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Kathleen Parker

Las ideas que cuentan

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WASHINGTON -- La presente polémica entre los JournoList que tiene a la blogosfera echando chispas y a Washington aún más absorto en su ombligo de lo habitual es un enfrentamiento baladí -- exagerado más allá de toda proporción.

Al menos en lo que se refiere a la supuesta conspiración.

Como moraleja de la forma en que nos atacamos y derribamos en el mundo de los medios y la política, puede haber algo más oscuro cociéndose.

Para los millones que no tienen idea de lo que hablo, un resumen de antecedentes: Journolist era una lista de correo en Google Groups (jerga de internet para decir antro) donde los periodistas de izquierdas se reunían para quejarse sin descanso.

Abierta por el bloguero pródigo Ezra Klein para unos pocos, fue creciendo en cifras y popularidad, atrayendo a algunas lumbreras de los medios (Joe Klein, de la revista Time) por el camino. Pero sobre todo era un consorcio de gente mucho menos conocida (académicos, productores de medio y bajo nivel, etc.) que disfrutaba de la amabilidad de aquellos con la misma mentalidad que uno.

En el mundo conservador, llamamos a la gente así Fox News. (Es coña, pero se entiende la idea).

Hoy, Ezra Klein es un maduro bloguero del Washington Post de 26 años -- contratado en calidad de izquierdista reconocido - que hace observaciones mordaces sobre la sanidad y las demás cuestiones complejas de la vida legislativa. Klein es joven, en otras palabras, y podría considerarse relativamente inexperto en el mundo del que se ha convertido de forma precipitada en un engranaje muy importante. Hoy en día es conocido sobre todo - en algunos sectores - por su papel en la creación de la lista, caracterizada como el centro conspirativo de la izquierda.

La noticia, como tal, fue destapada por el conservador Tucker Carlson, del Daily Caller, una página recién llegada donde casualmente escriben un buen número de mis amigos. Y tenía ex reportero apuntado a la JournoList de
marras.
No es divertido escribir sobre amigos y colegas, pero creo que perspectiva es lo que hace falta aquí.

Carlson viene marcando la actualidad con su noticia impulsora del número de visitas, participando en Fox News como colaborador y criticando a los periodistas que han publicado comentarios insinuando que unen fuerzas para impulsar un programa legislativo y, más concretamente, para elegir presidente a Barack Obama.

No debería sorprender a nadie que las personas que se dicen de izquierdas tengan ideas de izquierdas y amigos de izquierdas, de forma que no es nada nuevo, como ha dicho Carlson. Y en la práctica, algunos de los comentarios son, a primera vista, condenables por no decir baladíes. Pero algunos también han sido sacados de contexto y, además, fueron ofrecidos como parte de un debate en curso entre colegas convencidos de estar actuando de buena fe durante una conversación privada entre ellos.

¿Fueron tan ingenuos como para pensarlo? En este mundo, sí. ¿Hizo bien Carlson en "destapar" los comentarios privados realizados por gente que, en su mayoría, no tiene ningún poder significativo? Eso, para mí, es una cuestión más relevante.

A propósito de la cuestión del contexto, sólo me queda espacio para un ejemplo, pero se pueden encontrar más en el blog de Klein en el Washington Post (http://bit.ly/at3U06).

Uno de los difundidos más ampliamente es que los izquierdistas conspiraban para obligar al gobierno a clausurar la cadena Fox News. Bien, un miembro -- un profesor de Derecho de la UCLA del que nadie habrá oído hablar (perdón, Jonathan Zasloff) -- sí escribió algo al respecto. Pero era algo acerca de si la Comisión Federal de Comunicaciones podía anular la licencia de emisiones de la cadena una vez que caduque por, en opinión de los izquierdistas, desposar una agenda política.

A lo que Michael Scherer, de Time, respondía: "¿En serio quieres que los partidos políticos y las casas blancas elijan a dedo y escojan las cadenas que privilegiar?"

Incluso así, el titular era que los de izquierdas quieren clausurar Fox News, lo que no es exactamente una descripción precisa de una conversación informal. No hubo más discusión en la materia en la lista de correo.

¿Escandaloso? Por supuesto, siempre que usted quiera que lo sea. Si escoge unos cuantos comentarios de las decenas de miles realizados por 400 personas a lo largo de los años, puede enmarcar un debate como le dé la gana. Si se saca un comentario mezquino acerca de Rush Limbaugh, tiene una invitación con Limbaugh. Añada a Karl Rove, Fox News y Sarah Palin, y se hace de oro -- durante un momento escaso.

Pero enseguida la actualidad cambia de tema, y tal vez la próxima semana sea usted la presa. En el ínterin, tenemos que preguntarnos: ¿Nos va mejor sin tener nunca la capacidad de hablar de forma informal entre amigos, decir en privado lo que nunca diríamos en público, pensar en voz alta y sin censura?

¿O nos resignamos a la nueva realidad -- que no hay que fiarse nunca ni de tu sombra -- y seguimos guardándonos nuestras ideas para nosotros? La respuesta insinuada por los acontecimientos aquí descritos sugiere un país en el que pocos de nosotros querríamos vivir.

