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Efrén de Pablos

El nuevo marco social

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Tenemos que enfrentarnos a una nueva realidad social a la que nos han arrastrado los políticos del Sistema. Una nueva realidad hacia la que sin duda, nos han empujado todos los políticos, aunque quizás solo algunos lo hayan hecho de forma consciente, mientras que otros, solo por cobardía o por ignorancia. En todo caso, lo cierto es que el avance hacia esa nueva realidad social se ha mantenido de forma más o menos constante en todas las legislaturas y desde los albores del Sistema democrático liberal.

La secularización, así como el desmantelamiento de los cuerpos intermedios de la sociedad, la ideología de género, la denominada cultura de la muerte, el relativismo y el “progresismo” en general, han producido los cambios éticos y sociales necesarios como para permitir que en la actualidad sea ya viable el advenimiento de la dictadura del Nuevo Orden Mundial, que se va abriendo camino en una sociedad que avanza claramente hacia la “Nueva Era”, por ellos deseada.

Ese Nuevo Orden desea una población mundial más reducida y controlable, para lo cual necesita reestructurar o erradicar, los principios morales y éticos que emanan directamente del Orden Natural y de nuestras raíces cristianas, para así erradicar resistencias y poder invertir definitivamente una larga serie de principios relacionados con el respeto a la vida, a la familia y a la libertad individual y social.

Frente a ese cada vez más evidente Nuevo Orden Mundial y su intento de deshumanización de la realidad natural del hombre y de la familia, se encuentra como principal baluarte y casi único, la Iglesia Católica y quienes conscientemente formamos parte de ella.

En consecuencia y dada la imposibilidad de que la Iglesia se acomode a los deseos del NOM, inevitablemente vamos a asistir en las próximas décadas (o en sólo unos años) a una cada vez más contundente persecución de la Iglesia en todo el mundo, que será seguramente de índole económica, jurídica y hasta “ética” en Occidente (recuerden las recientes y desproporcionadas acusaciones de pederastia) y más directamente genocida en el resto del mundo.

Por el contrario, actualmente los laicos que forman la Iglesia no suelen actuar en lo público reconociendo su propia identidad (de Iglesia), o cuanto menos, eso no es lo más habitual, por muy intensa que vivan su fe en lo privado, lo cual impide que la ciudadanía en general, perciba el hecho de que solamente la Iglesia se está oponiendo, de forma contundente, al avance de esa “Nueva Era” deshumanizadora.

Ejemplos evidentes de lo expuesto en España, son nuestras principales plataformas sociales, el Foro Español de la Familia y HAZTEOIR, en las cuales y a pesar de definirse estrictamente como aconfesionales, prácticamente el 100% de sus dirigentes, de sus activistas, afiliados e incluso de sus simpatizantes, son católicos practicantes.

Esa negación de la confesionalidad en lo público, es consecuencia de equivocas estrategias emanadas de la herencia liberal demócrata. Se convenció desde el poder de que el hecho religioso era una opción personal, algo exclusivo de la esfera privada de las personas. Que la bondad de las personas no tenía nada que ver con sus creencias religiosas y que por tanto, era inmoral imponer el ideario cristiano a quienes no compartían nuestra fe, concluyendo incluso desde posiciones “católicas”,que el discurso político-social en una democracia debía de ser ajeno al hecho religioso, por aquello de “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios, lo que es de Dios” (o sea, al pueblo lo que es del pueblo y a Dios, lo que es de Dios).

Para la propagación de dicho error y para tranquilizar conciencias, los líderes cristiano demócratas del entonces incipiente Sistema, aseguraban que la sociedad estaba claramente edificada sobre los principios morales cristianos y que ello hacía prácticamente innecesaria y hasta contraproducente, la exteriorización pública de la fe, así como la defensa, desde la fe, de las necesidades ético-morales de la política, de la sociedad y de las leyes. Pero el Orden Natural que quizás se proponían ofrecer los políticos “católicos” del Sistema, obviando no ya a Cristo, si no incluso el mismo concepto de Dios creador, se ha demostrado cuanto menos anárquico y por ende, imposible:

Si no hay un Principio externo ante el que ordenar los valores sobre los que nos hemos de regir, sólo el bien del hombre y a la postre el propio, puede ser referente ante el que ordenar los conceptos morales personales.

