La Feria de Otoño ha vuelto a encumbrar al heredero de Cagancho, Juan Mora. Otoño en Madrid y en el Valle del Jerte. Tres naturales y un pase de la firma portentoso le valieron tan sólo para obtener su segunda salida apoteósica en hombros calle Alcalá arriba.
La estética de este artesano del toreo clásico le ha elevado a los altares de la fiesta. Autor de los mejores carteles de este otoño en Madrid, “Bonitas rosas que se marchitan al momento” que diría Pepe Alameda, pero como apunta Amorós dejan esa agua olorosa, rosada que es la que más vale.
Mirabeleño desde el cielo toca palmas en honor del hijo que se hizo cargo de su familia y la llevó con su apellido a la gloria del toreo: “Los Mora de Plasencia”. Allí en su plaza mayor, aún resuenan las voces de los peñistas agolpados en el bar Danubio, capital del moranismo en donde hasta el busto del torero extremeño saltó de su pedestal como si de un resorte se tratase el pasado sábado a las cinco en punto de la tarde. Hoy en su casa sevillana de la calle Asunción continúan las velas encendidas por la corrida, porque todo saliera bien, porque se cumpliera la promesa que le hizo un padre a su hijo pequeño en el hall del Hotel Foxá antes de comenzar la tarde. ¡Hoy Juanlu, daremos la vuelta al ruedo juntos! Y así fue. Atrás quedaron años de destierro y olvido, sus gloriosos triunfos en Madrid junto al trianero Emilio Muñoz, los de Bilbao con aquel Torrestrella, los de Pamplona con los Cebadas, la cornada gravísima de Jaén con aquel innombrable toro de Barral. Más de medio siglo de valor y veintiocho de alternativa, esculpiendo arte, y esperando aquel, su momento madrileño, sabedor que es uno de los mejores en lo suyo. Posiblemente el torero de mayor categoría artística y estética en éstos momentos junto a Morante y Manzanares. Viaje a la Edad de Plata, así lo definió su arte en aquella tarde venteña Delgado de la Cámara. Era como si Cagancho hubiera bajado la mano a lo Curro Puya. No sé lo que le dijo el Brujo de San Bernardo Manolo Vázquez en el día de su alternativa, ni lo que le dijo usted al minotauro de Barquerito en el Brindis de aquella tarde ya lejana de otoño. Sólo sé que viendo las imágenes de sus faenas una y otra vez, se puede afirmar que resucitó definitivamente el látigo hecho muleta del gran gitano de los ojos verdes. ¡Felicidades Juan Mora!