Las ideas que cuentan

Kathleen Parker
Kathleen Parker
jueves, 29 de julio de 2010, 07:20 h (CET)
WASHINGTON -- La presente polémica entre los JournoList que tiene a la blogosfera echando chispas y a Washington aún más absorto en su ombligo de lo habitual es un enfrentamiento baladí -- exagerado más allá de toda proporción.

Al menos en lo que se refiere a la supuesta conspiración.

Como moraleja de la forma en que nos atacamos y derribamos en el mundo de los medios y la política, puede haber algo más oscuro cociéndose.

Para los millones que no tienen idea de lo que hablo, un resumen de antecedentes: Journolist era una lista de correo en Google Groups (jerga de internet para decir antro) donde los periodistas de izquierdas se reunían para quejarse sin descanso.

Abierta por el bloguero pródigo Ezra Klein para unos pocos, fue creciendo en cifras y popularidad, atrayendo a algunas lumbreras de los medios (Joe Klein, de la revista Time) por el camino. Pero sobre todo era un consorcio de gente mucho menos conocida (académicos, productores de medio y bajo nivel, etc.) que disfrutaba de la amabilidad de aquellos con la misma mentalidad que uno.

En el mundo conservador, llamamos a la gente así Fox News. (Es coña, pero se entiende la idea).

Hoy, Ezra Klein es un maduro bloguero del Washington Post de 26 años -- contratado en calidad de izquierdista reconocido - que hace observaciones mordaces sobre la sanidad y las demás cuestiones complejas de la vida legislativa. Klein es joven, en otras palabras, y podría considerarse relativamente inexperto en el mundo del que se ha convertido de forma precipitada en un engranaje muy importante. Hoy en día es conocido sobre todo - en algunos sectores - por su papel en la creación de la lista, caracterizada como el centro conspirativo de la izquierda.

La noticia, como tal, fue destapada por el conservador Tucker Carlson, del Daily Caller, una página recién llegada donde casualmente escriben un buen número de mis amigos. Y tenía ex reportero apuntado a la JournoList de
marras.
No es divertido escribir sobre amigos y colegas, pero creo que perspectiva es lo que hace falta aquí.

Carlson viene marcando la actualidad con su noticia impulsora del número de visitas, participando en Fox News como colaborador y criticando a los periodistas que han publicado comentarios insinuando que unen fuerzas para impulsar un programa legislativo y, más concretamente, para elegir presidente a Barack Obama.

No debería sorprender a nadie que las personas que se dicen de izquierdas tengan ideas de izquierdas y amigos de izquierdas, de forma que no es nada nuevo, como ha dicho Carlson. Y en la práctica, algunos de los comentarios son, a primera vista, condenables por no decir baladíes. Pero algunos también han sido sacados de contexto y, además, fueron ofrecidos como parte de un debate en curso entre colegas convencidos de estar actuando de buena fe durante una conversación privada entre ellos.

¿Fueron tan ingenuos como para pensarlo? En este mundo, sí. ¿Hizo bien Carlson en "destapar" los comentarios privados realizados por gente que, en su mayoría, no tiene ningún poder significativo? Eso, para mí, es una cuestión más relevante.

A propósito de la cuestión del contexto, sólo me queda espacio para un ejemplo, pero se pueden encontrar más en el blog de Klein en el Washington Post (http://bit.ly/at3U06).

Uno de los difundidos más ampliamente es que los izquierdistas conspiraban para obligar al gobierno a clausurar la cadena Fox News. Bien, un miembro -- un profesor de Derecho de la UCLA del que nadie habrá oído hablar (perdón, Jonathan Zasloff) -- sí escribió algo al respecto. Pero era algo acerca de si la Comisión Federal de Comunicaciones podía anular la licencia de emisiones de la cadena una vez que caduque por, en opinión de los izquierdistas, desposar una agenda política.

A lo que Michael Scherer, de Time, respondía: "¿En serio quieres que los partidos políticos y las casas blancas elijan a dedo y escojan las cadenas que privilegiar?"

Incluso así, el titular era que los de izquierdas quieren clausurar Fox News, lo que no es exactamente una descripción precisa de una conversación informal. No hubo más discusión en la materia en la lista de correo.

¿Escandaloso? Por supuesto, siempre que usted quiera que lo sea. Si escoge unos cuantos comentarios de las decenas de miles realizados por 400 personas a lo largo de los años, puede enmarcar un debate como le dé la gana. Si se saca un comentario mezquino acerca de Rush Limbaugh, tiene una invitación con Limbaugh. Añada a Karl Rove, Fox News y Sarah Palin, y se hace de oro -- durante un momento escaso.

Pero enseguida la actualidad cambia de tema, y tal vez la próxima semana sea usted la presa. En el ínterin, tenemos que preguntarnos: ¿Nos va mejor sin tener nunca la capacidad de hablar de forma informal entre amigos, decir en privado lo que nunca diríamos en público, pensar en voz alta y sin censura?

¿O nos resignamos a la nueva realidad -- que no hay que fiarse nunca ni de tu sombra -- y seguimos guardándonos nuestras ideas para nosotros? La respuesta insinuada por los acontecimientos aquí descritos sugiere un país en el que pocos de nosotros querríamos vivir.

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