Inicialmente, cuando una sociedad cristiana restringe a Dios a lo privado, puede perfectamente subsistir por su propia inercia, pero en la medida que la población vive durante décadas en una realidad políticamente cada vez más ajena a Dios, los mismos individuos que la forman van, en general, a olvidarse de actuar y de pensar como cristianos, demostrando la validez de aquel sabio refrán: “Vive como piensas, o terminarás pensando como vives”.

Una vez que la sociedad se ha habituado a ignorar a Dios, cada individuo tiende a suplantar esa ausencia con su propio yo y así llegamos al individualismo actual y a la disgregación social que padecemos, pues tarde o temprano ese individualismo desemboca en posiciones morales cada vez más nihilistas, que pervierten los principios morales hasta que el propio interés pasa a ser el motor de todos nuestros actos, supeditando el bien común y la justicia, a nuestra individual conveniencia.

Un monstruoso ejemplo de lo expuesto lo tenemos en la sorprendentemente y extensa aceptación social del aborto y de la eutanasia, donde egoístamente y en contra de su condición natural, la madre, la familia y en general la sociedad entera, son capaces de asesinar al débil, para así aliviar la supuesta “carga” física, económica o simplemente psicológica del más fuerte.

Por ello hemos de prepararnos ante lo que inevitablemente van a intentar implantar: El “Nuevo Orden Mundial” y sus satánicas políticas de exterminios masivos, pues en sus mentes delirantes han concebido un mundo “sostenible”, al que van a imponer, “por bien de la humanidad y del futuro del planeta”, un cupo máximo de seres humanos, que reduciría la población mundial a una cuarta parte de su número actual.

¿Y quien sobrará? Evidentemente, no los defensores de este “Nuevo Orden”. Sobrarán los más débiles y quienes se opongan a sus proyectos genocidas y al nacimiento de esa “Nueva Era”.

Lo más sorprendente de todo es, que la gran masa social ya está preparada y dispuesta (también en España) a aceptar esta culminación deshumanizadora y genocida, fruto de 3 siglos de pensamiento liberal, revolucionario y anticristiano.

El nuevo marco social

Efrén de Pablos
Redacción
miércoles, 25 de agosto de 2010, 12:54 h (CET)
Tenemos que enfrentarnos a una nueva realidad social a la que nos han arrastrado los políticos del Sistema. Una nueva realidad hacia la que sin duda, nos han empujado todos los políticos, aunque quizás solo algunos lo hayan hecho de forma consciente, mientras que otros, solo por cobardía o por ignorancia. En todo caso, lo cierto es que el avance hacia esa nueva realidad social se ha mantenido de forma más o menos constante en todas las legislaturas y desde los albores del Sistema democrático liberal.

La secularización, así como el desmantelamiento de los cuerpos intermedios de la sociedad, la ideología de género, la denominada cultura de la muerte, el relativismo y el “progresismo” en general, han producido los cambios éticos y sociales necesarios como para permitir que en la actualidad sea ya viable el advenimiento de la dictadura del Nuevo Orden Mundial, que se va abriendo camino en una sociedad que avanza claramente hacia la “Nueva Era”, por ellos deseada.

Ese Nuevo Orden desea una población mundial más reducida y controlable, para lo cual necesita reestructurar o erradicar, los principios morales y éticos que emanan directamente del Orden Natural y de nuestras raíces cristianas, para así erradicar resistencias y poder invertir definitivamente una larga serie de principios relacionados con el respeto a la vida, a la familia y a la libertad individual y social.

Frente a ese cada vez más evidente Nuevo Orden Mundial y su intento de deshumanización de la realidad natural del hombre y de la familia, se encuentra como principal baluarte y casi único, la Iglesia Católica y quienes conscientemente formamos parte de ella.

En consecuencia y dada la imposibilidad de que la Iglesia se acomode a los deseos del NOM, inevitablemente vamos a asistir en las próximas décadas (o en sólo unos años) a una cada vez más contundente persecución de la Iglesia en todo el mundo, que será seguramente de índole económica, jurídica y hasta “ética” en Occidente (recuerden las recientes y desproporcionadas acusaciones de pederastia) y más directamente genocida en el resto del mundo.

