzó en defensa, tuvo más velocidad en las transiciones y mejoró su acierto de tiro.
El dato:El Unicaja anotó, en los dos últimos cuartos, seis puntos más que los que consiguió en el primer cuarto. Con ese pobre balance ofensivo empezó a cavar su tumba.
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Rafael Merino / Caja Mágica (Madrid)
La Euroliga es otra categoría en comparación a ACB, aunque enfrente esté Unicaja. Europa exige mayores argumentos de baloncesto. No es suficiente con unas cuantas acciones mágicas, ya sea en defensa o ataque. Se necesita consistencia y en estos momentos este Real Madrid se debate entre exhibir esa cara amable y prometedora con esa otra imagen de conjunto con cierta blandura.
El profesor Aito, un maestro de los banquillos, planteó una hoja de ruta sin grandes estridencias, aunque muy efectiva, llegando al punto de domesticar al Real Madrid. Unicaja construyó su táctica sobre una defensa correosa, con altos niveles de intensidad y concentración, así como con un efectivo sistema de ayudas. Conclusión: El Real Madrid sudó sangre antes de celebrar sus encestes; y su acierto exterior naufragó: 0/7.
La desconexión ofensiva se trasladó a la defensa, donde Unicaja encontró zonas de tiro con bastante comodidad, más aún cuando Reyes se ausentó por motivos rotatorios. Y pese a no estar actuando, el Real Madrid, como un grupo coral y sí como solistas individuales, mientras trataban de solventar los problemas, el equilibrio gobernaba el marcador. Dos puntos arriba al descanso tras una acción de garra de Reyes.
Quizá esta acción no sólo ahuyentó la frialdad de la Caja Mágica (no hubo buena entrada, otra vez), sino que dispuso otro Real Madrid en la vuelta de vestuarios. Un colectivo y no un grupo de solistas. Un grupo de Euroliga. Cuando todos se unieron en busca de ese objetivo común denominado victoria, la tarea se hizo más agradable y satisfactoria. Mucho más sencilla cuando, además, se aplicó otra máxima de los deportes de equipo: el mejor ataque es una buena defensa. Todo lo que el Real Madrid no hizo en los dos primeros cuartos lo firmó en el tercero. Unicaja se desmoronó sin oposición alguna.
Sergio Rodríguez, renació
Ni Aito encontró entre su armario táctico alguna carta sorpresa. Todo lo contrario. Aito se encontró al mejor Sergio Rodríguez desde que viste de blanco. ¿El motivo? El acertar en la primera acción ofensiva del encuentro: penetró hasta la cocina anotando una canasta de esas que merecen unos cuantos aplausos. Su cara fue el reflejo de la inyección de confianza que acababa de automedicarse. Sergio se mostró más centrado en la dirección y más seguro en el ataque y encontró en Llull a ese compañero capaz de dotar al juego de más velocidad. Con todo esto, las canastas se fueron sucediendo en el tercer acto hasta situarse con diez puntos de ventaja (53-43). Unicaja se quedó en 11 puntos en el tercer cuarto.
El Real Madrid estaba ya en trance. Había entrado en combustión. Durante el último cuarto, se atrevió con todo y todo le salió de maravilla, consiguiendo que la grada disfrutara como no había hecho en los otros dos encuentros en la Caja Mágica. Europa exigió al Real Madrid y éste, con un formidable epílogo, demostró que si olvida de su cara oscura (relajación, ser individualistas, no defender, no correr) es capaz de imponerse a cualquier adversario y convencer a los más puristas del baloncesto. Unicaja, ya una marioneta en manos del Real Madrid, se quedó en unos paupérrimos 54 puntos en su casillero, es decir seis puntos más que los anotados en todo el primer cuarto, pero eso fue cuando ese Real Madrid no era el Real Madrid de Europa.