Seguramente, con el tema que abordamos hoy, podríamos acudir al famoso dicho que plantea que: la curiosidad mató al gato. No es menos cierto que todas las personas en mayor o menor medida sentimos curiosidad por multitud de cosas y situaciones que nos suceden. Parece que la curiosidad nos aporta bienestar cuando es satisfecha ya que nos disminuye el malestar ya que reduce la incertidumbre sobretodo cuando nos centramos en acontecimientos negativos que nos suceden.

Nos referimos a esas situaciones en las que centramos nuestra atención para intentar conseguir información que nos ayude a solventar esa ambigüedad ante determinadas situaciones vitales, es decir esas situaciones que despiertan nuestro interés por diferentes motivos, formen parte o no de nuestro entorno cercano. Lo importante es que ante determinadas vivencias, la curiosidad juega un papel crucial y el poder satisfacerla nos aporta cierta tranquilidad a la hora de afrontar situaciones vitales ante las que debemos de reaccionar o intentar solucionar.

La falta de información nos hace que anticipemos resultados y eventos negativos en nuestra vida, es decir, influye en la forma en como afrontamos nuestra realidad y en la manera en la que nos atribuimos responsabilidades ante las situaciones y sucesos que acontecen en nuestra vida.

En muchas ocasiones de nuestra vida tenemos la sensación de que todo aquello que nos sucede es resultado de nuestras propias acciones, es decir, creemos y necesitamos saber y sentir que somos quienes llevamos el control de nuestras vidas. Todo ello implica un esfuerzo, ciertas habilidades y destrezas en la gestión personal, así como la necesidad de experimentar la sensación de que tenemos el control de lo que nos sucede, de que somos responsables de lo que vivimos en cada momento. Pero parece que el primer paso para comenzar a recuperar nuestra vida es poder obtener información que resuelva parte de las ambigüedades que nos produce la situación actual.

Los diferentes estudios realizados sobre la curiosidad nos plantean que la expectación que nos generan algunas situaciones vitales o algún tema en particular produce en nuestro cerebro un estado que nos permite aprender y retener cualquier clase de información relacionada con dichas situaciones en cuestión. Esto hace que nuestro cerebro centre toda su atención en todo aquello que es materia de su interés.

Eso hace que se active el sistema de recompensa del cerebro a través de la dopamina comúnmente denominada la hormona de la felicidad, implicada en la consecución de metas y objetivos. El papel que juega la dopamina está vinculado fundamentalmente con el deseo anticipatorio y la motivación.

Como podemos observar la curiosidad es muy importante y fundamental en nuestro proceso de transformación personal, ya que produce efectos inmejorables en nuestro bienestar, concretamente es crucial cuando potencia nuestra capacidad de crecimiento personal, sobretodo en situaciones vitales complejas. Ya que la satisfacción que genera el solventar la incertidumbre que nos produce el aclarar dudas y el poder cubrir esa sensación de falta de información, en definitiva el resolver la ambigüedad por la que atravesamos.

Todo este procesos está relacionados e involucra funciones cognitivas, emocionales y comportamentales dirigidos a descubrir lo novedoso que nos aporta la satisfacción de la curiosidad, ya que nos aporta la información y experiencia necesarios para disminuir los niveles de malestar que nos ocasiona dicha situación.