Por el contrario, actualmente los laicos que forman la Iglesia no suelen actuar en lo público reconociendo su propia identidad (de Iglesia), o cuanto menos, eso no es lo más habitual, por muy intensa que vivan su fe en lo privado, lo cual impide que la ciudadanía en general, perciba el hecho de que solamente la Iglesia se está oponiendo, de forma contundente, al avance de esa “Nueva Era” deshumanizadora.

Ejemplos evidentes de lo expuesto en España, son nuestras principales plataformas sociales, el Foro Español de la Familia y HAZTEOIR, en las cuales y a pesar de definirse estrictamente como aconfesionales, prácticamente el 100% de sus dirigentes, de sus activistas, afiliados e incluso de sus simpatizantes, son católicos practicantes.

Esa negación de la confesionalidad en lo público, es consecuencia de equivocas estrategias emanadas de la herencia liberal demócrata. Se convenció desde el poder de que el hecho religioso era una opción personal, algo exclusivo de la esfera privada de las personas. Que la bondad de las personas no tenía nada que ver con sus creencias religiosas y que por tanto, era inmoral imponer el ideario cristiano a quienes no compartían nuestra fe, concluyendo incluso desde posiciones “católicas”,que el discurso político-social en una democracia debía de ser ajeno al hecho religioso, por aquello de “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios, lo que es de Dios” (o sea, al pueblo lo que es del pueblo y a Dios, lo que es de Dios).

Para la propagación de dicho error y para tranquilizar conciencias, los líderes cristiano demócratas del entonces incipiente Sistema, aseguraban que la sociedad estaba claramente edificada sobre los principios morales cristianos y que ello hacía prácticamente innecesaria y hasta contraproducente, la exteriorización pública de la fe, así como la defensa, desde la fe, de las necesidades ético-morales de la política, de la sociedad y de las leyes. Pero el Orden Natural que quizás se proponían ofrecer los políticos “católicos” del Sistema, obviando no ya a Cristo, si no incluso el mismo concepto de Dios creador, se ha demostrado cuanto menos anárquico y por ende, imposible:

Si no hay un Principio externo ante el que ordenar los valores sobre los que nos hemos de regir, sólo el bien del hombre y a la postre el propio, puede ser referente ante el que ordenar los conceptos morales personales.

Inicialmente, cuando una sociedad cristiana restringe a Dios a lo privado, puede perfectamente subsistir por su propia inercia, pero en la medida que la población vive durante décadas en una realidad políticamente cada vez más ajena a Dios, los mismos individuos que la forman van, en general, a olvidarse de actuar y de pensar como cristianos, demostrando la validez de aquel sabio refrán: “Vive como piensas, o terminarás pensando como vives”.

Una vez que la sociedad se ha habituado a ignorar a Dios, cada individuo tiende a suplantar esa ausencia con su propio yo y así llegamos al individualismo actual y a la disgregación social que padecemos, pues tarde o temprano ese individualismo desemboca en posiciones morales cada vez más nihilistas, que pervierten los principios morales hasta que el propio interés pasa a ser el motor de todos nuestros actos, supeditando el bien común y la justicia, a nuestra individual conveniencia.

Un monstruoso ejemplo de lo expuesto lo tenemos en la sorprendentemente y extensa aceptación social del aborto y de la eutanasia, donde egoístamente y en contra de su condición natural, la madre, la familia y en general la sociedad entera, son capaces de asesinar al débil, para así aliviar la supuesta “carga” física, económica o simplemente psicológica del más fuerte.

Por ello hemos de prepararnos ante lo que inevitablemente van a intentar implantar: El “Nuevo Orden Mundial” y sus satánicas políticas de exterminios masivos, pues en sus mentes delirantes han concebido un mundo “sostenible”, al que van a imponer, “por bien de la humanidad y del futuro del planeta”, un cupo máximo de seres humanos, que reduciría la población mundial a una cuarta parte de su número actual.

¿Y quien sobrará? Evidentemente, no los defensores de este “Nuevo Orden”. Sobrarán los más débiles y quienes se opongan a sus proyectos genocidas y al nacimiento de esa “Nueva Era”.

Lo más sorprendente de todo es, que la gran masa social ya está preparada y dispuesta (también en España) a aceptar esta culminación deshumanizadora y genocida, fruto de 3 siglos de pensamiento liberal, revolucionario y anticristiano.

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