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Hígado deteriorado en diabéticos

Rafael Pérez Ortolá
Rafael Pérez Ortolá
sábado, 4 de septiembre de 2010, 11:27 h (CET)
La frecuencia con que se presenta la DIABETES confiere una importancia añadida a los descubrimientos relacionados con sus causas y con sus complicaciones. La amplitud del número de afectados aviva las inquietudes. Los comentarios de hoy se polarizan en torno a un triángulo patológico de consecuencias peligrosas; formado por la obesidad, la propia diabetes y por las complicaciones hepáticas, mencionando algunos matices novedosos al respecto.

Hace unas semanas se publicó en el Canadian Medical Association Journal un buen trabajo de Porepa y colaboradores, muy ilustrativo para la mejor compresión de las complicaciones hepáticas presentes en la diabetes. Con la intención de precisar datos al respecto, se centran en una COMPARACIÓN. Por un lado, medio millón de nuevos diabéticos; y por otro, un grupo de NO diabéticos. En ambos grupos se excluyeron lesiones hepáticas previas e ingesta de alcohol. ¿Qué pasó a lo largo de 12 años? ¿Cómo se comportaron ambos grupos? De esa manera tratan de aislar la repercusión de la diabetes en las futuras complicaciones.

De la importancia del problema analizado nos ilustrarán las cifras obtenidas en el estudio citado; su contundencia es manifiesta con respecto a la INCIDENCIA de las alteraciones hepáticas, según se trate de los nuevos diabéticos o de los que no lo eran. ¿Cuáles son los cambios acaecidos en los 12 años vigilados? Sin adentrarnos en los meollos de diagnósticos enrevesados, exponen como los sujetos NO diabéticos presentaron un índice de 4.17 por diez mil habitantes y años, con serios problemas hepáticos. En la revisión efectuada al grupo de NUEVOS diabéticos, sencillamente, se duplicó la cifra, 8.19 por diez mil y por año. El doble de complicaciones supone un gran salto en su presentación. ¿Captaron otras circunstancias acompañantes? ¿Qué se podrá prevenir de todo ello? Ese es uno de los valores a tener en cuenta después de conocer dichos índices.

La GAMA encontrada de alteraciones en el hígado fue amplia y con diferentes grados de afectación. Se conceptuaron como “serias”, con alteraciones funcionales, que generalmente se acentuaban durante esos doce años. Hubo hígados grasos, cirrosis e incluso comprenden algún caso de transplante. Quedémonos en el dato de la duplicación en los diabéticos, ya que por lo demás, la población estudiada era homogénea.

Realizaré una escueta mención a los RASGOS GENÉTICOS presentes en cualquier circunstancia evolutiva de la diabetes. Cada individuo desarrollará con una fuerza distinta las complicaciones; unos serán más sensibles a los cambios del peso corporal, al tipo de comidas o se resistirán al efecto beneficioso de la insulina. Rasgos que comienzan a percibirse, pero muy en ciernes todavía. Habrá diferentes respuestas ante causas parecidas. Sin embargo, no debemos esperar una resolución neta en este sentido, en el futuro irán apareciendo nuevos progresos en este campo.

El METABOLISMO en general es muy complejo, de manera especial en los diabéticos y a través de los rasgos genéticos con nuevos añadidos. Se mezclan varios elementos importantes y eso agranda la confusión. Planteemos 3 conexiones fundamentales de la diabetes; son la obesidad, la hipertensión arterial y las alteraciones de los lípidos circulantes por la sangre (Colesterol, triglicéridos, ácidos grasos). Se relacionan entre sí los tres procesos, resultando extremadamente difícil el deslinde de funciones, la posible influencia entre ellos. Hay que contar con esa complejidad. A pesar de ello, notemos como el estudio traído hoy a colación destapa algunas apreciaciones útiles.

Las cifras remarcan las relaciones anotadas, la tríada mencionada es mucho más frecuente entre los diabéticos si les comparamos con el grupo de quienes no lo son. Así, la hipertensión 33.9 y 17.1; la obesidad 11.1 y 3.8; la alteración de los lípidos 21.4 y 14; siempre con el predominio en los diabéticos. La relación es notable, muy a la vista; la causalidad o los efectos se enredan en vericuetos biológicos, con aquellas variables comentadas antes. En referencia a los daños hepáticos, insistamos en la obesidad y las elevaciones de las grasas en sangre (Lípidos), como factores de intensificación de aquel daño. Estadísticamente se puede prescindir de estos procesos, lo hicieron en el trabajo, y se comprueba la persistencia del elevado índice de alteraciones hepáticas en los “nuevos diabéticos” durante los años siguientes. El mayor empleo de fármacos para la hipertensión y para los excesos de grasas, se suma a los efectos perjudiciales sobre el hígado.

Hay dos aspectos que considero relevantes y son tratados de pasada en el estudio; hubieran exigido quizá demasiados controles. ¿Cuánto tiempo arrastraban esa diabetes sin diagnóstico cierto? El seguimiento de esos pasos previos, la PREDIABETES, permite el cerco progresivo de la enfermedad y repercute en las menores complicaciones posteriores. Otra circunstancia echo de menos, durante esos 12 años del seguimiento, hubiera sido bueno conocer el GRADO de CONTROL de esa diabetes de reciente diagnóstico. No es suficiente con una mirada por encima, la intensificación de ese control disminuye paralelamente las secuelas graves de la diabetes. El trabajo se centra en la presentación y no tanto en estos detalles, que no conviene olvidar en el comentario, Destaco el interés de una buena atención a los asomos inicales de la diabetes, su anuncio; y a la precisión de los controles.

¿Porqué son importantes las consideraciones del párrafo anterior? Por que no se reducen a los trastornos del hígado y siempre van relacionadas con la finura de los controles. Sí cita la presentación de los problemas CARDIOVASCULARES; de un 2.6 a 0.3 %, dependiendo de si eran diabéticos o no, aunque no concretan como iban de controlados. Añado aquí la mención de los trastornos de la visión, sobre todo por la afectación de la RETINA y los deterioros progresivos de la función del RIÑÓN, hasta el fallo total. Los tres campos originan graves consecuencias y están muy ligados al buen tratamiento.

La prevención y la vigilancia están muy ligadas a la atención profesional de la asistencia sanitaria y las consiguientes campañas de intensificación; la colaboración y la exigencia ciudadana complementarán los esfuerzos para la mejora del resultado final. Una de las orientaciones conocida de sobra, aunque no siempre tenida en cuenta, se resume en la atención debida a tres elementos fundamentales. La OBESIDAD debe ser combatida con tenacidad desde la niñez y de forma continuada, por que contribuye a las peores pegas. Es la DIETA otra pieza básica, en especial dirigida a la disminución de la ingestión calórica total al cabo del día, no tanto si se comió esto o aquello. Si sumáramos un EJERCICIO de cierta intensidad en los habituales comportamientos, iría todo por mejores vías. Acojamos el toque de atención como estímulo amigo y disminuirán los problemas. Son 3 directrices con grandes posibilidades, …si no se olvidan.

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